Las Perseidas convierten la cumbre de Tenerife en un 'festival' de los deseos

Cientos de personas ponen rumbo al Parque Nacional del Teide para captar alguna Lágrima de San Lorenzo, que estos días se encuentran en su pico máximo de actividad

Una estrella fugaz vista desde el Observatorio del Teide.

Una estrella fugaz vista desde el Observatorio del Teide. / D. Padrón (IAC)

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Las Cañadas del Teide (La Orotava)

Son algo más de las 21:30 horas, pero la carretera que sube desde La Orotava hasta el Parque Nacional del Teide sigue casi tan concurrida como en una mañana cualquiera. En la penumbra, la luna en cuarto creciente se cierne sobre la silueta del Teide acompañando, como un faro en la noche, a quienes se aventuran hasta la cumbre. El peregrinaje nocturno, que algunos hacen a pie, no tiene como destino adorar a una virgen, contemplar fuegos artificiales o acudir a una verbena que les hará bailar toda la noche. El responsable de la excursión que muchos tinerfeños han decidido realizar es uno de los fenómenos naturales que más expectación produce cada verano: la lluvia de estrellas de las Perseidas. 

A más de 2.000 metros de altitud, el esperado frío no acaba de llegar. «La noche está super agradable», relata Silvia Santos, que ha dejado la chaqueta dentro de la furgoneta camperizada de su sobrina, Yanira, con la que han decidido poner rumbo a Las Cañadas. Y es que con los termómetros marcando entre 22 y 24 grados debido a una intrusión de calima, el Parque Nacional muestra su cara más amable para el visitante. Aunque en el fondo la cifra esconda el grave impacto que el cambio climático está teniendo en las zonas de alta montaña de Canarias

La familia santacrucera ha parado frente al Centro de Visitantes donde aprovechan la ausencia de luz para hacer algunas fotos que permitan captar todo el cielo nocturno. «Un amigo nos enseñó las fotos de la Vía Láctea y dijimos vamos a la aventura», resalta Santos. El Parque Nacional les ha regalado un cielo despejado, en el que las estrellas aparecen como por arte de magia a medida que el ojo se acostumbra a la luz. En la ciudad, afirma Santos, «nos vamos olvidando de que hay estrellas»

En la furgoneta Yanira se encuentra preparando un café que ayude al grupo a resistir el adormecimiento que induce la noche. Su hijo pequeño juega con su tablet en el colchón interior de la furgoneta, mientras las mayores bromean, ríen y contemplan el espectáculo que ya les ha dejado ver un par de estrellas fugaces. 

El Parque Nacional no consigue estar en silencio. Los coches vienen y van de un lado a otro por las sinuosas carreteras que recorren la cumbre. Pese a no ser la jornada de máxima actividad de las Perseidas, que se espera que sea esta misma noche, del 12 al 13 de agosto, mucha gente se sigue acercando durante toda la madrugada con la esperanza de ver al menos una o dos estrellas fugaces a las que pedirle un deseo. 

Campamento de observación estelar

«Un euromillón», bromea Joel Ramírez, que ha llegado hasta Las Minas de San José acompañado de un grupo de amigos desde La Laguna. Pronto empiezan a desplegar un campamento de observación estelar con todo lo necesario para disfrutar del avistamiento de estrellas fugaces: sillas de playa, una manta para acostarse en el suelo, almohadas para apoyar la cabeza, mantas y abrigo. Porque aunque el termómetro marque más de veinte grados, a ras de suelo el fresco de la noche cala en los huesos. 

El grupo de jóvenes laguneros con el que ha venido Ramírez es ya veterano en la observación de Perseidas. «Es un plan que puedes hacer en la isla, es gratis y puedes hacer con amigos», asegura Sara Agrella que acompaña a la comitiva y que se alegra de que, por fin, hayan podido retomar la costumbre. «En los últimos años ha sido imposible», asegura Agrella. Tras la pandemia, el Cabildo de Tenerife impuso restricciones para subir al Parque Nacional del Teide durante las Perseidas. El dispositivo para evitar la afluencia masiva de personas les obligaba a ir antes de las 19:00 horas y «estar aquí hasta que anocheciera». Algo que muchas veces no era viable para los jóvenes. En 2023, el grave incendio de Tenerife, que se decretó precisamente el 15 de agosto, tampoco les permitió subir a la cumbre. 

Silvia Santos y su familia en la furgoneta camperizada con la que subieron este sábado a Las Cañadas para ver las estrellas.

Silvia Santos y su familia en la furgoneta camperizada con la que subieron este sábado a Las Cañadas para ver las estrellas. / V.P

Para los jóvenes poder tener la oportunidad de ver estrellas fugaces tan cerca de su casa es un regalo. «Que se vean todas seguidas y poderlo hacer en fin de semana, es lo mejor, porque muchos trabajamos», indica Ramírez. La lluvia de las Perseidas es una de las más activas del año. En concreto, el día de máxima actividad y en condiciones de total oscuridad, pueden llegar a observarse entre 50 y hasta 100 meteoros a la hora. Esta noche no serán tantos. Una hora después de que la luna se escondiera tras las montañas apenas se han podido contemplar cinco meteoros. 

