Bulos: la desinformación puede poner en peligro la vida de ciudadanos

El subdirector de EL DÍA, Jorge Dávila, resalta la importancia de que el periodismo regrese a los orígenes, a estar presente en los hechos, a las comprobaciones y a cuidar las fuentes

Jorge Dávila, José Luis Pouy y Constanza Hormazábal

Jorge Dávila, José Luis Pouy y Constanza Hormazábal / Andrés Gutiérrez

Santa Cruz de Tenerife

Los bulos pueden llegar a poner en peligro la vida de las personas y generan desconcierto, incertidumbre y desconfianza en las instituciones públicas durante una emergencia de gravedad.

Así quedó claro en la jornada celebrada este jueves en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de La Laguna (ULL), en la que participaron diferentes profesionales y autoridades de la comunicación o de las emergencias.

El evento estuvo promovido por la Consejería de Seguridad del Gobierno de Canarias y sus responsables de comunicación.

El rector de la ULL, Francisco García, señaló que la calidad en la información que llega a las autoridades y los ciudadanos resulta clave para adoptar unas decisiones adecuadas.

Opinó que el hecho de que la información sea de mala calidad «no es un hecho neutral, sino que hay una voluntad de desinformar; estamos en una situación de crisis creciente, que lleva a violencia de todo tipo, no sólo física, sino también emocional o verbal».

Planteó que hay cada vez mayor población que tiene dificultades para acceder a determinados recursos, «también a la información». Puso como ejemplo el cambio climático, «que es una realidad, comprobada científicamente». Lamentó que cada vez la ciencia tenga que competir más contra otras fuentes, que cada vez son más usadas por la población, que no sólo desinforman, sino que también manipulan.

José Luis Pouy es técnico de Protección Civil en el Ayuntamiento de Blanes (Gerona) e integrante de VOST Cataluña, que son equipos dedicados a detectar y desmentir bulos, sobre todo en caso de emergencias. Otro de sus objetivos es potenciar cuentas oficiales de fuerzas de seguridad, bomberos, UME, ayuntamientos y otras administraciones como canales de información veraz. Este movimiento nació hace 12 años y está extendido por todas las autonomías. Tienen presencia en todas las redes sociales, pero su labor principal se desarrolla en X, la antigua Twitter.

Los bulos pueden ser muy variados. Uno de ellos puede consistir en avisar de que hace falta sangre de un determinado grupo, cuando es mentira. Más grave resultará si, ante un incendio forestal, las autoridades aconsejan el confinamiento de los vecinos de un pueblo, y algún irresponsable los anima a evacuar la zona. Esa situación puede generar accidentes, muertes o el bloqueo de carreteras tanto para los ciudadanos como para los servicios de emergencias.

En VOST (Virtual Operation Supporting Team, en español, Equipo virtual de apoyo a operaciones) cuenta con técnicos de Protección Civil, policías, bomberos, integrantes de la UME, psicólogos o periodistas. No todo el mundo vale para esa labor. Entre otras cosas hay que ser una persona moderada y equilibrada. Durante los atentados terroristas de Cataluña en agosto del 2017, VOST tuvo que desmentir que hubiera comercios tomados por yihadistas con rehenes en su poder.

¿Por qué se emiten alertas falsas? Pouy dice que algunos individuos lo hacen «por protagonismo» o la excitación que les produce alertar de un hecho inexistente para ver el despliegue de recursos de seguridad y emergencias.

El viceconsejero de Seguridad y Justicia, Cesáreo Rodríguez, explicó que en algunas situaciones de crisis «muchas e importantes decisiones hay que tomarlas en un contexto de desinformación». Cree positivo que haya encuentros para analizar esta realidad y saber cómo nacen los bulos y cómo se deben encauzar. Admitió que las noticias falsas, a veces, también se generan de forma involuntaria, por imprudencia o desconocimiento.

Varios de los ponentes en las jornadas coincidieron en la idea de que «la verdad cada vez tiene menos valor y esto es una tragedia», en la medida en que el rigor tiene que competir con las opiniones personales de cualquiera, apuntó el rector Francisco García.

Rodrigo Fidel Rodríguez, profesor de Periodismo en la Universidad de La Laguna (ULL), indicó que resulta «delicado que en una democracia no sea posible tener un mínimo» de verdades incuestionables.

Néstor Padrón, subdirector de Protección Civil del Gobierno canario, explicó que la clave para evitar la desinformación está en que los datos oficiales de las instituciones llegue a los ciudadanos desde el momento inicial de una emergencia, «pues la información salva vidas».

Jorge Dávila, subdirector del periódico EL DÍA, recordó la importancia de la calidad de la información frente a la inmediatez. Apeló al periodismo que indague sobre el terreno qué ha sucedido, siempre que sea posible, antes de contarlo sin más desde una redacción. Explicó que lo ocurrido después de los atentados yihadistas del 11 de marzo del 2004 en Madrid fue un ejemplo de la desinformación impulsada desde la administración (en relación a las tesis conspiratorias del gobierno de José María Aznar).

Según Dávila, «la esencia del periodismo se puede perder por las acciones externas de personas» que pretenden suplantar el trabajo de los periodistas. Resaltó que la diferencia es la posibilidad que tienen los informadores profesionales de «beber de fuentes oficiales».

El subdirector de EL DÍA manifestó la necesidad de que el periodismo «regrese a sus orígenes», con las comprobaciones, donde se «cuidan y tratan bien las fuentes para después tener credibilidad» ante los ciudadanos.

César Toledo, jefe de Prensa de la Consejería de Emergencias del Gobierno canario, resaltó que «el bulo necesita de un espacio informativo que los medios oficiales no han cubierto» a tiempo. Cree que una información actual, inmediata y veraz frena cualquier noticia falsa. Dijo que en el Archipiélago la información institucional en emergencias «está muy centralizada y jerarquizada», lo que resulta muy positivo, al igual que se canaliza por la administración que en cada momento asuma la dirección de una situación de crisis (ayuntamientos, cabildos o gobierno regional).

Ximena Villagrán, de Maldito Bulo y Maldita.es, señaló que dos colectivos vulnerables en materia de información son los mayores y los jóvenes. De los primeros, apuntó que pueden ver las noticias de los informativos, pero desconocen el contexto y se pueden perder. Respecto a los jóvenes, «usan móviles, pero han perdido las anclas» sobre lo que es una información y «cualquier cosa puede ser noticia para ellos». El objetivo de su fundación es desmentir bulos, gracias a un equipo que en tiempo récord debe contrastar un mensaje, valorar la posible respuesta, votarla y difundirla. No admiten fuentes anónimas ni documentos que no se puedan mostrar de forma pública.

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