Necrológica
Muere Carmen Rubio, monja de El Pajar
La hermana misionera de la Sagrada Familia se encargó en los últimos 40 años de conservar la iglesia sureña del siglo XIV junto a Esther Pérez y Pilar Martín

Carmen Rubio. / El Día
J. M. N./ C. B.
Carmen Rubio, monja de la Comunidad Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, que desde hace más de 40 años se encargan de custodiar la ermita de Santa Águeda, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, falleció en la mañana de ayer a los 86 años de edad, según informaron fuentes de la organización religiosa.
Junto a Esther Pérez y Pilar Martín, las otras dos hermanas dominicas que conservaron el histórico templo de la localidad sureña de El Pajar, vio cumplido su deseo de reabrir la pequeña ermita la tras rehabilitación a cargo del Cabildo de Gran Canaria.
Las tres monjas conseguían así el objetivo de preservar la que es, según algunos historiadores, la primera iglesia de isla y donde se pronunció también la primera misa.
«Ella ha dado el máximo, todo lo que ha podido para todo el pueblo de Arguineguín. Allí todos han pasado por sus manos, porque daba clases», decía de ella ayer, desde el velatorio, su compañera Esther. «La echamos mucho de menos y la vamos a echar mucho de menos porque en 28 años da mucho tiempo para conocer a la gente y quererla», añade esta hermana dominica. Casi tres décadas de andanzas juntas, y Carmen y Pilar compartieron 40 años en El Pajar.
«Éramos una piña, una unión en la fraternidad. Lo hacíamos todo en la comunidad las tres, por eso la vamos a echar de menos y vamos a notar mucho su ausencia», añade.
Esther quiere recordarla «alegre, afable, cariñosa como era». «Era muy tranquila, ayudaba a todo el mundo, daba consejos, todo el mundo venía a ella porque les había dado clases y al venir decían que en nuestra casa se respiraba paz», concluye: «Decía que la gente de El Pajar era su familia»
Con Esther estaba ayer Ambrosio Sebastián Abeso, el párroco de Arguineguín. Solo buenas palabras podía tener para Carmen. «Solo quiero dar las gracias por lo que ha sido y lo que he podido aprender de ella», dice. Califica a Carmen de «pionera». «Ella y Pilar se metieron en Cercado de Espino cuando nadie quería ir y establecerse. A partir de ahí, solo tuvo implicación con la gente del pueblo», destaca el párroco.
Ambrosio recuerda a la finada como «una mujer entregada y cariñosa, trabajadora, de espíritu abierto». «Lo que más me sorprendió cuando la conocí es que era una mujer dispuesta a aprender siempre más. Para mí era una madre, le tenía un cariño especial», afirma el párroco.
La vida de Carmen Rubio estuvo ligada durante las últimas décadas a esa ermita excavada en la roca y con vistas a la bahía. El pasado 22 de noviembre de 2023 fue la encargada de cerrar el acto de reinauguración del lugar de culto, tras cuatro meses de obras en las que involucró a instituciones públicas, funcionarios, arquitectos, empresas y vecinos de la localidad.
En aquel acto recordó que Carmelo Pérez, el que fue cronista de San Bartolomé de Tirajana hasta su fallecimiento en el año 2020, el que batalló junto a ellas en ese empeño reabrir la iglesia. Se cree que la ermita existe desde el año 1.351, fecha en la que llegaron los frailes franciscanos mallorquines a la isla en una misión de evangelización impulsada por el papa Clemente VI. Por tanto, la ermita tendría ahora 673 años y en ese tiempo sufrió numerosos problemas en su estructura, incluido un derrumbe a mediados del siglo XIX.
Financiación
Tras casi 20 años sin intervenciones, en la última obra en la cueva se procedió a acabar con las humedades por las filtraciones de agua de lluvia y del mar, así como mejorar la iluminación y el mobiliario, arreglar las rejas y limpiar la campana, una tarea encomendada al arquitecto Fernando Briganty. Como ejemplo de su habilidad para involucrar a distintos estamentos, consiguió financiación del Cabildo, el Ayuntamiento y la empresa Cementos Especiales de las Islas (Ceisa).
También representantes políticos quisieron ayer acordarse de Carmen, como Marco Aurelio Pérez, alcalde de San Bartolomé de Tirajana que destacó «su gran labor social». «Ellas tres no solo han hecho una labor religiosa, sino educativa y social con muchos vecinos de la zona. Eran vecinas verdaderamente preocupadas por la problemática e implicadas en la solución a los problemas», dice el edil.
Recuerda a Carmen «en primera línea reivindicando las cuestiones, siempre en la lucha social para mejorar los centros culturales, los de mayores, las carreteras...». El Pajar, Arguineguín y San Bartolomé de Tirajana lloran a una de sus tres hermanas Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia.
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