Una madre denuncia la falta de atención a su hijo diabético en el colegio: "Hacíamos guardia por fuera por si pasaba algo"
Laura Beltrán pide que se amplíe el horario del auxiliar de enfermería para que su hijo, de nueve años, tenga supervisión durante el comedor

Santiago y su madre, a las puertas de su colegio / Andrés Gutiérrez
Al pequeño Santiago Martín, un tinerfeño de nueve años, le diagnosticaron diabetes tipo 1 en diciembre de 2023. Esas Navidades las pasó en el hospital y, desde entonces, ha tenido que aprender a lidiar con una enfermedad que, pese a que cada vez es más habitual, le acompañará de por vida y condicionará su día a día y el de sus familiares.
Hasta hace un año, la diabetes no suponía un impedimento para que el menor acudiera a clase con normalidad, pues en su colegio contaban con un auxiliar de enfermería que controlaba sus niveles de glucosa y, en los peores casos, evitaba que sufriera una hipoglucemia o hiperglucemia –episodios en los que la glucosa en sangre aparece en cantidades muy bajas o excesivas–.
Sin embargo, este curso se ha recortado el horario del sanitario, de siete a cinco horas, y, por tanto, no está presente durante el comedor. Esa es la principal petición de la familia: que el horario del auxiliar de enfermería en el colegio sea el mismo que el año pasado, de 8:30 a 15:30, para que pueda atender la necesaria supervisión del comedor.
Comenzaron el curso sin sanitario
La madre del niño, Laura Beltrán, relata que durante el primer mes de clase no contaban con la figura de este profesional y que, en octubre, se incorporó pero con menos horas. «El curso empezaba el lunes y nos lo comunicaron el viernes anterior, sin margen. Al principio hacíamos guardias por fuera del colegio por si le pitaba el sensor y, ahora, tenemos que estar atentos cuando se marcha el auxiliar para salir corriendo si ocurre algo», asegura. En esta línea, señala que en tres ocasiones han tenido que acudir porque el menor ha entrado en hipoglucemia.
"Hemos tenido que salir corriendo unas tres veces porque el niño ha entrado en hipoglucemia"
En Santiago, según detalla su madre, estos episodios se están produciendo casi todos los días, varias veces. El principal riesgo que acarrean para el pequeño es que pueden provocar mareos, dolores varios y, en casos más extremos, pérdida del conocimiento o incluso el fallecimiento.
En su centro, El Chapatal, había otras niñas con diabetes, pero algunos han optado por cambiar de colegio y otra tiene una bomba de insulina que facilita la administración. Aun así, han presentado varias reclamaciones a la Consejería solicitando retomar el servicio en el horario del curso pasado. «El año anterior, el auxiliar me entregaba en mano a Santiago, lo que para nosotros suponía una enorme tranquilidad porque él es demasiado pequeño para automedicarse y decidir cuánta glucosa o insulina necesita en cada caso». Además, en caso de hipoglucemia grave, alguien con conocimientos adecuados deberá administrarle el glucagón para evitar males mayores.

Santiago y su madre, a las puertas del colegio / Andrés Gutiérrez
El pequeño sabe hacerse un análisis capilar en glucómetro, avisar si suenan las alarmas de su sensor cutáneo e inyectarse insulina, pero necesita una persona que lo supervise y tome ciertas decisiones. Por este motivo, la solución por la que han optado estos meses es que Santiago adelante su turno de comedor para que el auxiliar le pinche antes de irse.
«En lugar de normalizarlo, el centro nos ha puesto bastantes trabas y es un poco frustrante. Él va a comer con otros chicos que no son los de su grupo y no ha podido tener un curso normal por este problema», defiende. A ellos, como familia, también les ha creado mucha ansiedad y nerviosismo, «tenemos que salir del trabajo para pincharlo y mi madre incluso ha pensado en dejarlo para poder estar más atenta a él».
La respuesta de Educación
La Consejería de Educación, por su parte, argumenta que se trata de un centro preferente para alumnado motórico, por lo que hay ciertos profesionales que solo estarán si hay alumnos motóricos que lo requieran, como es el caso de la figura del auxiliar de enfermería. Así ocurrió el curso pasado, un estudiante precisó el servicio a horario completo y, transversalmente, el alumnado diabético se benefició del recurso.
Este año, ese estudiante no está y se decide mantener al auxiliar por la presencia niños con diabetes, pero solo para cinco horas diarias, una condición establecidas en el contrato con la empresa Aeromédica. Por ello, Educación defiende que aumentar las horas para atender a alumnado con condiciones especiales de salud en servicios complementarios conllevaría un incumplimiento de las condiciones de este contrato y daría pie a una denuncia por cesión ilegal de trabajadores.
En el nuevo pliego de prescripciones técnicas, que se está preparando para la licitación de un nuevo contrato, sí contempla la cobertura del servicio de comedor. No obstante, no será una mejora posible con las condiciones actuales, por lo que al menos en este curso la situación no tendrá remedio.
Versiones dispares
En esta línea, la Consejería asegura que esta información se le ha explicado a la madre «en reiteradas ocasiones». Ella lo niega e insiste en que no ha recibido respuesta a sus escritos y que el colegio no le da ninguna solución. «En el colegio me dicen que se ha quitado del comedor porque está fuera del horario lectivo, que todos tenemos problemas y que si ocurre algo se llamará a la ambulancia, pero yo así no me quedo tranquila», reveló.
En otro colegio concertado de Santa Cruz no cuentan con sanitarios y han optado por formar al profesorado para que sean ellos los que atiendan a los pequeños con diabetes. Beltrán manifiesta que, en este punto, también le valdría esa opción. «Siempre es mejor que lo haga un experto, pero nosotros en casa tampoco lo somos y nos apañamos. Lo que me gustaría es que al menos hubiera una persona que se hiciera responsable durante la hora de comedor».
La madre confiesa que siente como si estuviera «chocando con una pared» y considera que los niños con patologías o necesidades especiales deberían estar más protegidos en los centros educativos.
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