Así cazan a los menores

Pedófilos al acecho en internet: ojo con los chats nocturnos de los adolescentes

Dos agentes, durante la investigación de la operación Giatros contra un ciber depredador pedófilo

Dos agentes, durante la investigación de la operación Giatros contra un ciber depredador pedófilo / IGAT

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Madrid

La Guardia Civil ha desvelado este sábado el resultado de la que bautizada como Operación Giatros, que se ha desarrollado contra uno de los ciber depredadores más activos detenidos en los últimos tiempos en España, y los detalles de este caso suponen toda una llamada de alerta a los padres de menores con teléfono móvil: ojo con el chateo nocturno de los niños, ese que la familia no ve, porque lo lleva a cabo el menor en horas en que la familia duerme; es el momento en que el hijo o la hija pueden estar siendo captados por un agresor sexual.

Al ciber depredador, que actuaba desde una localidad de la provincia de Cáceres, se le ha intervenido un volumen asombroso de contenido pedófilo y pornográfico. son más de 2,5 terabytes de información almacenada en discos duros y tarjetas de memoria, 560.000 archivos, 300.000 fotos y más de 2.000 vídeos. Parte de este material proviene de una intensa actividad delictiva: al pedófilo se le han podido comprobar 7.200 conversaciones abiertas en todo tipo de redes sociales y chats.

El sujeto detenido, que pasó a prisión provisional y ha salido de la cárcel en espera de juicio, cumple con diversos patrones de comportamiento del pedófilo al acecho, pero se sale del retrato robot en dos detalles: mayor de 50 años, sin antecedentes delicuenciales, no se dedicaba a ninguna profesión o afición que le tuviera en contacto con niños, ni la educación, ni los deportes... y destaca por su extraordinariamente activa cacería.

La Guardia Civil ha podido identificar 11 víctimas, todos muchachos menores de edad, repartidos por toda España, incluida la presa cero, aquella sobre la cual los padres hicieron una primera denuncia. En este caso se trata de una familia residente en otra localidad de Cáceres.

Así es el peligro

El detenido llevaba a cabo sus campañas de grooming (acoso a menores) en una gran variedad de redes sociales con mensajería, o sea, con chats por los que poder comunicar con el usuario. Estos son los seis detalles clave del comportamiento que le han descubierto agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial y del Equipo Mujer-Menor del instituto armado:

1.- Los menores objetivo están en la franja de edad comprendida entre los 13 y los 18 años.

2.- El primer escenario de actuación era un chat de videojuego. Son espacios en los que podía entrar sin necesidad de loguearse (inscribirse dando datos personales), Los menores frecuentan juegos como el Minecraft o el Fornite, en los que pueden interactuar con otros jugadores durante la partida.

3.- El agresor ingresaba en conversaciones de juegos en marcha utilizando nicknames de aire infantil, o sea, se camuflaba como otro menor más.

4.- Este ciber depredador se caracteriza por la paciencia: ha llegado a mantener vivas conversaciones con menores durante años.

5.- El acosador elegía una fanja nocturna, a partir de la media noche y hasta la madrugada, para tender las redes. Es cuando los padres duermen y el menor puede ponerse a navegar y jugar sin vigilancia.

6.- Una vez establecido el contacto, la captación ha seguido las fases clásicas: primero, charla en espacios abiertos; después, invitación a hablar en privado por otro tipo de mensajerías, como puede ser Telegram; cuando ya hay confianza, videollamada por skype u otras plataformas de comunicación con cámara; después, petición -o exigencia- al menor de que se haga fotos o se grabe en vídeo y le mande las imágenes.

Rastreo complicado

Después de todo este proceso, en algunos de los casos rastreados por la Guardia Civil ha llegado del depredador una invitación para verse físicamente y mantener encuentros sexuales.

A las familias sin conocimiento sobre cómo funcionan los chats de videojuegos y espacios virtuales de encuentro entre adolescentes les resulta muy complicado rastrear la actividad del hijo, pese a que las plataformas suelen guardar el historial. En la mayoría de los casos la caza del acosador no se descubre hasta que el menor da la primera señal de alarma.

La búsqueda de nuevas víctimas continúa a pesar del tiempo transcurrido, pues la cantidad de bytes y de perfiles que investigar es enorme. En este campo delicuencial hay un importante porcentaje de infradenuncia, porque las familias, sobre todo las residentes en pequeñas localidades, tratan de huir del escándalo o la vergüenza, y de que las pesquisas judiciales acaben dañando la fama del menor. De ahí que los expertos policiales que investigan estos casos suelan hacerlo con el máximo sigilo.

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