Investigación

La mitad de las personas trans tienen pensamientos suicidas y de autolesión tras sufrir violencia y transfobia

El ISCIII presenta el estudio 'Transaludes' pese a los esfuerzos de boicot por parte de colectivos transexcluyentes

Fotografía de archivo de una pancarta en en una manifestación.

Fotografía de archivo de una pancarta en en una manifestación. / EP

María G. San Narciso

Madrid

La violencia y la transfobia persiguen a buena parte de la población trans y no binaria en España. Casi la mitad reconocen haber sufrido agresiones físicas y a seis de cada diez les han amenazado con ello. En otras, todo queda en el plano verbal. Pero unos y otros ataques dejan huella, hasta el punto de que la mitad de las personas que las han soportado denuncian haber tenido pensamientos autolíticos.

Esta es una de las muchas conclusiones que deja la investigación Transaludes. Impulsada y llevada a cabo desde el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), recopila las respuestas de 1.823 personas trans y no binarias: el 35% de participantes son hombres trans; el 23%, mujeres trans; y el 42%, personas no binarias. La gran mayoría tenían entre 18 y 45 años, con una edad media de unos 26 años.

El estudio incluye información sobre la experiencia de las personas trans y no binarias en relación con su visibilidad social y con los procesos administrativos y médicos de transición; su estado de salud física y mental; o su uso de servicios sanitarios, así como las barreras para acceder a estos servicios y las necesidades sanitarias no cubiertas.

De esta forma, han visto que solo una de cada diez personas trans y no binarias se han visibilizado en todas las esferas de su vida, y que "un porcentaje importante" no ha podido realizar los cambios de nombre o de sexo registral que deseaba, tanto por miedo al rechazo como por barreras en el proceso administrativo, especialmente entre las personas no binarias.

Dos tercios de las transiciones quirúrgicas, en la privada

Otro gran porcentaje de personas que querían realizar procesos médicos de transición aseguraron que no los habían llevado a cabo. ¿El motivo? Según algunas, el miedo a la discriminación a la que pudieran enfrentarse. Otras resaltan las barreras sanitarias y largas listas de espera en la sanidad pública. De hecho, hasta dos tercios de las personas que habían realizado alguna transición quirúrgica acabaran haciéndolo en la sanidad privada. Un 13% tuvieron que frenar su tratamiento hormonal en algún momento del último año por desabastecimiento.

Asimismo, tanto las personas con diagnósticos de salud mental como las que tienen un peso corporal considerado socialmente como elevado, se enfrentan a barreras específicas que les dificultan todavía más el acceso a la transición. Hasta el 19% de quienes se identificaban como gordas dijeron que se les había negado tratamientos relacionados con la transición por su peso.

Por otro lado, cuatro de cada diez participantes manifestaron que sus profesionales de la salud no sabían cómo atender al colectivo, y una de cada diez indicó que el personal que les atendió consideraba que ser una persona trans o no binaria era ya de por sí una enfermedad. "Estos resultados evidencian la necesidad de implementar programas de formación y sensibilización específicos dirigidos al personal sanitario", señala el equipo del ISCIII.

Peor salud que la población general

Todo esto se refleja en que la proporción de personas del colectivo que considera que su estado de salud es bueno o muy bueno es inferior a la de la población general de su misma edad.

Algo especialmente problemático es la mala salud mental relacionada con la discriminación estructural que sufre este colectivo. "Los datos obtenidos sobre ideación e intentos autolíticos son especialmente preocupantes en población tan joven, teniendo en cuenta que la edad media del estudio son los 26 años", señala la investigadora del ISCIII.

Esto, en su opinión, muestra que la capacitación del sistema para atender la salud mental del colectivo no sólo es necesaria, sino urgente. Además, algo más de la mitad de las personas refería que no podían cubrir sus necesidades de atención en salud mental por motivos económicos.

También preocupa el alto número de hombres trans y personas no binarias asignadas mujer al nacer y que, pese a tener vagina, nunca ha acudido a las consultas de Ginecología.

Agresiones físicas

Por otro lado, la práctica totalidad de las personas trans y no binarias participantes había sufrido algún tipo de violencia tránsfoba o discriminación por su identidad de género a lo largo de su vida. Casi la mitad habían sido agredidas físicamente en algún momento. La encuesta refleja que estas agresiones tuvieron repercusiones en la salud de ocho de cada diez de las que las sufrieron.

En torno a esta problemática, Transaludes revela que las cifras de violencia sexual contra el colectivo dentro y fuera de la pareja también fueron muy elevadas. Pocas llegan a denunciar.

Intentos de boicot

Con todos estos datos en la mano, el equipo de investigación, que ha presentado los resultados este martes, destaca lo importante que es abordar la salud de las personas trans y no binarias desde la despatologización. "Es importante entender que la salud, y especialmente la salud mental, está muy influenciada por las situaciones de discriminación y otros tipos de violencia a las que las personas trans se enfrentan”, recuerda María José Belza, líder del trabajo y científica del ISCIII.

El estudio, pese a ser amplio y mostrar una fotografía bastante completa de cómo es el acceso a la salud de estas personas, podría haber contado con más participantes si no llega a ser por los intentos de boicot por parte de colectivos transexcluyentes.

"Tuvimos muy buena acogida en esta difusión, pero lo que ocurre cuando se difunde por redes sociales es que no solo llegó a las personas trans y no binarias, sino también a grupos activistas autodenominadaos feministas radicales que son transexcluyentes que se organizaron para un boicot", han señalado los investigadores durante la presentación.

Varias de estas personas hicieron una suplantación de identidades de personas trans buscando "reforzar ante les investigadores estereotipos negativos y mitos", con frases del tipo: "Quiero transicionar a mujer" u "Ojalá me hubieran informado antes que es todo un timo [la transición]". También con burlas como: "Me identifico como persone de 276 añes"; relaciones con la pederastia: "Me saco la chorra delante de niñas"; o insultos: "Travestis hijos de puta".

"El contenido del discurso TERF recibido contra el estudio Transaludes consistió de manera muy mayoritaria en una vejación contra las personas trans y discursos de odio por parte de grupos organizados", han resaltado en la investigación.

Pero eso no les frenó: tenían claro que, para conocer cómo se aborda mejor la salud de las personas trans y no binarias, tenían que llegar hasta el final y conocer los resultados de esta investigación.

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