Juan Esteban Pérez: «Una necesidad de los marineros es que haya espacios wifi en los muelles»
Juan Esteban Pérez, de Stella Maris, explica que los trabajadores del mar tienen necesidad de contactar con sus familias en los meses que están fuera de sus casas

Imagen del 'Lilibet', el carguero en el que tes marineros permanecen sin recibir salarios ni comida ni bebida desde hace meses. / E. D.
Juan Esteban Pérez, de la entidad Stella Maris, afirma que una de las necesidades importantes de las zonas portuarias es que dispongan de zonas wifi para que los marineros puedan acceder a internet desde sus camarotes y contactar con sus familias. Según Pérez, esta demanda resulta fundamental para los trabajadores de aquellos buques que atracan o fondean lejos del centro de la ciudad, como pueden ser barcos de contenedores o petroleros. En opinión de Pérez, el aislamiento es uno de los grandes problemas para dichos empleados, que pasan meses fuera de sus hogares.
Recuerda que este representante de la ONG que antes se les ofrecían tarjetas SIM para móviles a algunos marineros que las necesitaban, pero, después de que surgieran unos problemas con las mismas, se dejaron de suministrar.
Hace casi 25 años que la delegación diocesana de Stella Maris se creó en la provincia de Santa Cruz de Tenerife para ofrecer ayuda de todo tipo e información a los marineros que las necesiten ante cualquier circunstancia.
A sus 80 años, Juan Esteban sigue entregando parte de su tiempo de jubilado a intentar apoyar a dichas personas. Una de las primeras grandes movilizaciones de Stella Maris en Santa Cruz de Tenerife se produjo en 1998 para atender las necesidades de más de una veintena de tripulantes de un pesquero ruso, el Novorosisky Rabochi.
Hace 25 años que la delegación diocesana se fundó en Tenerife para ayudar a tripulaciones
Estaba atracado en el puerto de la capital tinerfeña y el voluntariado de la delegación diocesana ofreció comida y bebida a los marineros durante más de un año. De hecho, incluso realizaron excursiones con ellos a varios puntos de la Isla para que sobrellevaran mejor su abandono por parte del armador.
Pérez Rodríguez comenta que fue el 15 de abril de 1999, coincidiendo con la festividad de San Telmo, patrón de los navegantes y pescadores, el obispo Felipe Fernández decidió abrir oficialmente la sede de Stella Maris en Tenerife.
Otro de los episodios de abandono recordados por este voluntario fue el de la embarcación City of Tema en el año 2006. Pérez recuerda que dicho buque tenía mercancía en sus bodegas y eso fue clave para facilitar la situación de los trabajadores. Durante el tiempo que tardó en resolverse el caso, desde la entidad humanitaria se les brindó comida, bebida y acompañamiento.
La primera acción fue con personal de un pesquero ruso, el 'Novorosisky Rabochi', en 1998
La fundación Stella Maris se creó el 4 de octubre del 1920 en Glasgow con la firme intención de ayudar y acompañar a los marineros, «que son los grandes olvidados de la sociedad», en palabras de Juan Esteban.
Hace muchos años, a estos empleados la ONG les brindaba la posibilidad de llamar por teléfono, juegos de mesa, servicios de mar, así como atender sus problemas personales o familiares. Y esas prestaciones se ofrecían antes de la creación por parte de la administración de las Casas del Mar.
Aún en la actualidad, más del 90 por ciento del transporte internacional de mercancías se produce por vía marítima. Y algunas de las mercancías resultan fundamentales para el funcionamiento de la economía y la sociedad.
En noviembre, la delegación de Stella Maris en Tenerife visitó unos 97 barcos en total para dejar información diversa a través de boletines. Entre esos datos que se brinda a los trabajadores embarcados están ofertas de trabajo en todo el mundo y con datos en varios idiomas.
Una de las labores rutinarias de la ONG consiste en dejar en los barcos boletines informativos
En opinión de Juan Esteban Pérez, existen varias circunstancias que hacen muy difícil la labor de la marinería. «Los marinos son migrantes y forasteros permanentes; no hay descanso semanal; el índice de siniestros laborales es 25 veces mayor que en los trabajos en tierra y con el riesgo de no tener fácil acceso a un hospital; la rutina; la carencia de atención espiritual, así como la soledad y la escasa relación familiar».
Uno de los hitos marcados por este portavoz de Stella Maris fue la creación en 2008 de la Junta de Bienestar de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife para responder a las necesidades sociales de algunos trabajadores en problemas.
Años más tarde, en el 2013, un buque de un armador turco, el Muesinoglu, tuvo problemas para atracar en Gran Canaria. Y sus tripulantes decidieron poner rumbo a Tenerife, según recuerda Juan Esteban. En el viaje a Tenerife se quedó parado y tuvo que ser remolcado a la capital tinerfeña. Llevaba una quincena de tripulantes a bordo. Dos policías colocados ante la escalera impidieron el acceso desde tierra a la embarcación. La Junta de Bienestar Social y el entonces capitán marítimo, Antonio Padrón, realizaron gestiones con el consulado turco y casi todos los marineros fueron devueltos a su país. Sin embargo, tres tuvieron que quedarse en el citado buque. Desde la Autoridad Portuaria se les facilitó a los afectados el combustible para que pudieran seguir utilizando los generadores con los que hacer algo más fácil la vida a bordo. Uno de ellos era el capitán.
La situación de los tres tripulantes del 'Lilibet' se complica por un supuesto embargo al armador
El portavoz de Stella Maris señala que, ante esas situaciones, se generan lazos de amistad y, una vez que los marineros vuelven a sus lugares de origen o tienen otros trabajos, en los primeros años, sobre todo, mantienen contacto con quienes les ayudaron en Tenerife.
Y 25 años después del Novorosisky Rabochi, en el puerto santacrucero hay tres marineros abandonados a bordo de un carguero, que llegó a la Isla con el nombre de Blume y que recientemente ha sido rebautizado como Lilibet. Se trata de dos griegos y un egipcio, que supuestamente embarcaron en agosto pasado y que llevan meses sin percibir sus salarios y, además, sin obtener suministros de comida y bebida.
El buque llegó a Tenerife escoltado por un barco de Vigilancia Aduanera y en la Dársena de Los Llanos esperaban policías nacionales y guardias civiles, porque entre su carga, 200 toneladas de café, había 4.500 kilos de cocaína.
Stella Maris tuvo conocimiento real del problema el pasado 8 de diciembre. Y desde entonces ha actuado para proporcionar productos alimenticios a esos tres afectados. El pasado lunes, una ambulancia tuvo que llevar al varón egipcio a un centro sanitario por su mal estado de salud.
Gonzalo Galán, de la organización ITF, señala que la situación no parece tener una solución sencilla. El motivo es que, supuestamente, existe un embargo sobre el armador griego y esa circunstancia dificulta el cambio de propiedad de la embarcación; es decir, que sea adquirido por otro empresario de Turquía. El delegado de ITF insiste en que se intentará garantizar los derechos de esos trabajadores y asegurar que puedan ingresar sus salarios.
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