Narcotráfico
Sito Miñanco, un "fuera de ley" generoso y seductor
De patrón de pesca a icono del narcotráfico, Prado Bugallo afronta un juicio cuya sentencia podría dejarle en la cárcel el resto de su vida

Prado Bugallo en diferentes momentos de su vida. / Fernando Villar/FDV
Salvador Rodríguez
—¿Son ustedes forajidos?
—¡No, no! Solo somos unos hombres que, debido a circunstancias de la vida, nos hemos visto obligados a vivir fuera de la ley.
(De la película "El juez de la horca" (1972), dirigida por John Huston y protagonizada por Paul Newman)
Procesado por enésima vez, Sito Miñanco comparece en el que puede resultar su último juicio. En esta ocasión, José Ramón Prado Bugallo se enfrenta a una acusación de presunto blanqueo de capitales. Item. más, se le señala como cabecilla de una red que intentó introducir en España más de 4.000 kilos de cocaína en 2016. ¿Otra vez la fariña? ¿Otra vez Sito? ¿Por qué, a sus 71 años, este hombre continúa metiéndose en estos berenjenales? El periodista Benito Leiro Conde se lo preguntaría directamente si tuviese la oportunidad de encontrarse personalmente con él, pero conserva la versión de otro histórico exnarco arousano, el protagonista del libro Un lugar tranquilo: "Laureano (Oubiña) -relata Leiro- me confesaba que es muy difícil dejarlo porque esa sensación de estar siempre bordeando la ley y ganando dinero a espaldas de Hacienda, te emociona, te fascina, acaba por crearte un estado de adicción muy difícil de curar, y lo que le pasa a Sito es que continúa padeciendo ese síndrome, que no se ha curado, que ni la edad ni la cárcel le han sanado". Se trata, al cabo, de una especie de tendencia a "vivir al límite", una adicción al riesgo (de ser detenido, de perder incluso la vida) que, paradójicamente, al igual que ocurre con la adicción a la droga, "te engancha y no te suelta". Y Sito, que todavía se encuentra en tercer grado penitenciario fruto de una condena previa a 16 años y 10 meses de prisión, sabía que estaba vigilado, que lo tenían literalmente monitorizado y que, si lo pillaban, podía costarle pasar el resto de sus días enclaustrado en la cárcel, pero aún así, y si no se demuestra lo contrario… pudo haber vuelto a caer en la tentación.
Los inicios
Por sí sola, la vida de José Ramón Prado Bugallo, más conocido por su alias de Sito Miñanco, contiene los suficientes elementos como para escribir una novela, rodar una película o una serie de televisión salpicada de aventuras e intrigas, y "sin necesidad de recurrir a invenciones y faltas de rigor como las que se contaron en la versión televisiva del libro Fariña".
—¿Por ejemplo?
—La de hacer creer que Sito es una especie de gánster salido de la trilogía de El padrino. En realidad nunca utilizó armas, en ningún informe policial consta que tuviese armas y las usara. Tampoco en las detenciones, en las que reiteradamente se ha contado que se intentó fugar a tiros cuando, en realidad, en ninguna de ellas se rebeló ni causó problemas, y nunca hubo necesidad de perseguirlo con ese estilo característico de las películas y series norteamericanas.
Quien nos habla es Benito Leiro, periodista que publicó, en 1993, uno de los libros pioneros sobre el narcotráfico gallego, el ya citado Un lugar tranquilo (Nigratrea, 1993). Leiro (Vilanova de Arousa, 1957) se fajó profesionalmente en la cobertura e investigación del tránsito del contrabando de tabaco al tráfico de drogas en las Rías Baixas trabajando en periódicos como Faro de Vigo, "El Correo Gallego" y "Diario de Pontevedra", y tuvo y tiene la ventaja de haber nacido, crecido y residido (todavía reside) en la comarca de O Salnés, la misma que la de Sito, con quien, dos años más joven, comparte generación y, por tanto, el mismo ambiente de aquel "lugar tranquilo" de los años 80 en el que también se movía Miñanco. ¿Qué si en aquellos tiempos de sus respectivas adolescencias llegaron a coincidir en algunos de los bares, pubs y discotecas de la época? Parece probable, pero si fue así, Benito no lo recuerda: "No puedo decir que lo conociese personalmente, hasta podría ser, pero sí que hablé con él varias veces por teléfono, siempre por cuestiones profesionales, y desde luego puedo decirte que compartimos algunas amistades comunes. Precisamente uno de sus amigos, muy cercano a ambos, hasta me descubrió cuál era su plato favorito: huevos fritos con patatas".
