Nuevas relaciones afectivas
Tener más de 60 años y optar por no vivir con tu pareja: “Conservo mi libertad y no discuto por el mando de la tele”
Un estudio británico apunta a que cuando las personas mayores de 60 años forman una relación, vivir separados es 10 veces más común que el matrimonio
Patricia Martín
Pilar Gómez tiene 71 años, vive en Barcelona, es madre de dos hijas y se divorció hace unos años tras cuatro décadas años de matrimonio. Hace un lustro, conoció a Víctor García, de 73 años, también divorciado y padre de un hijo, en el casal del barrio. Iniciaron una relación, pero viven cada uno en su casa. “No por conocer a alguien hay que meterlo en casa. Estoy en un momento de la vida en que quiero mantener mi libertad, mi independencia, mis amigas, mis salidas..., tengo el control absoluto de mi vida y no quiero discusiones por el mando de la tele o preguntas en plan ‘¿sales otra vez?’, explica Pilar, convencida de que este modo de vida le produce “alegría y ganas de vivir”.
Pilar y Víctor constituyen una pareja LAT, las siglas en inglés de ‘Living Apart Together’, un modelo de relación al alza que, según un reciente estudio inglés, proporciona más bienestar, igualdad de género y menos conflictos a las parejas que apuestan por esta forma de vida. El término LAT también puede referirse a parejas formadas por jóvenes que viven por separado porque no pueden emanciparse o porque cada uno trabaja en una ciudad distinta. Pero el estudio de la London’s Global University y publicado en ‘Journal of Family Issues’ pone el foco en las personas mayores de 60 años, porque se ha detectado que en la madurez es más frecuente este tipo de relaciones sin convivencia por elección y no por obligación. De hecho, la investigación apunta que cuando las personas mayores de 60 años forman una relación, vivir separados es 10 veces más común que el matrimonio.
A partir de los 60 años este tipo de relaciones sin convivencia por elección son más frecuente que en las parejas más jóvenes
La investigación revela que en Reino Unido un 4% de los mayores de 60 años tienen parejas LAT, un porcentaje equiparable al de EEUU, Países Bajos y Canadá. También coincide con los datos arrojados por la investigación publicada en el año 2022 por la Universidad de Málaga (‘La gestión de la intimidad en la sociedad digital'), que indica que en España el 7% de las parejas de todas las edades no conviven, un 4% en la franja de entre los 50 y los 59 años.
En España las parejas que no conviven están formadas sobre todo por jóvenes, pero si se focaliza en las que optan por este tipo de vida para mantener su independencia, la edad asciende a los 42 años
El estudio muestra que en España las parejas LAT están formadas sobre todo por jóvenes, pero si se focalizan en las que optan por este tipo de vida para mantener su independencia, la edad media asciende a los 42 años.
Madurez y etapa sénior
Además, la mayor esperanza de vida y el retraso de la llegada de la llamada tercera edad, unido a la crisis de la familia convencional, hace que sea una tendencia cada vez más extendida en la madurez, sobre todo a partir de los 40 años, según explican sexólogos y expertos en parejas. Hay que tener en cuenta que, hace unas décadas, apenas había divorciados, pero ahora abundan y muchos de ellos quieren emprender una nueva relación, pero sin ataduras.
Irene y José María, ella de 55 años y él de 65, llevan 12 años de relación y no se plantean vivir juntos ni cuando los hijos de ambos, ya en la veintena, abandonen el nido
Por ejemplo, en Madrid, Irene y José María, ella de 55 años y él de 65 -sus nombres son falsos, ya que prefieren preservar su privacidad-, llevan 12 años de relación y no se plantean vivir juntos ni cuando los hijos de ambos, ya en la veintena, abandonen el nido. Irene se separó tras 15 años de matrimonio y conoció a José María, también divorciado, a través de amigos comunes. Pero “no quería cometer el mismo error que con su matrimonio”, etapa en la que la convivencia provocó que “la chispa” se agotara. Por eso habla con José María por teléfono todos los días, pero espacian sus encuentros y así, cuando se ven, “es su momento”. Y la "chispa" continúa viva tras 12 años de relación.
A su vez, él explica que en un inicio no optaron por vivir juntos para no mezclar familias de ambos pero ahora han visto que “es más cómodo, porque la convivencia da lugar a roces y así hay menos posibilidad de chocar”. “Viviendo con él, creo que la relación hoy en día no seguiría adelante”, confiesa Irene.
Ser una pareja LAT cada vez es más común y comprendido pero, todavía, genera reticencias porque la sociedad asume “compromiso a convivencia"
Hay que tener en cuenta que ser una pareja LAT cada vez es más común pero todavía genera reticencias porque la sociedad asume “compromiso a convivencia, cuando no tiene nada que ver y puedes convivir y ser infeliz o infiel y no convivir y estar plenamente comprometido con la otra persona”, señala Núria Jorba, sexóloga y terapeuta de parejas.
En virtud a su experiencia, ser una pareja LAT solo “trae beneficios porque la convivencia apaga el deseo y la conexión y sin vivir juntos siempre es como al inicio de la relación, donde sólo se queda para pasarlo bien”.
Relaciones previas
También, Carme Sánchez, psicóloga y sexóloga, considera que en este tipo de relaciones donde la no convivencia es voluntaria prima más “el ocio que la cotidianidad” y, normalmente, es una opción preferida por personas con mucha vida social, que han tenido relaciones previas no exitosas, así como por mujeres que han vivido “situaciones de control” por parte de sus exparejas y quieren que sus nuevas relaciones estén en un plano de igualdad.
Es una “solución cómoda” para las llamadas familias reestructuradas, en referencia a que no obliga a convivir a los hijos de los dos miembros de la pareja
A su vez, Roberto Sanz, sexólogo de la Fundación Sexpol, destaca que es una “solución cómoda” para las llamadas familias reestructuradas, dado que que no obliga a convivir a los hijos de los dos miembros de la pareja. Y suele ser apreciada por personas que disfrutan de la soledad y la libertad y, “después de años viviendo a su aire, no quieren volver a las trifulcas por quien lava los platos”.
Las únicas desventajas, según los especialistas consultados, es que sale más caro que compartir una vivienda y los gastos y que algunas personas necesitan un apoyo de su pareja diario, pero a su juicio, es un problema “de fácil solución” con una llamada o la comunicación virtual.
Así hacen a diario Pilar y Víctor, que guardan, cada día, un momento para llamarse y contarse cómo les ha ido la jornada. Y cuando quedan van al teatro, al cine o a un restaurante. “Él está pendiente de mis gustos, me propone cosas. Igual, si viviéramos juntos, él no querría salir, estaríamos apalancados -relata Pilar-. Lo que me queda de vida quiero pasarlo bien, cada día con una pequeña ilusión, porque he tenido la suerte de vivir dos vidas, con mi pareja anterior y ahora”.
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