La calima en Canarias deslucirá unas Perseidas que obligarán a trasnochar
La lluvia de estrellas será más intensa la noche del lunes al martes
Para disfrutar de un cielo más oscuro habrá que esperar a la una de la mañana, cuando la luna se oculte

Lluvia de Perseidas vista desde el Observatorio del Roque de Los Muchachos, en La Palma. / Daniel López (IAC)

La entrada de calima en Canarias este fin de semana deslucirá el esperado espectáculo de las Perseidas. Una recurrente cita astronómica que este año, además, obligará a trasnochar para conseguir la mejor imagen posible. No en vano, para disfrutar de un cielo más oscuro habrá que esperar hasta la una de la madrugada, momento en el que la luna, que se encuentra en cuarto creciente, se empezará a ocultar.
Canarias prevé una nueva intrusión de polvo sahariano a partir del sábado 10 de agosto por la mañana. La llegada de calima empeorará la visibilidad de cielos nocturnos esa madrugada de sábado a domingo en las islas orientales y la del domingo al lunes en todas menos en La Palma. Los modelos atmosféricos muestran que la entrada de polvo en suspensión desde el continente africano se mantendrá hasta el martes 13 y no se empezará a disipar hasta el miércoles 14. Esta circunstancia meteorológica enturbiará la lluvia de estrellas, aunque no será suficiente como para impedir a muchos tratar de disfrutar de este espectáculo.
La popular lluvia de estrellas del verano tendrá su pico máximo en la noche del 12 al 13 de agosto. Esa madrugada se podrán ver entre 50 y hasta un centenar de meteoros en una hora, aunque no será tan intensa como cabría esperar. «El máximo va a suceder durante el día en Canarias, así que no se podrá ver desde las Islas», insiste Javier Licandro, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) especializado en el estudio de meteoritos.
Sin embargo, este fin de semana son ya algunos canarios los que esperan captar los retazos de las estelas verdes que dejarán a su paso estos pedazos de pequeñas rocas incandescentes –a veces más diminutas que un grano de arena–.
El más peligroso
Estos granos de polvo se encuentran en una gran nube de partículas (llamadas metereoides) que cada año atraviesa La Tierra. Son, en concreto, restos del enorme cometa 109P/Swift-Tuttle. Un objeto de unos 26 kilómetros de ancho, descubierto en 1862, que cuenta con una órbita muy elíptica y que es considerado como «el objeto más peligroso conocido por la humanidad». Hoy en día sabemos, no obstante, que la probabilidad que este objeto, en concreto, pueda impactar con la tierra es «del 0%», tal y como indica Licandro.
Como incide el divulgador y astrofísico, Alfred Rosenberg, de la Unidad de Cultura Científica del IAC la trayectoria de este cometa «le lleva a pasar cerca de la Tierra a una velocidad de unos 58 kilómetros por segundo». «Una velocidad con la que tardaría tres minutos y medio en recorrer una distancia equivalente al diámetro terrestre», insiste. Eso daría lugar a una colisión que liberaría una energía decenas de veces mayor que la del cometa que extinguió a los dinosaurios hace 66 millones de años. «Pero no vuelve hasta 2126 y su encuentro más cercano con la Tierra se espera para el 15 de septiembre de 4479, con una probabilidad de impacto de una entre un millón», destaca Rosenberg.
Cuando los pequeños granitos de polvo que ha dejado el cometa se encuentran con el intenso campo gravitatorio de La Tierra son atraídos a gran velocidad hacia ella. De esta manera, poco después de caer en la atmósfera terrestre se empiezan a desintegrar a más de 50 kilómetros por segundo, lo que las convierte en las estrellas fugaces más rápidas. En su abrupta llegada a nuestro planeta crean trazos luminosos que reciben el nombre científico de meteoros y que suponen uno de los espectáculos celestiales más asombrosos.
Las estelas fugaces de intenso color verde y blanco –dependiendo de su composición y tamaño– que se pueden observar como si estuvieran cayendo del cielo, son, en realidad retazos del pasado que han quedado atrapadas en la infinidad del universo. En concreto, el cometa las deposita en ese mismo lugar cada 133 años. El lugar y el momento en el que se acerca más al Sol. «Las rocas que se adentran en la atmósfera cada verano se pueden haber generado hace cientos de años, en el momento en el que el cometa estuvo más cerca del Sol y el hielo que contiene en su superficie se sublima», explica.
Y ¿por qué se ven todos los años en torno a las mismas fechas? Pues porque cada año la Tierra realiza su recorrido alrededor del Sol y, durante el mismo, atraviesa en las mismas fechas la nube de polvo y rocas que el cometa Swift-Tuttle ha dejado en cada una de sus órbitas alrededor de la estrella más cercana.
Constelación de Perseo
Las Perseidas, aunque visibles al anochecer en todos los puntos del cielo, tienen su origen aparente en un lugar: la constelación de Perseo. Es desde ahí, en el llamado radiante, desde donde parecen nacer estas estrellas. Esto significa que si se mira directamente a ese lugar en el cielo es prácticamente imposible divisar una estrella fugaz, y si aparece una, será de las menos brillantes. Por esta razón los astrónomos abogan por identificarlo antes de empezar a observar para mirar hacia otro lado.
A esta lluvia de estrellas también se le ha conocido coloquialmente como lágrimas de San Lorenzo, ya que su pico máximo suele coincidir con el santoral de San Lorenzo. Durante la Edad Media y el Renacimiento, las perseidas tenían lugar la noche en que se le recordaba, de tal manera que se asociaron con las lágrimas que vertió san Lorenzo al ser quemado en una parrilla.
Lo único que se requiere para pedir deseos a estas luces fugaces es un cielo oscuro (como el que se encuentra en la cumbre o lugares lejanos de la ciudad), un sitio cómodo para sentarse o tumbarse en el suelo y paciencia. «Lo ideal es subir hacia la cumbre», argumenta Licandro, que recuerda que en cotas más bajas tanto la contaminación lumínica como la panza de burro pueden impedir la visión de estas estrellas.
Los útiles imprescindibles para la observación son una silla de playa con la que poder posar la mirada cómodamente al cielo, abrigo para resguardarse del fresco de la noche en la cumbre y una linterna de luz roja. «La luz blanca o amarilla puede cegar y cuesta más acostumbrarse a ella», insiste. Como recuerdan los astrofísicos este evento apto para todas las edades, que no requiere instrumentos de ningún tipo.
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