Benito Leiro es uno de los mayores conocedores de los inicios, e incluso de algunas de las intimidades, de la trayectoria del histórico narcotraficante, y sin duda el más adecuado para trasladarnos a sus orígenes: "Hijo de una humilde familia marinera, apodada Os Miñancos -relata- se crió en el barrio de San Tomé y el fútbol siempre le apasionó, desde muy pequeñito. De niño se le veía jugar casi todos los días con sus amigos en la esplanada de viejo asilo de Cambados que, por cierto, está a punto de ser derruido". Y, como sucedía habitualmente en aquellos años, empezó muy pronto a trabajar, a "ir al mar". Ya de adolescente, formaba parte de la tripulación del "Kaiser", nombre del barco de la familia que patroneaba su padre, Eugenio, al que no tardó en relevar al mando. Fue a partir de ese relevo cuando se le descubrió su capacidad de liderazgo, al punto que, con veinte y pocos años de edad, ya estaba considerado el mejor patrón de la ría, es decir, el que más y mejor pescaba.
A principios de los años 80 el sector pesquero de baixura de Galicia fue objeto de una seria reconversión de los tradicionales métodos de pesca, extracción y comercialización, al tiempo que de reorganización de las cofradías de pescadores. Se implantaron varias normas como las cuotas de capturas, el estricto control de las ventas y, muy importante en este caso, la prohibición de uso del denominado can, cansito o endeño remolcado, un arte de pesca del arrastre que era muy habitual en la captura de bivalvos, especialmente de almejas, pero cuyo poder destructor amenazaba la supervivencia de la riqueza pesquera de las rías. "Para los marineros aquello resultó muy duro. Estaban acostumbrados a llevarse a casa unas ganancias bastante cuantiosas y, de repente, vieron sensiblemente mermados sus ingresos", rememora Benito. ¿Cual fue la salida para algunos? La tenían al lado de casa y hasta entonces no habían reparado en ello: el contrabando de tabaco. Sito fue uno de los que se apuntó, y además con gran "éxito"; en muy poco tiempo ya contaba con un centenar de trabajadores en su empresa, una impresa ilegal, claro, pero eso, a la gente del pueblo, qué carallo le importaba: "Contrabando aquí hóuboo sempre", se escuchaba decir en aquella época en la que los contrabandistas no sólo eran considerados gente honrada, sino también, especialmente en determinados círculos juveniles, admirada.
El presidente generoso

De jugador en un partido de veteranos del Cambados. / FDV
"Cuando su padre murió a causa de un virulento cáncer de páncreas, Sito Miñanco decidió ser presidente de un club de fútbol: el Juventud de Cambados. (…) Por la noche, y tras un día entero velando al muerto, Sito y su tío, José Prado Acha (Xepe), conversan en el piso bajo de la casa. Arriba está Eugenio, muerto. Han sido muchas horas ejerciendo de fúnebres anfitriones a familiares y amigos. Ahora, solos tío y sobrino, hijo y hermano del finado, la conciencia de la pérdida se hace palpable. Sito sabe que justo aquel es el momento para confesar sus planes a su tío: va a presidir el club". Este es un extracto de uno de los capítulos de Sito presidente (Pepitas de Calabaza, 2020) del periodista Felipe de Luis. Si a la altura en que se hizo cargo del Cambados, aquel Miñanco -que estaba a punto de celebrar su trigésimo aniversario y acababa de cumplir su primera condena por contrabando- ya había dado el salto del tabaco a la cocaína es todavía un asunto a dilucidar. "Miñanco -señala De Luis- no se cansaba de repetir que, cuando era presidente del Cambados, él solamente se dedicaba al contrabando de tabaco, que no había tocado la fariña". Tampoco lo puede asegurar Benito Leiro, pero nos ofrece pistas: "Él se hizo con la presidencia en 1986 pero, consultando fechas, lo que sí está comprobado es lo mucho y bien que cobraban los jugadores y que, en 1988, se llevó al equipo de aquel club de categoría regional a hacer una pretemporada a Panamá digna del Real Madrid, de lo que se puede deducir que ya podría tener al menos algunos contactos allí". También se sabe, y esto lo constata Felipe, que "aquel delirante viaje a Centroamérica, una gira que regaló a sus muchachos, estaba adornada con fiestas en las que pululaban en derredor señoritas de compañía, musica, bailes y mucho, mucho alcohol…todo un lujo demostrativo de ostentosidad que, sin embargo, visto con otra mirada también puede interpretarse como un gesto propio de cutres".
