¿La presencia de metales tóxicos en los tampones desaconsejan su uso?

El toxicólogo de la ULPGC, Luis Alberto Henríquez, opina que la capacidad de absorción de estos compuestos es limitada, y manda un mensaje de tranquilidad

El profesor Luis Alberto Henríquez durante una conferencia.

El profesor Luis Alberto Henríquez durante una conferencia. / E. D.

María Jesús Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) ha dado la voz de alarma sobre la presencia en los tampones de metales tóxicos -plomo, arsénico, cadmio...-. El informe ha suscitado la preocupación de muchas mujeres y la pregunta de si es desaconsejable utilizar este producto. Luis Alberto Henríquez, profesor de Toxicología del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e investigador del Instituto Universitario de Investigaciones Biomédicas y Sanitarias (IUIBS), tras analizar los resultados publicados del citado estudio, lanza un mensaje de tranquilidad, al considerar que, por la forma química de esos elementos, tienen poca facilidad de atravesar la mucosa, y por tanto, limita su paso al torrente sanguíneo.

«El tampón se coloca en la vagina, que es una mucosa con capacidad de absorción pero limitada, absorbe principalmente cosas lipídicas, disueltas en grasa, que no es el caso de los tampones. Desde ese punto de vista no hay facilidad para que lo que contenga el tampón pase a la sangre». Por otra parte, el toxicólogo pone el foco en los elementos inorgánicos hallados en los tampones, como es el caso de plomo y mercurio, que «por su forma química» tienen poca facilidad de atravesar la mucosa vaginal. «Teniendo en cuenta estos dos valores, no hay que dejar de usarlos».

No obstante, el profesor Henríquez advierte de la falta de información de los fabricantes sobre lo que contiene el producto, de qué está hecho, cómo y dónde está hecho, y de la necesidad de que se investigue el efecto directo de la exposición a estos elementos en la zona vaginal.

Cambio cultural

Por un lado, afirma que este estudio pone de relieve la necesidad de que haya un cambio cultural a nivel social, de forma que se despierte el interés por conocer el origen de los productos que se consumen, cómo están hechos y qué contienen. «Los componentes de los tampones no aparecen en la caja ni en el envoltorio, no se sabe si están hechos de algodón natural, transgénico, si tienen fibras artificiales, ni siquiera la composición del tipo de plástico que lo envuelve. La caja sólo dice que contiene plástico, por tanto no es reciclable ni se puede tirar al mar».

El investigador del IUIBS-ULPGC recomienda nuevos estudios y más información por parte de los fabricantes

También pone el acento en la necesidad de investigar más sobre el daño directo que podría tener sobre la mucosa vaginal la exposición reiterada a estos elementos inorgánicos. «Se debe tener en cuenta la presencia de elementos no naturales, porque aquí incluso se ha detectado arsénico, y aún no absorbiéndose, sería aconsejable saber qué pasa con la presencia de estos compuestos de forma habitual en la mucosa vaginal, porque las mujeres usan tampones de forma regular durante muchos años. Habría que estudiar si eso aumenta el riesgo de cáncer de cérvix, infecciones, si debilitan la mucosa, la erosionan... En definitiva, además de ver si estos elementos se están introduciendo o no en el organismo, habría que ver si puede existir la posibilidad de que haya daño directo por un contacto continuo de ese tipo de sustancias en la vagina».

16 metales

En el estudio realizado por la Universidad de California y en el que también han participado las universidades de Columbia y la Estatal de Michigan, se evaluaron un total de 60 muestras, los niveles de 16 metales (arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc) en 30 tampones de 14 marcas diferentes.

De sus resultados, el profesor de la ULPGC concluye que se pueden seguir utilizando los tampones, aunque hay que impulsar que las etiquetas informen al consumidor de lo que contiene el producto; y se siga investigando para ver los efectos directos de la exposición a estos elementos, además de si se absorben o no. «Muchos de estos elementos provocan toxicidad en el sistema nervioso (mercurio, plomo), pero de momento no hay casos descritos de intoxicación, de neurotoxicidad por tampón. Los niveles hallados son bajos pero, insisto, deberían no haber y si hay, tienen que informar al consumidor de que los hay y por qué», concluyó el investigador de la ULPGC.

Resultados de la investigación

Investigación

La revista de alto impacto científico Environment International ha publicado este mes un estudio realizado por investigadores de las universidades estadounidenses de California en Berkeley, Columbia y la Estatal de Michigan, que por primera vez mide la presencia de metales y elementos afines en los tampones de varias marcas.

Elementos

Evaluaron los niveles de 16 metales (arsénico, bario, calcio, cadmio, cobalto, cromo, cobre, hierro, manganeso, mercurio, níquel, plomo, selenio, estroncio, vanadio y zinc) en 30 tampones de 14 marcas. En total, analizaron 60 muestras. Los productos se compraron entre septiembre de 2022 y marzo de 2023 en tiendas físicas de EEUU, la Unión Europea y Reino Unido, así como de dos grandes minoristas en línea. Las concentraciones de metales variaron según el lugar de compra, si eran de marca o genéricos, y si eran orgánicos o no.

Riesgos

Se sabe que los metales pueden aumentar el riesgo de demencia, infertilidad, diabetes y cáncer. También dañar el hígado, los riñones y el cerebro, así como los sistemas cardiovascular, nervioso y endocrino. Además, pueden perjudicar la salud materna y el desarrollo fetal.

Conclusiones

Las concentraciones de plomo eran más altas en los tampones no orgánicos, pero las de arsénico eran más elevadas en los orgánicos, aunque, los metales estaban presentes en todos los tipos de tampones. Ninguna categoría tenía de forma consistente concentraciones más bajas de todos o la mayoría de los metales. Los autores señalan que no está claro si los metales detectados contribuyen a algún efecto negativo sobre la salud; y la necesidad de comprobar en futuras investigaciones la cantidad que puede filtrarse desde los tampones y ser absorbida por el organismo, así como la presencia de otras sustancias químicas.

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