Sexualidad

Mitos que alimentan el ciclo del fracaso sexual

La falta de información adecuada permite que proliferen y persistan creencias falsas que pueden perjudicar la salud sexual

Una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida.

Una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida. / Shutterstock

M. González

Vigo

Se estima que una de cada cinco personas pierde el interés por el sexo en algún momento de su vida; en las mujeres el problema es aún más pronunciado (3 de cada 10), según el Servicio de salud de Reino Unido. En este caso, se trata de un trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH), pero ¿por qué se trata de diferente manera la falta de deseo sexual en un hombre que en una mujer?

Claudia Carvalho, autora del libro “Cómo provocar el placer femenino”, destaca la diferencia entre la libido baja y la pérdida de deseo sexual: “La baja libido, que no es lo mismo que la pérdida de deseo, es la queja más frecuente de las mujeres casadas o en relaciones largas”, destaca la sexóloga, que proyecta la creación en Galicia del primer museo del mundo con temática sobre el placer femenino, “con formato exclusivo, totalmente pedagógico e interactivo”.

“La pérdida de interés sexual en algún momento en la vida no es y no debe ser considerada una disfunción sexual de deseo hipoactivo”, insiste. “Tampoco podemos reducir el trastorno del deseo sexual hipoactivo en términos biológicos”.

“Mucho más frágil de lo que uno podría imaginar, el deseo sexual femenino no tiene una fórmula que garantice su presencia, está mucho más ligado a la psicología de la mujer que a la simple sensación física. La libido femenina puede fluctuar sin una causa específica e incluso las mujeres que usan anticonceptivos suelen culparlos por la falta de deseo”, expone. Pero, “¿son realmente los culpables?”, se cuestiona.

“Los hombres silencian su voz sobre la libido por miedo al juicio, tabú social o falta de información”, dice Claudia Carvalho, que subraya que “hay diferencias desde el punto de vista social y cultural” entre hombres y mujeres. “Culturalmente, a pesar de los avances, las mujeres todavía están más reprimidas sexualmente y a menudo aprenden desde una edad temprana a ocultar y sublimar sus deseos, desplazándolos hacia otros focos de atención”.

A lo largo de la historia ha habido diferentes enfoques sobre este tema. La sexóloga hace mención al documental estadounidense 'The Orgasm Industry', de la directora Liz Canner, donde investiga la carrera de la industria farmacéutica para cambiar la comprensión del significado de la salud, la enfermedad, el deseo, el sexo y el orgasmo. “Se trata de un documental de investigación sobre la industria farmacéutica y la salud de la mujer y habla de una empresa que está desarrollando una medicación, tipo viagra, para tratar la disfunción sexual femenina como si fuera una enfermedad”, expone: “Lo que la gente no sabe es que ninguna disfunción sexual es una enfermedad. Es una disfunción. Una dificultad en alguna fase de la repuesta sexual humana”.

Hoy en día todavía siguen existiendo “demasiados tabús e información sobrevalorada” referentes a la sexualidad femenina. “Yo siempre he dicho que la información libera y genera autonomía, pero la información adecuada. El enemigo número uno de la sexualidad femenina es la falta de educación sexual. Sin educación sexual adecuada no hay placer. La falta de información permite que persistan creencias falsas sobre las relaciones íntimas que pueden perjudicar la salud sexual”, advierte la sexóloga, que apunta que si pone en Google “historia de la sexualidad femenina” todavía obtiene resultados que la conducen a “histeria”.

“El problema”, explica, “es que gran parte de la información que se da por sentada no tiene base científica y se transmite de generación en generación en forma de mitos que acaban dañando las relaciones íntimas”. “Pensar que el placer y el deseo tienen que llegar al mismo tiempo, o que el sexo tiene que ser espontáneo y no puede programarse, que hay diferentes tipos de orgasmos, que mis amigos tienen más sexo, que existe una medida exacta para la libido...” son algunos de esos mitos a los que hace referencia.

“Problemas como la disfunción eréctil, la falta de libido y la eyaculación precoz pueden surgir por diversos motivos de salud, pero no se debe reducir la dificultad en la respuesta sexual humana como si fuera una enfermedad y tratarla con pastillas; la mayoría de los hombres que vienen a mi consulta con dificultad para mantener la erección no tiene problemas físicos, su salud está bien, pero todos ellos me han dicho que han ido al médico y les recetaron una pastilla”, afirma. De este modo, sostiene que “en la mayoría de los hombres que sufren de dificultad de erección la causa es emocional o por falta de educación sexual adecuada”.

“El problema es que los mitos sexuales acaban alimentándose unos a otros y generando un ciclo de fracaso sexual. Esta situación podría llevar a la pareja, o a una de las partes, a quejarse sexualmente de emociones negativas, como ansiedad, enfado y tristeza”, advierte.

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