El gran seductor

Durante su etapa de presidente del Juventud de Cambados. / FDV
"De joven, desde luego, lo fue", asevera Benito Leiro: "Claro que tener dinero facilita mucho las cosas. Pero sí, era un hombre, si no guapo, atractivo para las mujeres. De soltero tuvo muchas novias y, ya casado, cuando el matrimonio daba los primeros indicios de ruptura, también reunió una nómina de amantes muy amplia, aunque siempre continuó manteniendo buenas relaciones con su mujer y sus hijas". De entre las amantes que se le atribuyen, se hizo famosa la panameña Odalys Rivera, hija de un ministro, "pero tenía otras muchas por la ría". "Lo que yo deduzco -opina Luis de Felipe- es que era un gran seductor, pero en un sentido amplio: porque seducía no solo a las mujeres, sino a cualquier persona, era un hombre con don gentes". Durante el recabo de testimonios en Cambados, Felipe de Luis se percató de la consideración y hasta respeto con que, en su pueblo, todavía se recuerda a Sito Miñanco: "Lo que no me podía imaginar era hasta qué extremo le seguían siendo fieles no solo sus antiguos empleados, sino mucha gente del pueblo, que aún siente por Sito un cariño sincero: eso fue lo que más me impactó. Y no lo hacían por miedo, que conste, porque lo hubiese detectado, sino por cariño. Sospechaba desde el principio que Sito tenía un halo muy especial, pero no pensé que llegase a tanto, casi me hizo empatizar con él, al menos en algunos asuntos pero, claro, yo siempre tuve en cuenta que, después de todo, estaba escribiendo sobre un delincuente".
"Eso del Robin Hood de la ría se lo pusieron en la prensa y ¡vaya! se sale un poco de madre- afirma Benito Leiro- Pero lo que me consta es que, en la época del tabaco, ayudó a muchas familias con problemas económicos, sobre todo las de su barrio natal. Gente que trabajó para él me ha contado que pagó de su bolsillo unas costosas intervenciones quirúrgicas en hospitales privados con buenos médicos, los mejores que pudiera conseguir. Y que, cuando se le hablaba de cáncer, seguramente en memoria de su padre, hubo casos en los que pagó viaje, estancia y todo lo demás. "Eso -interviene De Luis- por no hablar de sus regalos: a un jugador del Cambados, que acostumbraba a llegar tarde a los entregamientos, lo llevó al concesionario de la Volkswagen y le pagó un coche allí mismo, en efectivo". "es sabido -continúa Leiro Conde- que la construcción de la grada principal del estadio del Juventud de Cambados la sufragó íntegramente él, y que lo hizo desde el anonimato, disfrazando la "subvención" como el resultado de una cuestación popular que nunca existió".
La conciencia

Miñanco, detenido en 2001. / FDV
Se estima que, por ajustes de cuentas, las muertes vinculadas con el narcotráfico en Galicia gira en torno a las 30 personas, y bastantes con sospechas inequívocas de ajustes de cuentas. Otro cantar es el de las muertes producidas por consumo de droga, que fueron centenares, por no decir miles, al extremo de que ha cundido la expresión de "generación perdida". ¿Preocupó este asunto a Miñanco? No se ha demostrado en los juicios (los procesados de la Operación Nécora lo negaron radicalmente) que tanto él, como otros de sus colegas narcos de la ría de Arousa, traficasen con heroína, la droga que causó más muertes, directamente por sobredosis o indirectamente por la aparición del Sida en una época en la que el "caballo" se acostumbraba a consumir mediante el intercambio de jeringuillas entre los adictos. Sin embargo, este fondo oscuro, siniestro, ha perseguido toda la segunda mitad de la vida de Sito Miñanco.
Felipe De Luis ha intentado varias veces entrevistarlo. Incluso le envió un cuestionario a prisión, pero no recibió respuesta alguna.
—Y si ahora le permitiesen hacerle una pregunta, una sola, a Sito Miñanco, ¿cuál es la que usted le haría?
—(Felipe reflexiona, y elige) Pues, como he palpado tanto cariño entre su gente, le preguntaría si, a pesar de todo, todavía se considera a sí mismo un buen tipo, una buena persona.
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