Delincuencia organizada

La ‘zafra’ de los hurtos con cruceristas y golfistas

La Fiscalía y cuerpos de seguridad tratan de frenar la oleada de robos al descuido de cada temporada entre noviembre y abril

Imagen de archivo de una intervención de la Policía Nacional.

Imagen de archivo de una intervención de la Policía Nacional. / El Día

Policía Nacional, Guardia Civil y la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife buscan trabajar de forma conjunta contra los grupos de crimen organizado que llegan del extranjero para cometer hurtos de carteras u otros artículos que tengan buena salida en el mercado ilegal. Estos delincuentes profesionales suelen llegar a Tenerife en octubre o noviembre y se marchan en abril. En ese periodo se desarrolla su zafra delictiva. Y su objetivo principal son turistas, que regresan a sus países pocos días después del delito. Pero para los carteristas todavía resultan mucho más atractivos los cruceristas, pues muchos de ellos se dan cuenta de que les han robado cuando ya están en alta mar o en otro puerto, y resulta mucho más difícil denunciar en otra provincia u otro país.

El fenómeno no es nuevo. Hace dos décadas que se sabe cómo actúan, pero, por varias causas, las acciones policiales no les frenan ni en el Archipiélago ni en otros destinos turísticos del país. En el caso de la capital tinerfeña, suelen actuar en zonas como la calle Castillo, La Noria, entorno del Mercado o en la Avenida de Anaga, por ejemplo. Pero llegan a introducirse en el recinto portuario también.

En el resto de la Isla, suelen delinquir donde haya concentración de turistas, como paradas de guaguas, zonas comerciales, miradores, espacios protegidos o en el Parque Nacional del Teide.

La labor de policías nacionales y guardias civiles no es sencilla, con unos ladrones escurridizos y que, a veces, para los agentes menos experimentados, no se distinguen de los verdaderos turistas, gracias a su aspecto físico y su ropa. La inmensa mayoría son de Rumanía.

El principal reto de las fuerzas de seguridad es atraparlos cuando cometen el delito, que las víctimas los identifiquen y que se demuestre que han sustraído dinero o efectos por más de 400 euros.

En las últimas semanas están llegando las primeras denuncias de las víctimas a los juzgados. Un objetivo de la Policía y de la Fiscalía es que, si son atrapados, se les pueda imponer una orden de alejamiento de determinados enclaves. Pero está por ver que, si quedan libres, cumplan dicha medida.

Muchos se alojan en apartamentos a través de conocidas plataformas de alquiler vacacional.

Donde detecten algún resquicio, allí actuarán sin contemplaciones. Hace pocos días, la Guardia Civil detuvo en el sur de Tenerife a dos rumanos que robaron en campos de golf. En cuatro ocasiones sustrajeron dinero o joyas cuando las víctimas practicaban el dicho deporte.

Hace años que la Policía Nacional y el Instituto Armado realizan cada año la operación Danubio contra esta delincuencia organizada. A finales del 2019 y comienzos del 2020, una oficial de la Policía Rumana, Constantin Olimpia, trabajó en Tenerife junto a la Policía Nacional para identificar, localizar y detener a delincuentes de su país y otros estados de Europa del Este.

Estaba destinada en la Inspectoría General de Dirección e Investigación Criminal, una especie de Policía Judicial que, entre otras cosas, persigue a delincuentes rumanos que operan en otros países. Señaló que los compatriotas suyos que roban al descuido en Canarias y otros destinos lo hacen «para poder vivir, no para hacer negocio». En febrero de este año, agentes de Vigilancia Aduanera y de la Guardia Civil recuperaron 17 teléfonos móviles de alta gama que fueron robados en zonas turísticas de Tenerife e iban a ser enviados, vía postal, a Rumanía. Los funcionarios detuvieron a una persona e investigaron a otras dos. A los presuntos autores de los hurtos se les intervino un traductor inteligente y diversas divisas por valor de más de 7.000 euros. Los móviles iban a ser enviados a otro país de la Unión Europea con declaraciones falsas en los paquetes postales.

