Wooptix, la empresa canaria que 'romperá' el mercado de los chips
La empresa se prepara para recibir una inversión de cuatro millones del Gobierno central que supone el primer paso para escalar su producción y crear una fábrica de su tecnología en Tenerife
Hace casi treinta años, el astrofísico José Manuel Rodríguez oteaba, como de costumbre, el cielo nocturno a través de un telescopio para recopilar imágenes del universo para su tesis doctoral. Pese a lo increíble que pudieran parecer las fotografías del cosmos, a Rodríguez se le antojaban borrosas y poco definidas. Hoy, gracias a su empeño por acelerar los procesos de cálculo que generaban esas mismas imágenes, Rodríguez ha logrado alcanzar uno de los hitos más importantes de la economía canaria: demostrar que la ciencia también puede ser un éxito empresarial de alcance mundial. Wooptix, la empresa que creó en 2016 como una spin-off de su línea de investigación en la Universidad de La Laguna, se ha convertido en uno de los negocios más codiciados de Europa gracias a los avances que han realizado en el sector de la fabricación de microchips y está demostrando que la ciencia hecha en Canarias también puede ser sinónimo de economía.
Tras visitar sus instalaciones el pasado jueves, el Gobierno estatal planea una inversión inicial en la empresa que asciende a cuatro millones de euros. "El Gobierno entra en Wooptix con el objetivo de multiplicar la capacidad productiva de la industria española del chip", destacó el ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, en el momento en el que anunció esta inyección presupuestaria para la pequeña empresa canaria (aún cuenta con menos de 50 trabajadores). Wooptix es así la primera empresa de España en ser financiada por la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT), el ente público empresarial encargado de gestionar y coordinar las inversiones públicas en los ámbitos de innovación tecnológica.
La inversión, aunque no es demasiado cuantiosa, servirá para dar el salto de fe que requiere la empresa para poder desarrollar en los próximos años una verdadera industria en las Islas. "La siguiente inversión va a ser enorme, podremos montar una fábrica de nuestro producto en Tenerife", recalcó. Wooptix no construye microchips ni semiconductores, pero hace que el proceso de fabricación sea mucho más ágil, rápido y preciso que cualquier otra fórmula utilizada en la actualidad. "Es el futuro del sector", insiste Rodríguez, que concluye que "la forma de fabricar chips va a cambiar y solo nosotros proveemos ahora mismo una tecnología de metrología capaz de hacer frente a esas modificaciones".
Ensambles sin fallos
Lo hace a través de una innovadora tecnología que es capaz de hacer cálculos en cuestión de milisegundos durante la fabricación de las obleas de silicio para garantizar que se están ensamblando sin ningún fallo. "Con nuestra tecnología podemos averiguar la superficie de una oblea de silicio –un disco de 30 centímetros de diámetro muy pulido– en milisegundos porque manejamos luz y porque nuestros algoritmos son muy rápidos", recalca el investigador. Esto permite reducir fallos en esta primera fase de la producción de microchips. "Podemos controlar la calidad de cada oblea que entra en una fábrica de chips de forma instantánea y con una resolución de 8 millones de píxeles, frente a los 700.000 que ofrecen los procesos actuales", indica.
Cabe recordar que, posteriormente, estas obleas de silicio de varias capas son imprimidas con circuitos sobre los que también se colocan componentes como transistores. El proceso para construir un microchip tiene 1.500 pasos y la innovación canaria estaría presente en las primeras fases.
Sin embargo, esta es solo una de las aplicaciones de una tecnología mucho más compleja y profunda. "Lo que aplicamos es el conocimiento de la luz tanto en intensidad como en fase y a toda resolución, por primera vez en la historia", indica el investigador. De hecho, esa misma tecnología se puede utilizar en grandes telescopios para mejorar la resolución de las imágenes que llegan desde las profundidades del cosmos, para mejorar las comunicaciones ópticas a través de láser o para medir la parte transparente del glóbulo ocular y así detectar enfermedades oftalmológicas más rápido. "Después de una operación somos los primeros en ver el efecto de un láser en una operación de ojo", resalta el investigador que insiste: "es una tecnología tan buena que se puede aplicar en muchos ámbitos".
Aunque para Rodríguez, una de las mejores aplicaciones de esta innovación es, en realidad, entender que lo que ha primado hasta ahora en el mercado no era lo mejor que se podía tener. "Nuestra tecnología es ideal para fabricar ópticas, para fabricar las lentes intraoculares en las operaciones o para demostrar que las ópticas que nos están vendiendo son una porquería", sentencia.
La clave del éxito
¿Y cuál es el secreto? Rodríguez no se lo guarda. "Esto es fruto de la investigación fundamental realizada a máximo nivel internacional", sentencia el investigador. Pero no es lo único. El carácter emprendedor del astrofísico tuvo mucho que ver. Rodríguez se embarcó en una aventura muy poco común en España: la de proteger con una patente su investigación y empezar a desarrollarla de manera práctica. "Me empeñé en que tenía que transferir y parecía un poco loco, porque en España no hay tradición de esto", indica. En realidad, los investigadores españoles son más proclives a investigar y publicar, algo que para Rodríguez supone "regalar" estos resultados. "Los anglosajones no hacen esto; ellos protegen sus patentes, las transfieren y le sacan partido, y eso es lo que les permite estar a un nivel económico tan alto. Dominan la tecnología", concluye.
Esta nueva cultura está empezando a calar en algunas comunidades autónomas, como Madrid, País Vasco y Madrid, y Rodríguez quiere que su ejemplo sea "tractor" para que también se lleve a la práctica en las Islas. Es una de las razones por las que, tras su vuelta a la docencia en la ULL –que compagina con sus labores empresariales–, ha decidido también dedicar parte de su tiempo a dirigir la Oficina de Transferencia de la universidad. "Hemos creado un programa para lanzar nuevas spin-off creyendo que se apuntarían 6 o 7 grupos y nos hemos encontrado en el primer año con más de 30 solicitudes", resalta.
Pero si hay algo que para Rodríguez ha sido verdaderamente la clave de su éxito ha sido juntar a investigadores de diversas ramas del conocimiento. "En esta empresa tenemos físicos, ingenieros de varios tipos (químicos, informáticos, ópticos) y hasta biólogos", resalta el científico. De hecho, su intención desde hace años es también conseguir que su empresa sea parte de la formación superior de los canarios, habiendo dirigido hasta ahora 11 tesis doctorales, contratando a doctorandos y tratando de fomentar un entorno de trabajo basado en el avance de la ciencia a través de la formación superior.
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