La historia del 'hombre lobo', hijo de guanches, que terminó como cortesano en Francia y que pudo inspirar 'La bella y la bestia'

Nació en Tenerife y, tras ser abandonado por sus padres al padecer una enfermedad de nacimiento, fue entregado por unos corsarios al rey de Francia Enrique II, que lo aceptó por su exotismo y lo hizo uno de los suyos

Ilustración: Escuela Alemana, siglo XVI, Castillo de AMbras, Innsbruck, Erich Lessing/ Album

Ilustración: Escuela Alemana, siglo XVI, Castillo de AMbras, Innsbruck, Erich Lessing/ Album / E. D.

Víctor de Castro

Víctor de Castro

Santa Cruz de Tenerife

La historia guarda muchos personajes peculiares de los que se ha escrito, pero que continúan siendo anónimos para mucho de los mortales. Historias incluso de personas que nacieron muy cerca de nosotros y que fueron conocidas en ámbitos muy importantes, como el de la aristocracia francesa. Este es el caso de Pedro González, bautizado al latín como Petrus Gonsalvus, y que inicia su vida en Tenerife.

Pedro nació con una enfermedad que hoy conocemos como hipertricosis lanuginosa congénita y es el primero del que hay constancia documentada que la sufrió. En aquel entonces, en el siglo XVI, era una rareza 'coleccionable' para la realeza, pero no para sus padres. La creencia es que sus padres eran unos importantes jefes guanches y que lo abandonaron debido a su aspecto físico.

Desde su nacimiento, el pelo dominaba cada rincón de su piel. De su infancia se conoce poco, más allá de que fue recogido por unos monjes y llevado hasta un monasterio. Lo que parecía una vida desdichada, cambia hacia la riqueza cuando cumple 10 años. Unos corsarios lo llevaron a modo de regalo al recien coronado rey de Francia, Enrique II.

Petrus Gonsalvus

Petrus Gonsalvus / Escuela Alemana, siglo XVI, Castillo de AMbras, Innsbruck, Erich Lessing/ Album

Su cautivadora y extraña enfermedad

En una época donde lo exótico era único, Pedro se convirtió en un bien muy preciado para el monarca. Este fue cautivado por el tinerfeño, un ser extraño dentro de lo común, pero no lo utilizó como atracción ante sus iguales.

Enrique II lo vio como a un igual y no como a un "salvaje", algo que decían de manera habitual los que lo veían por primera vez. Lo primero fue su nuevo bautizo, pasando su nombre al latín y convirtiéndose en Petrus Gonsalvus. El latín era la lengua que se reservaba entonces para la aristocracia, por lo que comenzó a estudiarla ahora que formaba parte de la élite.

Su enseñanza no se limitó a ello, pues fue instruido en las artes liberales, donde tocó distintos palos como la geometría, la dialéctica, la música o la astronomía. Fue un alumno aventajado para el monarca, que se sorprendió rápidamente de las facilidades para aprender que tenía Petrus. Le fue encargado algunos trabajos en la Casa Real, además de ser tratado como 'don', algo que le venía heredado de su supuesto linaje guanche.

Un linaje peludo

El mandato de Enrique II fue corto, ya que murió en 1559, doce años después de su coronación. Su esposa, Catalina de Médicis tomó el mando del trono y es a la que se atribuye la búsqueda de esposa para Petrus. Obviamente, no era fácil encontrar una persona que quisiera estar y tener descendencia con él debido a su enfermedad, por lo que la reina buscó una mujer con la que pudieran criar "hombres salvajes".

Petrus Gonsalvus y su esposa, Catalina

Petrus Gonsalvus y su esposa, Catalina / Lámina de "Animalia Rationalia et Insecta (IGNIS), por Joris Hoefnagel, 1575-1580, National Gallery of Art, Washington, D.C.

Esa fue Catalina, una dama de compañía de la reina. Con ella contrajo matrimonio en 1573 y tuvo siete hijos. Varios de ellos fueron representados en pinturas debido a que heredaron la misma enfermedad de su padre. Al tiempo se convirtieron en una atracción ambulante por Europa. El niño que había nacido en Tenerife se paseó por distintos países asombrando al respetable y sirviendo de inspiración para muchos artistas. A día de hoy, algunos cuadros de esta familia se pueden encontrar en el palacio de Innsbruck, en Austría, lugar de recuerdo para los fanáticos del fútbol, pues fue la sede de concentración de España para lograr su segunda Eurocopa.

En esos cuadros, tanto Petrus como algunos de sus hijos son representados con vestimentas aristócratas, aunque con fondos basados en cuevas. Según apuntan algunas fuentes, se inspiraron en su procedencia guanche. Tras su periplo por Europa, la familia fijó su residencia en Italia, donde el duque de Parma, Ranuccio Farnesio, les proporcionó protección financiera.

La familia Gonsalvus, pese a haber sido criada en la aristocracia francesa, siempre fue tratada como inferior. Para muestras, el cuadro que plasma la imagen de Antonietta, hija del matrimonio entre Petrus y Catalina. En él, pese a verse a la infante con ropas aristócratas, sostiene un papel en el que se lee la siguiente inscripción:

"De las Islas Canarias fue llevado al señor Enrique II de Francia, don Pietro, el salvaje. De allí pasó a asentarse en la corte del duque de Parma, a quien yo, Antonietta, pertenecía. Y ahora estoy con la señora doña Isabella Pallavicina, marquesa de Soragna".

Antonietta, hija de Petrus Gonsalvus

Antonietta, hija de Petrus Gonsalvus / Óleo de Lavinia Fontana (1552-1614), Museo de Bellas Artes, Blois, Album

Además, en algunos libros son recogidos como bestias o animales. Petrus y Catalina fallecieron en la localidad de Capdimonte con una diferencia de cinco años: Petrus en 1618, mientras que ella en 1623. No hay registros de las mismas, y se apunta a que en ese entonces solo se reflejaba la defunción de las personas que eran enterradas según los ritos religiosos. Una muestra más de la condición no humana que le daban.

Pedro, Petrus o Pietro, da igual como lo queramos llamar. Es la historia de un tinerfeño con herencia guanche y que se convirtió en el primer caso conocido de hipertricosis lanuginosa congénita. Una historia de volantazos, del abandono a ser acogido en la aristocracia. De recibir unos modales y unos estudios de clase alta a no ser considerado un ser humano. Pedro González, la historia del 'hombre lobo' tinerfeño y que, según cuentan, inspiró a la francesa Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve para escribir la primera versión de lo que hoy es "La bella y la bestia".

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