El volcán de La Palma revela el superalimento que nutre el mar canario
El crecimiento de la vida marina tras las erupciones de las Islas no es igual que en otras regiones del planeta y los científicos creen que la clave está en la calima

Andrés Gutiérrez

Cuando las cenizas del volcán de La Palma volaron hasta la costa oeste de la isla marchitaron la vida que sobrevivía debajo. Meses después –una vez las diminutas rocas volcánicas se dispersan por el ancho océano Atlántico–, los nutrientes que depositaron sobre la zona hicieron que la vida creciera de manera exacerbada. Sin embargo, no lo hizo bajo los patrones que se observan en otros lugares del mundo. En Canarias la huella que los volcanes dejan en el mar es muy distinta a la que la ciencia ha visto en archipiélagos homólogos como el de Hawái. Y, a la espera de resultados, esto puede suceder solo porque en las Islas compiten con los nutrientes de otro superalimento: la calima.
Cuando empezaron a investigar el boom de vida que surgía tras la catástrofe ecológica del volcán de La Palma, nunca pensaron que pudiera ser tan distinto a lo que había descrito la ciencia hasta el momento. La erupción del volcán Tagoro, en El Hierro, ya había demostrado que, aunque el crecimiento de vida sucedía, no lo hacía por un aumento de producción del fitoplancton. "Evaluamos los niveles de clorofila porque es un índice muy efectivo para medir la productividad del ecosistema", explica Santiago Hernández León, director del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).
El planteamiento se corroboró tras la erupción de Tajogaite en La Palma y sus conclusiones se difundieron en el VIII Simposio Internacional de Ciencias Marinas, celebrado en julio de 2022 en Gran Canaria. "Aunque en La Palma las cenizas y la lava afectaron mucho menos a la vida y en una zona más reducida, ocurrió algo similar", revela.
Tras la erupción de Tagoro la vida creció, pero no lo hizo la producción de clorofila
Cuando revisaron sus datos encontraron con una respuesta que les sorprendió. "Curiosamente, no vimos una respuesta importante en la clorofila y no pudimos llegar a grandes conclusiones", explica Hernández. Un par de años después, los científicos se empiezan a preguntar qué pudo pasar. La hipótesis que manejan es que las cenizas y otros nutrientes del volcán pueden estar sustentando el ecosistema de una forma distinta a la esperada. "A la espera de resultados, creemos que estos productos no están alimentando el fitoplancton, sino a las bacterias", revela Hernández.
Esto supondría que el ecosistema crece sin necesidad de que lo haga la cubierta vegetal, ya que el zooplancton (el plancton animal) consume directamente esas bacterias. "Es una trama trófica alternativa a la que vemos en otros lugares del mundo tras una erupción", explica Hernández. La idea no es descabellada, pues en experimentos previos se concluyó que, cuando se fertiliza un ecosistema marino con fosfatos y no hierro, crecen bacterias que, posteriormente, hacen crecer también el zooplancton.
Los investigadores buscan ahora un responsable de esta inusual reacción del mar canario y creen que la clave podría estar en un visitante recurrente de Canarias: la calima. "Las cenizas volcánicas contienen fosfatos, nitratos y hierro, pero para que se produzca este crecimiento por esta vía ecológica, el hierro tiene que quedar fuera de la ecuación", explica Hernández. La calima es la principal sospechosa.
"Cuando se han producido episodios de polvo en suspensión muy intenso, la calima fertiliza el océano, con un efecto en el zooplancton y en la clorofila", revela el investigador. De ahí que los investigadores crean que, de normal, el océano canario ya cuenta con una cantidad de hierro muy por encima de lo esperable. "El hierro se convertiría entonces en un factor limitante", por lo que los organismos dejarían de aprovecharlo.
Sin barco ni resultados
Pese a que las primeras conclusiones de este estudio se dieron a conocer en julio de 2022, este grupo de investigación, en el que también se encuentran miembros del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), no ha podido corroborar su hipótesis por falta de medios. "La falta de un barco oceanográfico en Canarias nos impide seguir investigando en esta línea", afirma.
La demanda de un barco es una de las demandas más recurrentes de la investigación marina en Canarias y, sin embargo, sigue siendo desoída. A día de hoy, más de una década después de que el Ejecutivo estatal y autonómico conociera las necesidades de la ciencia canaria, los científicos siguen sin contar con este recurso de investigación. "Nos encantaría poder estudiar esta vía ecológica alternativa, pero no contamos con los recursos necesarios", revela el investigador. Las Islas no cuentan con ningún barco de estas características y para hacer ciencia en el océano dependen del barco oceanográfico del IEO-CSIC que tan solo está disponible en las Islas dos veces al año.
La del barco oceanográfico para las Islas es la historia de un naufragio continuo
La del barco oceanográfico para las Islas es la historia de un naufragio continuo. Comienza en 2013, cuando el aquel entonces diputado de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, pedía al Gobierno estatal que aclarara si tenía intención de trasladar a Canarias el puerto base de alguno de los tres barcos de los que, por aquel entonces, disponía el Instituto Español de Oceanografía (IEO). El diputado destacó que Canarias es un «laboratorio natural» para estudios en esta materia y recordó que el IEO llevaba ya 86 años en las islas, por lo que solicitaba que esta comunidad autónoma sea la base de uno de estos barcos, «por razones de logística y operatividad».
En 2020, y tras una crisis del organismo que casi deja a los investigadores del IEO de las Islas sin poder investigar, Fernando Clavijo, por aquel entonces en calidad de senador, retomó el debate, llevándolo hasta la Cámara Alta. Clavijo puso de relieve entonces que la Facultad de Ciencias del Mar de la ULPGC es «un centro de referencia y vanguardia» y que el Archipiélago acoge «gran parte de la investigación vinculada a la economía azul», pero, pese a ello, no cuenta con barco propio para estas actividades.
En 2022, el Gobierno de Canarias, tras buscar varias vías alternativas para dar respuesta a los científicos, trabajó en la posibilidad de establecer una base permanente de uno de los barcos existentes en España en Canarias. Sin embargo, dos años después, los investigadores siguen sin novedades ni un barco con el que poder trabajar.
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