La queja de un niño rompe el silencio de la noche. «No hemos visto casi ninguna estrella fugaz», le comenta a su madre desoyendo los intentos de su progenitora para recoger y volver a casa. Es casi medianoche, pero el pequeño pide más tiempo: «quiero quedarme al menos hasta las tres». Dos Guardias Forestales zanjan la discusión. «Tienen que recoger, una cosa es estar en el parking y otra en el malpais», insisten los vigilantes que además, advierten: «la Policía Canaria ya está en camino y ellos no avisan». 

Y es que en estos días en los que todo el mundo quiere disfrutar de las inigualables vistas a la cúpula celeste que regala la cumbre tinerfeña, es importante no olvidar las normas para preservar este entorno natural único. 

Quienes no se saltan ninguna regla son Rachel, Anna, Rodrigo, Sinéad, Anne, Pablo y Cristina. Este grupo multicultural (lo forman franceses, italianos, irlandeses, ingleses y tinerfeños) ha decidido desplegar una gran manta en medio del parking de las Minas de San José. «Estamos de cumpleaños», explica Anna, una británica que, como el resto de sus compañeros, se ha afincado en el Archipiélago por trabajo. 

Las pulseras fluorescentes que llevan en la manos les delata. Rachel es las cumpleañera, una mujer también británica en la treintena entusiasta de las estrellas. Aunque hay mucho que celebrar, el grupo se acuesta y empieza a escrutar la bóveda celeste en silencio. 

Pequeñas trazas de polvo

Cuando un haz de luz hace su aparición en el cielo, las expresiones de asombro de los visitantes rebotan entre las rocas volcánicas y se pierden en la infinidad del universo. La fascinación que invita a sentir el espectáculo parece hacer olvidar que las estelas fugaces a las que se piden deseos no son más que pequeños granos de polvo – de milímetros o pocos centímetros– que se han ido desprendiendo del cometa 109P/Swift-Tuttle cuando su órbita se encuentra demasiado cerca del Sol. Algo que ocurre cada 133 años. 

«En el momento en el que el cometa estuvo más cerca del Sol, el hielo que contiene en su superficie se sublima», explica Javier Licandro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). 

Cuando este polvo estelar se encuentra con el campo gravitatorio de La Tierra, las pequeñas rocas son atraídas a gran velocidad hacia nuestro planeta. Poco después de verse atrapadas se empiezan a desintegrar a más de 50 kilómetros por segundo. Una circunstancia, que a su vez, las convierte en las estrellas fugaces más rápidas. «Allí hay una», señala una niña a su tío. Ante la advertencia, las miradas de todo el Parque Nacional empiezan a rastrear el cielo en busca de la estrella fugaz, pero ya no hay ni rastro. Las estelas desaparecen en cuestión de segundos, así que es indispensable estar muy atentos a los trazos luminosos que, como si de pinceles estelares se tratara, dibujan arcos de luz en el cielo.

Un grupo despliega una manta en pleno parking de Las Minas de San José para contemplar las estrellas.

Un grupo despliega una manta en pleno parking de Las Minas de San José para contemplar las estrellas. / V. Pavés

No todos han llegado a la cumbre con la expectativa de encontrar estrellas fugaces. Pablo Varela y su grupo de amigos, que solo han hecho una pequeña parada técnica en el Parque Nacional para descansar de la larga jornada. «Somos del sur y como hoy [por ayer] era el Sunblast, decidimos pasar el día en el norte», afirma. No venían buscando Perseidas, pero en su camino han visto al menos una. «Me sorprendió, no sabía que había estrellas fugaces», indica.

Que observadores menos concienciados como Varela puedan llegar a observar estos haces de luz se debe a que la lluvia de estrellas de las Perseidas es visible al anochecer en todos los puntos del cielo. Hay uno, sin embargo, donde contemplarlas es imposible: la constelación de Perseo. Es desde ahí desde donde parecen nacer estas estrellas. Lo que se denomina el «radiante». Esta información es vital para la observación, ya que si se mira directamente a ese lugar en el cielo será prácticamente imposible divisar una estrella fugaz. Y si por casualidad aparece una en sus alrededores, será de las menos brillantes. Por esta razón los astrónomos abogan por identificar la constelación antes de empezar a observar, de modo que se pueda redirigir la mirada. 

La lluvia de estrellas tendrá su pico máximo de actividad esta noche, en la que se espera también una gran afluencia de personas hacia el Parque Nacional del Teide, dadas las posibilidades para poder observar el cielo nocturno en todo su esplendor. Sin embargo, cabe recordar que este fenómeno natural se puede ver en cualquier lugar sin contaminación lumínica, por lo que, si los cielos están despejados, también se puede observar en un enclave menos concurrido. 

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