Estas intervenciones de las fuerzas de seguridad no son, ni mucho menos, las más frecuentes. En realidad, pueden considerarse una excepción. La mayoría de objetos sustraídos al descuido o el dinero nunca son localizados.

En las últimas dos décadas son muy pocos los delincuentes de bandas profesionales que han sido condenados judicialmente por hurtos. La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo confirmó en julio del 2023 la sentencia que condenó a dos hombres a tres años de prisión y al pago conjunto de más de 4.000 euros por robos continuados en tiendas en el sur de Tenerife. Se les atribuye haber cometido delitos en 12 comercios durante el 2016, para sustraer bebidas alcohólicas, tabaco y postales. Todos los comercios pertenecen a la misma empresa. Aunque en algunos casos no se pudo determinar su culpabilidad, en una ocasión llegaron a robar 140 cajetillas de cigarrillos, seis botellas de vodka, 400 postales y varios equipos deportivos. Es decir, su captura fue posible por los equipos de videovigilancia de la citada mercantil. En el 2022, la Fiscalía tramitó en Canarias 5.455 diligencias por delito de hurto. Cada año, los robos al descuido son, con mucha diferencia, las infracciones penales más denunciadas. Según consta en la Memoria del Ministerio Público, de esa cifra global, 4.237 diligencias se tramitaron en la provincia de Las Palmas y 1.218 en la de Santa Cruz de Tenerife. Cabe destacar que, de todos estos hurtos, tan sólo una parte son cometidos por los integrantes de organizaciones criminales llegadas del extranjero.

Una persona consultada recuerda que los rumanos empezaron a delinquir en Tenerife a principios de los años 90, primero con el trile (engaños con los rápidosmovimientos de manos). Así estuvieron años hasta que se logró erradicar. A principios de los años 2000, apostaron por las «cabinas telefónicas» y sobre el 2005 comienzan de forma masiva con los hurtos. Aclara este experto que «todo está, de alguna manera, relacionado entre sí; y ejemplo de ellos es que hay rumanos que se han dedicado a los tres tipos de delito». Algunos que actúan como jefes buscan al resto alojamiento y les facilitan vehículos (algunos de extranjeros que tienen una empresa de compraventa y los alquilan), lo que hace más difícil su control.

En Tenerife, desde 2005 al 2015, se ejerció «un fuerte control sobre esta especialidad delictiva», dice el especialista, que añade que, «antes de llegar el invierno, ya se investigaban lugares donde se podrían alojar, vehículos que les iban a facilitar y se hacían seguimientos a los enlaces que residían en la Isla, entre otras cosas, y una vez comenzaban a llegar se les detectaba rápidamente, llevando a cabo numerosas detenciones en los meses siguientes». Recuerda que «existía un grupo de policías bastante organizado, muy motivado, que conocía muy bien el modus operandi de estos grupos, hasta llegar a manifestar algunos que no volvían a la Isla, ya que había otros lugares donde podían llevar a cabo su actividad con menos problemas».

Estos individuos se adaptan muy bien al entorno donde roban, se camuflan muy bien entre el turismo y «ahí es donde radica el éxito policial, en adaptarse al medio mejor que los delincuentes».

Para erradicar estas bandas hay que tener equipos de agentes «que conozcan bien la actividad delictiva, buena planificación de trabajo y gran motivación, por que si sólo se sale a identificarlos por la vía pública, los resultados no serán buenos». El experto comenta que esa actitud pasiva «la estudian ellos, ya que saben qué policías van a trabajar más que otros». Cita el caso de una mujer policía que efectuaba numerosas detenciones in fraganti. Se hacían decenas de arrestos en un mes. A dicha policía, unos rumanos la amenazaron en San Isidro con tirarla de un segundo piso.

Para lograr esa efectividad hay que estar pendiente en todo momento de sus acciones. «Se logró, y fue muy importante, la cooperación de algunos empresarios, que agradecían la rápida respuesta de la Policía. n

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