Relaciones

El miedo a quedarse sin pareja sigue asustando a muchos solteros

Cuando el temor a no encontrar a alguien se vuelve obsesivo se llama anuptafobia

El reparto de la serie 'Sexo en Nueva York'.

El reparto de la serie 'Sexo en Nueva York'.

Alba Prada Estévez

Los tiempos han cambiado muchísimo. Resulta curioso pensar que nuestros abuelos, e incluso nuestros padres (si son baby boomers), se casaron a los 20 y tuvieron hijos a los 23, cuando ahora con esa edad todavía estás, en muchos casos, estudiando. Crecemos con más calma porque la sociedad ha cambiado brutalmente. Ahora nos formamos durante varios años, tardamos más en conseguir un trabajo estable y mucho más en independizarnos porque los sueldos son bajos, y la vida muy cara.

Pero aunque los tiempos no tienen prácticamente nada que ver, lo cierto es que siempre hay cosas que permanecen. Ese ideal de encontrar pareja, casarse y tener hijos cala fuerte en la mente de muchísimos jóvenes. Es por ello que, aunque pueda sonar de lo más ridículo, se suele hablar de la crisis de los 30, una edad en la que muchos empiezan a plantearse si su vida está en el punto que quieren o que creen querer.

“Eres una solterona” (sí, en femenino) o “se te va a pasar el arroz” (también dirigido a las mujeres y el reloj biológico)son expresiones negativas que siguen en tendencia y que no hacen más que fortalecer los estereotipos. Da la sensación de que si no tienes pareja e hijos, eres un fracasado. Todo ello ha sido, además, alimentado por el cine, en especial por las comedias románticas, en las que se repite siempre la misma fórmula para el desenlace feliz: chico consigue chica o viceversa. Y ya ni que decir tiene que desde bien pequeños se nos inculca la necesidad de encontrar a nuestra media naranja. Las películas Disney, especialmente las primeras, muestran a la princesa esperando a su príncipe azul y soportando lo que sea con tal de estar junto a él.

Anuptafobia

El esquema tradicional de noviazgo, casamiento e hijos impacta en nuestro cerebro de tal manera que incluso hay una fobia para describir el miedo a quedarse sin pareja: anuptafobia. Los expertos recalcan que en ello la presión social tiene mucho que ver, más allá de otras características de la propia persona como son la inseguridad o el haber desarrollado un apego inseguro. Esta es una realidad que, de nuevo, la ficción audiovisual ha sabido retratar a la perfección. ¿Quién no recuerda la mítica serie Sexo en Nueva York? La mismísima protagonista, Carriepodría estar escribiendo este reportaje.

Y es que la serie pone ante el espectador a cuatro treintañeras que viven en una continua búsqueda del amor. Una de ellas, la entrañable Charlotte, vive literalmente obsesionada con el matrimonio y la maternidad. Se convierten en su objetivo vital, dejando de lado una exitosa carrera para conseguirlo. Carrie también hace en un momento dado una reflexión sobre lo sola que se siente, abrumada tras varias relaciones fallidas. Aunque la serie aborda muchos más temas, lo cierto es que es un perfecto reflejo de ese esquema tradicional que todavía impera en la sociedad y que hace creer que alguien que no tiene pareja ha fracasado en su proyecto de vida, especialmente si es mujer. Y es que la serie se centra en el caso femenino porque es la mujer a la que “se le pasa el arroz”.

De hecho, la ficción critica duramente la diferencia, a nivel social, de ser un hombre soltero o una mujer soltera. Ellos son unos vividores, mientras que ellas si no encuentran a alguien es porque nadie las soporta. Un estereotipo machista que, a través de personajes como Miranda, una abogada de éxito con una fuerte personalidad, y Samantha, una poderosa publicista que no quiere comprometerse con nadie, logran tirar abajo.

Casos reales

Alba tiene 27 años y ahora mismo está sin pareja. Afirma que se siente bien así, pero que es cierto que tiene que lidiar con muchos comentarios familiares del tipo: “a ver cuando nos presentas a alguien”. Alba cuenta que sí se ve viviendo con alguien en pareja, pero no casándose ni teniendo hijos. “A casarse la única ventaja que le veo son los beneficios fiscales que implica y a tener hijos no se las veo. Es egoísta traer vida a un mundo como este”, afirma. Alba considera que, de todos modos, no tener pareja tiene muchos beneficios porque “te regala más tiempo para ti misma, lo que implica conocerse mejor e incluso descubrir nuevas aficiones”. Eso sí, también aprovecha para recordar que el mundo está en buena parte diseñado para vivir en pareja: “Hay todavía un tabú creado alrededor de ir solo al cine o solo a una cafetería”, dice.

Merche, de 22 años, todavía es muy joven para sentir la presión de encontrar a alguien, pero ella tiene clarísimo que no le importa en absoluto no hacerlo. “Estoy muy bien así, eso de luchar por amor no es para mí”, dice. “Me encanta la libertad que tengo ahora, el no tener que depender de nadie para hacer algo. Además, no quiero casarme ni tener hijos porque no soporto a los niños”.

Silvia tiene 36 años y una hija. No tiene pareja y asegura que eso no le supone ningún problema. “No tengo ningún miedo a quedarme sola porque siempre fui muy independiente e incluso, a veces, siento que mejoro como persona al estar sin pareja”. De todas formas, no se cierra a estar con alguien “si aparece”.

Síndrome de Bridget Jones

La anuptafobia también recibe la denominación de ‘síndrome de Bridget Jones’ en clara referencia a la película 'El diario de Bridget Jones', de la que se hicieron tres entregas y de la que está a punto de estrenarse una cuarta el próximo año. Bridget Jones reencarna el miedo a quedarse sola. A pesar del gran éxito de la saga, son muchas las voces que critican el filme por ser un gran ejemplo de antifeminismo, ya que la obsesión con el peso y la dependencia de la protagonista de los hombres eran dos aspectos muy marcados en la historia. Bridget tenía miedo a morir sola, gorda y devorada por pastores alemanes. El filme representaba todo ello en clave de humor, pero es cierto que nos hizo pensar en lo manipulados que estamos por nuestro entorno, por lo que nos dicen familiares o amigos o por lo que vemos en los medios. Los jóvenes de hoy ya piensan diferente, pero todavía queda mucho por hacer para cambiar ciertas fórmulas tradicionales que nos hacen creer que hay un modelo de vida mejor, o más aceptado socialmente, que otro.

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