Conciliación

Padres que necesitan vacaciones de las vacaciones

Las dificultades para conciliar en verano suponen un verdadero reto para las familias

Tener niños pequeños implica acabar agotado física y mentalmente tras estos meses de parón escolar

Niños y padres hacen cola para entrar a un colegio de Málaga el primer día de clase tras la vacaciones de verano.

Niños y padres hacen cola para entrar a un colegio de Málaga el primer día de clase tras la vacaciones de verano. / EP

Alba Prada Estévez

Se acaban las vacaciones y llegas al trabajo más cansado de lo que te fuiste. ¿Te suena? Entonces es que eres padre de uno o varios niños pequeños. Y es que se cogen vacaciones del trabajo que realizas fuera, pero la realidad es que el verdadero esfuerzo físico y mental está en casa, y de eso no suele haber respiro. La crianza de los hijos es, quizás, el trabajo más agotador y es por ello que año tras año escuchamos a madres o padres decir que están deseando que llegue la rutina, y lo cierto es que es algo que no entiendes hasta que abrazas la ‘mapaternidad’.

En España la conciliación es un mito. No hay más que fijarse en el verano. ¿Cómo pueden los niños tener tres meses de vacaciones si los padres tendrán a lo sumo uno? En los dos meses restantes no queda más remedio que ingeniárselas como sea para poder ganarse el pan. El estrés que cada verano genera en los padres organizar dónde van a quedarse los niños mientras trabajan, sumado al nulo descanso mental y físico que implica tener niños pequeños revolucionados y sin horarios en casa todo el verano, dan como resultado unos progenitores cansados que sienten que no han disfrutado de sus días libres y que reclaman unas vacaciones de las vacaciones. Mañana empieza el curso escolar en Galicia y para muchos padres es motivo de celebración.

Testimonios de padres

Son muchos los expertos en salud que coinciden en que tomarse unos días para uno mismo o para pasar en pareja es vital para descansar del rol de madre y padre. Y es que somos seres individuales y, a veces, no está mal tomar distancia para poder reconectar con nosotros mismos. Amalia, de 33 años, tiene una niña de dos, y no le importaría desconectar un par de días de su trabajo como madre. “Por mi cumpleaños quiero irme dos días de viaje con mi marido, no pido más”. Y es que su hija está en una etapa fundamental del desarrollo, en la que quiere conocer y tocarlo todo y el ritmo este verano ha sido intenso. “Tuve vacaciones en agosto y ella no se despegó de mí. La quiero más que a nada en el mundo y me encanta que me prefiera a papá, pero cada noche me iba a la cama muerta de cansancio. Al terminar el mes me di cuenta de que había descansado solo en el ámbito laboral, pero no había tenido ni un solo día para mí ", explica. “Y los que piensen en la típica respuesta de ‘no haber tenido hijos’ es porque no son padres y la empatía es nula”, sentencia.

"Al terminar el mes me di cuenta de que había descansado solo en el ámbito laboral, pero no había tenido ni un solo día para mí "

Amalia

— Madre de una niña de 2 años

Ana, de 42 años, tiene dos hijos de 11 y 8 años y este verano, una vez más, ha sido su madre quien le ha salvado la conciliación. “Si no fuese por ella, tendría que dejar de trabajar”. Ana tuvo tres semanas de vacaciones en agosto, tiempo en el que no coincidió con su marido, y asegura que tantos días de ocio no son buenos ni para los niños ni para los padres. “Están asalvajados al vivir sin horarios. A estas edades no paran y es muy cansado seguirles el ritmo. Por la noche, al volver de la playa, ya querían hacer otra actividad. Se iban a la cama a las 12.00”, cuenta. De hecho para “descansar” les proponía pasar el tiempo con algún juego de mesa. “Era la única manera de estar un poco sentada”, comenta riendo.

