Conservación de la fauna marina
Un día en el 'hospital de tortugas' de Barcelona: "Llegan ejemplares malheridos que escupen desde tapones hasta vasos de plástico"
La fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM), de El Prat de Llobregat, ha logrado rescatar más de 350 animales en las aguas del Mediterráneo en colaboración con pescadores catalanes

Los veterinarios tratan a Primavera, una tortuga que recibe tratamiento en la UCI del Instalaciones del CRAM. / Ferran Nadeu
Valentina Raffio
A principios de febrero, un grupo de pescadores encontró a una tortuga atrapada en una de las redes de pesca que habían desplegado en el litoral de la localidad tarraconense de Sitges. Casi a la vez, otra embarcación pesquera de Sant Carles de la Ràpita también notificó una captura accidental de una tortuga marina en sus redes. En ambos casos, los pescadores habían recibido formación sobre cómo actuar ante este tipo de casos y, tras percatarse de lo ocurrido, llamaron rápidamente a la “ambulancia del mar” de la fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM). Según explican los veterinarios de esta entidad, gracias a esas llamadas se ha logrado “salvar la vida de unos animales que, de no ser por las labores de rescate, lo más seguro es que hubieran muerto”. “Gracias a la colaboración con los pescadores hemos rescatado a más de 350 tortugas en las costas catalanas”, explica, entusiasmada, Elsa Jiménez, directora del CRAM.
"Gracias a este proyecto hemos podido salvar la vida de unos animales que, de no ser por las labores de rescate, lo más seguro es que hubieran muerto"
La historia de estas tortugas es solo una muestra de lo logrado hasta ahora con la iniciativa 'Pescadores a favor del mar' que este miércoles recibe el prestigioso galardón a la Conservación de la Biodiversidad en España de la Fundación BBVA, y muestra hasta qué punto es importante la colaboración entre el sector pesquero y los programas de conservación de la fauna marina. "Las zonas donde habitan las tortugas también son las áreas donde hay mayor concentración de pesca, como en el caso del delta del Ebre. Por eso mismo es tan importante concienciar a las personas que trabajan en estas aguas sobre cómo interactuar con el entorno para minimizar los daños en el ecosistema y en especies vulnerables como las tortugas", explica Montse Pal, responsable de comunicación de la entidad.

Ignacio Peña, veterinario del Área de Clínica y Rescate, examina a una tortuga ingresada en el CRAM. / FERRAN NADEU / EPC
En los últimos ocho años, desde que se puso en marcha esta iniciativa, los técnicos del CRAM han impartido más de 70 formaciones a pescadores del litoral catalán, han rescatado a más de 350 tortugas y se ha conseguido salvar la vida y reintroducir en su hábitat natural a más del 93% de los ejemplares rescatados. “Somos un hospital de tortugas. Nuestro objetivo es rescatar a estos animales, curarlos y devolverlos cuanto antes al mar. Para nosotros el éxito no son las labores de rescate, sino ver cómo los animales vuelven a nadar sanos y salvos en el Mediterráneo”, afirma, sonriente, Pal mientras alimenta a una de las 16 tortugas que en estos momentos están ‘hospitalizadas’ en las instalaciones del CRAM bajo la atenta mirada de un equipo de veterinarios y voluntarios que las cuidan durante su proceso de recuperación.
En una de las piscinas de este ‘hospital del mar’ situado en pleno litoral catalán, en las costas de El Prat del Llobregat, una tortuga nada en círculos mientras una enorme herida atraviesa su caparazón. Los pescadores que dieron aviso la llamaron Pepita y es así como, aún hoy, los veterinarios se refieren a ella. “Las heridas de esta tortuga son compatibles con una colisión contra la hélice de un barco. El choque le destrozó el caparazón y la dejó malherida. De no ser por el rescate, lo más seguro es que hubiera muerto”, explica Ignacio Peña, veterinario del Área de Clínica y Rescate encargados ahora de su cuidado. El animal llegó al centro hace unas semanas con una herida, un problema respiratorio y atosigada de plástico. “Escupió varios tapones de botellas, palitos de caramelo, envoltorios de alimentos, trozos de vasos de plástico…”, comentan sus cuidadores.
En estos momentos en las instalaciones del CRAM hay 16 tortugas ingresadas, todas ellas por captura accidental o colisión con barcos
Pepita se enfrenta ahora a un largo proceso de recuperación en el que, por ejemplo, tendrá que volver a aprender a comer con normalidad tras sobrevivir quién sabe cuánto tiempo con el estómago taponado por plásticos. También tendrá que recuperarse de la gigantesca fractura que en estos momentos atraviesa su caparazón pero que, por suerte, se acabará curando con éxito. Su proceso de recuperación será largo pero, según explican sus cuidadores, todo apunta a que Pepita saldrá de esta y en unos meses volverá a nadar libre en las aguas del Mediterráneo. “El día de su liberación haremos un evento en el que invitaremos a los pescadores que la encontraron para que puedan ser partícipes de este momento tan emotivo y concienciarse, una vez más, de la importancia de cuidar y proteger a estos animales tan fascinantes”, comenta Pal mientras observa, orgullosa, cómo Pepita vuelve a ingerir pescado tras días de ayuno.

Montse Pal, responsable de comunicación del CRAM, muestra unos envases en los que se almacenan los plásticos escupidos por algunas de las tortugas ingresadas. / FERRAN NADEU / EPC
Cada animal llega al centro con una historia única pero, desgraciadamente, con muchos problemas en común. Según explican los responsables del centro, todas las grandes amenazas que en estos momentos acechan a las tortugas tienen que ver con la actividad humana. Y no solo por cuestiones como la captura accidental o las colisiones con embarcaciones. El 90% de las tortugas ingresadas el año pasado, por ejemplo, expulsaron restos de plástico durante su proceso de recuperación. Y cada vez son más los ejemplares que se ven obligados a migrar por el impacto del cambio climático en las aguas y en los ecosistemas del Mediterráneo. “Los humanos hemos sido hasta ahora la gran amenaza para la supervivencia de esta especie, así que ahora es nuestra obligación hacer lo posible para protegerlas”, afirma Pal.
El 90% de las tortugas ingresadas el año pasado, por ejemplo, expulsaron restos de plástico durante su proceso de recuperación
En sus casi 30 años de historia, el CRAM ha atendido a más de 1.300 tortugas marinas, unos 650 cetáceos como delfines y ballenas, así como más de 250 aves marinas. "Cada historia es una fuente de inspiración, una oportunidad de crear conciencia y una muestra de la enorme biodiversidad que tenemos en nuestras aguas y que, muchas veces, ni siquiera conocemos", afirman los responsables del centro justo mientras un grupo de escolares observa estupefacto algunas de las tortugas ingresadas en el centro. "Llevamos años advirtiendo sobre los peligros que sufren estos animales pero muchas veces no es hasta que los ves que entiendes la gravedad del problema y, sobre todo, la necesidad de actuar", añaden.
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