El turismo de sol y playa acelera la extinción de plantas en la costa de Canarias

Un estudio realizado por investigadores del IPNA-CSIC revela que al menos ocho especies vegetales endémicas del Archipiélago han desaparecido de la faz de la Tierra desde 1750

Canarias estudia las especies de plantas extintas en la Macaronesia

María Pisaca

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

El turismo de sol y playa que consagraron a Canarias como destino mundial desde principios de los años 60 ha provocado una extinción de especies vegetales sin precedentes en las costas del Archipiélago. El crecimiento desbocado de la población, la construcción sin control y la masificación de estos espacios los han convertido en un punto caliente de desaparición de cientos de especies, en un proceso «preocupante» que también afecta a medianías y cumbres y que se está agravando como consecuencia del cambio climático. 

Es uno de los resultados de un estudio llevado a cabo por un equipo liderado por el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IPNA-CSIC) y publicado en la revista Global Change Biology que expone, con cifras y causas, cómo ha sido la pérdida de biodiversidad vegetal de toda la Macaronesia (incluyendo Cabo Verde, Azores, Madeira y las Islas Salvajes). «Es la primera vez que se hace el ejercicio de poner en detalle estas extinciones, no solo globales sino también locales», insiste Jairo Patiño, investigador del IPNA-CSIC y uno de los firmantes de este artículo. 

En concreto, desde 1750 hasta la actualidad, la Macaronesia en su conjunto ha perdido 168 especies vegetales, 13 de las cuales han sido extinciones globales –es decir, han desaparecido del planeta– y 155 han sido extinciones locales o regionales. «Estas extinciones se han acelerado en los últimos años», revela Patiño. «En los últimos 50 años se han producido al menos una decena de extinciones a nivel local en toda la Macaronesia, lo que es muy llamativo», añade Raúl Orihuela, investigador del IPNA-CSIC y uno de los autores principales del artículo que revela esta realidad. 

Aunque Canarias no es la única afectada por un modelo económico que ha denostado durante décadas el cuidado de la naturaleza, pero sí es la que más lo ha sufrido. «De las 13 extinciones globales, Canarias ha sufrido siete, a la que este año y fuera del estudio, se ha unido una más», revela Patiño. Como víctimas de este proceso de desaparición progresiva se encuentra una especie de codeso, unas siemprevivas, también violetas e incluso una especie tan característica como la retama. «Los datos revelan que las tasas de extinción en la Macaronesia superan a las naturales en un orden de magnitud inédito», insiste Orihuela que concluye que esto es un indicador del «fuerte impacto de la actividad humana ligado al origen volcánico de la Macaronesia.

Usos de la naturaleza

Las extinciones han seguido diferentes patrones dependiendo del momento del desarrollo histórico en el que se encontraran los archipiélagos. Así, por ejemplo, a finales del siglo XIX y principios del XX, en Canarias se produjeron «algunas extinciones importantes en las zonas de medianía», tal y como explica Patiño. Los investigadores creen que el fenómeno por aquel entonces estuvo relacionado con el desarrollo urbano, la utilización de leña y el cambio de uso de los suelos para la agricultura, lo que acabó con especies de los bosques termo-esclerófilo. Ejemplo de ello son las medianías de Gran Canaria donde, hasta mediados de 1940, «todas las zonas altas estaban dominadas por pinar», pero fueron deforestadas para dejar paso a la agricultura. De hecho, esa isla contaba con el bosque de laurisilva más grande de Canarias del que hoy en día apenas queda un 10%. 

Pero mientras este resultado era «esperable»; menos previsible fue que, de la noche a la mañana, el entorno costero se convirtiera en «punto caliente» de extinción.»En estos años aparece un núcleo de extinción en la zona que antes no existía», destaca Orihuela. «Es bastante notable y no solo ocurre en Canarias, aunque sí empieza en las Islas porque el boom turístico comienza 30 años antes que en el resto de la Macaronesia», añade Patiño.

Los resultados obtenidos, especialmente los referentes al impacto costero, son un indicativo, a ojos de los investigadores, de que el modelo económico de Canarias debe cambiar. En especial, porque a día de hoy, este proceso no ha terminado. «El proceso está en incremento constante y tenemos ejemplos recientes de extinciones en el entorno costero», resalta Patiño, que insiste en que «es muy notable la correlación que existe entre el fenómeno que se da en zonas costeras y el desarrollo turístico o el impacto combinado entre el turismo y el cambio climático».  

El cambio climático también está detrás de la desaparición de especies en las cumbres de las islas de mayor relieve (Tenerife, La Palma y Gran Canaria) donde el proceso de extinción, sin embargo, comenzó mucho antes. "Aquí se han producido otro tipo de alteraciones, la mayoría relacionada con la aparición de hervíboros invasores como cabras, muflones o conejos", revela Patiño, que insiste que el daño que han hecho estos animales en las cumbres canarias es equiparable al del desarrollo turístico en la costa.

Extinción oscura

Pese a haber encontrado el primer dato objetivo y constatable con respecto a todas las extinciones que ha vivido la Macaronesia, los investigadores no descartan que las víctimas de la actividad humana en las Islas sean muchas más. «No hemos tenido en cuenta las que pudieron extinguirse antes de 1750 –al no haber una nomenclatura general– y otras, por no conocerlas en aquel entonces, pueden haber desaparecido sin que nos demos cuenta», sentencia Orihuela. Este fenómeno se denomina «extinción oscura». Ejemplo de ello es el reciente hallazgo de una especie de planta totalmente desconocida para la ciencia en una momia guanche. «El Museo Canario describió una especie ya extinta que era utilizada por los aborígenes, pero de los que nadie tenía constancia», insiste Orihuela. 

Por último, el estudio también ha identificado varios factores que pueden hacer a una planta más vulnerable a la extinción. Entre estos se incluye la presencia de mamíferos herbívoros invasores, el crecimiento de la población humana así como la poca altitud y la antigüedad de las islas. Los investigadores también identificaron algunas características de las plantas las hacen más propensas a la extinción. Las más proclives a sufrir las inclemencias de la actividad humana son las endémicas de un archipiélago, las leñosas, las polinizadas por vertebrados, las dispersadas por animales (zoocoria), o las que son capaces de fijar nitrógeno, ya que son «más apetitosas para los herbívoros». Los investigadores creen que conocer estas características pueden posibilitar realizar planes de conservación más dirigidos. «Al ver qué características están representadas en esas especies altamente amenazadas podemos hacer planes prioritarios para proteger sus poblaciones y su hábitat», recalca Patiño n

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