"Están asalvajados al vivir sin horarios. A estas edades no paran y es muy cansado seguirles el ritmo"

Ana

— Madre de dos niños de 11 y 8 años

A pesar del cansancio que implicaba para ella estar con los pequeños, se siente muy afortunada de poder compartir tiempo con ellos. “Tanto mi marido como yo tenemos claro que hay que disfrutar de hacer viajes y actividades con ellos ahora porque en unos años ya no tendrán tanta mamimitis y papitis”, cuenta.

Eso sí, tiene claro que es básico un poco de tiempo para uno mismo, aunque a veces cueste. “Yo me siento mal si antepongo una actividad a mis hijos, y por eso no lo hago. Creo que es algo que nos pasa mucho a las madres”, señala. “En julio los niños estuvieron un tiempo en la playa con su abuela y ahí disfrutamos de la vida en pareja. Fue genial poder salir a cenar y hablar sin interrupciones”.

Alba, de 33 años, dice no querer desconectar del rol de madre tras unas vacaciones intensas de actividades con sus hijos, pero que sí desearía que los niños no fuesen tan activos. “Me conformo con tener para mí un par de días, y aun así aprovecharía uno para ordenar la casa”. Tiene una niña de 5 años y un niño de 3 y medio y durante todo el verano tuvo que ingeniárselas para que no se aburriesen. “Dibujamos, hicimos manualidades que luego fueron colocando en su habitación, fueron al parque... Al final del día estaba yo mucho más cansada que ellos”, dice.

"Me conformo con tener para mí un par de días, y aun así aprovecharía uno para ordenar la casa"

Alba

— Madre de dos niños de 5 y 3 años y medio

A ella también se le han hecho muy largas estas vacaciones. Para conciliar, no tuvo más remedio que recurrir a los abuelos y a un centro lúdico. “Le sobran unos cuantos días a este parón escolar de verano. A ellos mismos se le hace largo. Creo que no sería mala idea quitar semanas de verano y sumárselas a Navidad”.

Abuelos

Los abuelos son, en buena parte de las familias, los segundos cuidadores. Y es que, ¿qué haríamos los padres sin ellos? En verano son los grandes encargados de cuidar de los nietos mientras los padres trabajan y eso implica que también ellos necesitan un descanso. José María, aunque es un abuelo joven de 57 años, ha pasado uno de los veranos más agotadores que recuerda. Sus dos hijas estuvieron mes y medio de verano en su casa, y con ellas llegaron un bebé de pocos meses, un niño de 4 años y una niña de 2. “Al final del día me dolía el cuerpo entero. Estaba agotado”, comenta.

"Al final del día me dolía el cuerpo entero. Estaba agotado"

José María

— Abuelo de un niño de 4 años, una niña de 2 y un bebé de pocos meses

El día empezaba bien temprano, ya que los nietos de José María son de esos a los que les encanta madrugar y no perdonan ni un domingo. “Por la mañana solíamos desayunar fuera y luego íbamos al parque. Otras veces los llevaba conmigo a hacer la compra y a pasear por la ciudad”, explica. “Por la tarde, sin dormir siesta, ya nos íbamos a la playa y allí evidentemente no había ni un minuto de descanso. Jugábamos al fútbol, nadábamos, hacíamos castillos de arena... y cuando llegaba la noche todavía tenían fuerzas para jugar un poco más antes de irse a dormir”, cuenta riéndose.

Para José María la vuelta a la rutina supuso un descanso, sobre todo a nivel físico. “En mi puesto de trabajo al menos estoy sentado”.

Burnout parental

Se conoce como ‘burnout parental’ o síndrome de los padres quemados el agotamiento extremo que sufren muchos padres y madres durante la crianza de los hijos. Esta situación se incrementa durante las vacaciones de verano porque al ser tan largo el parón escolar, los progenitores deben hacer auténticos malabares para cuidar de los pequeños. Los expertos recomiendan ser flexibles, no pasarnos de perfeccionistas, y delegar tareas para evitar caer en la ansiedad y el estrés que la carga mental genera.

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