La ciencia canaria estrena el potente telescopio Euclid en su debut mundial

El telescopio espacial fotografía el universo con una nitidez extraordinaria permitiendo observar hasta las galaxias y estrellas más débiles

Canarias ha desarrollado la electrónica de uno de los 'ojos' del aparato

Una aproximación a la nebulosa Cabeza de Caballo, la elegida por el IAC, a través de los ojos de Euclid

Una aproximación a la nebulosa Cabeza de Caballo, la elegida por el IAC, a través de los ojos de Euclid / ESA

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

Como si de un cuadro impresionista se tratara, el telescopio espacial Euclid ha fotografiado la cara más colorida del universo. Las primeras imágenes de la misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) han superado las expectativas de los investigadores demostrando así el potencial de este telescopio estelar para descubrir nuevos planetas, entender la formación de nuevas galaxias y responder a uno de los misterios mejor guardados del universo: qué es la materia oscura. Canarias ha tenido un papel protagonista en el debut de esta misión espacial, pues ha seleccionado una de las regiones captada por el telescopio, la nebulosa del Caballo.

La calidad y la precisión de estos fotogramas del universo han dejado huella en Eduardo Martín, profesor de investigación del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y responsable de una de las cinco fotografías que han estrenado las funcionalidades de Euclid. "Llevo días sin poder dormir porque no dejo de pensar en todo lo que podemos hacer", asevera. 

No es de extrañar. Tras más de una década de espera –Martín se unió a este proyecto en 2012– y decenas de pequeños fallos de funcionamiento que parecían presagiar el peor de los destinos para la misión espacial, las estrellas, galaxias y demás estructuras celestes que ha conseguido observar abren la puerta hacia un futuro científico prometedor. "Ahora estamos preparados para observar miles de millones de galaxias y estudiar su evolución a lo largo del tiempo cósmico", afirma René Laureijs, científico del proyecto Euclid de la ESA.  

La batería de cinco imágenes reveladas por la ESA muestran cinco regiones concretas del cielo nocturno como nunca antes. A saber, el cúmulo de Perseo; la nebulosa Cabeza de Caballo; el cúmulo globular NGC 6397, la galaxia irregular NGC 6822 y galaxia espiral IC 342. Martín, y en concreto el IAC, ha sido el responsable de una de estas inspiradoras imágenes, en concreto la de la nebulosa Cabeza de Caballo, una llamativa nube de intensos tonos violetas y rojos que salpican un tapete formado por millones de galaxias, estrellas y planetas. 

"Es una región muy interesante, pues los objetos que la componen son muy jóvenes", explica Martín. En concreto, en este lugar, conocido también como Barnard 33, que forma parte de la constelación de Orión, se han encontrado estrellas recién formadas y enanas marrones, por lo que hace las veces de "jardín de infancia" del cosmos. "Euclid nos permite profundizar y ver esta región con una profundidad extraordinaria", resalta el investigador, que insiste que estos resultados pueden ayudar a entender cómo se forman los planetas gigantes que rodean estas estrellas.

Las primeras imágenes de Euclid demuestran su potencial para 'rastrear’ materia oscura

En esta ocasión, las imágenes tienen una componente adicional y es la intensidad de sus colores. "Son tonos muy poco habituales que tienen relación con las condiciones especiales en las que está trabajando Euclid", reseña Martín. Y es que Euclid es tan potente que es capaz de captar la sublimación de las partículas de polvo interestelar en su proceso de destrucción debido a la luz ultravioleta que emiten las estrellas, lo que se traduce en un "gradiente de colores estéticamente muy bonito".

No  ha sido sencillo conseguir que Euclid enfocara sus ojos en el lugar que deseaba el IAC. Hace unos meses, desde la ESA hizo un llamamiento interno para que cada institución o grupo de investigación propusiera un caso científico interesante con el objetivo de que Euclid observara dicha región. “Al tratarse de imágenes se buscaba que la región seleccionada tuviera una componente estética y otra científica de vanguardia; nuestra propuesta cumplía dichos requisitos", insiste el investigador.

La misión Euclid está formada por un telescopio de 1,2 metros de diámetro y dos instrumentos a bordo: VIS (VISible instrument) y NISP (Near-Infrared Spectrometer and Photometer). Este último es un espectrómetro y fotómetro de infrarrojo cercano que ha sido desarrollado con una amplia participación española, entre la que destaca la del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). "Se trata de uno de los dos ojos con los que cuenta Euclid para llevar a cabo su objetivo principal: crear el mapa 3D más extenso y preciso del Universo hasta la fecha", explica el investigador del Astrofísico.

El telescopio es capaz de captar el universo en dos longitudes de onda, el espectro visible y el infrarrojo. El espectro visible logra una imagen de alta definición y tres veces mejor que la que puede lograr un instrumento de infrarrojo. Sin embargo, este último, es "más sofisticado y complejo" y puede ver el universo a través de tres filtros distintos, por lo que es capaz de "proporcionar mucha información sobre la física de los objetos estelares", revela Martín. De hecho, se cree que esta tecnología, en un futuro también podrá ayudar a conocer la composición atmosférica de algunos planetas que hasta ahora han sido imposibles de estudiar.

Euclid tomará más datos en un año que todas las misiones que se han lanzado al espacio a lo largo de la historia juntas

La contribución española a la construcción del telescopio ha sido muy extensa. Por una parte, el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC), el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC), el Instituto de Física de Altas Energías (IFAE) y el Puerto de Información Científica (PIC), han sido responsables del diseño, construcción, ensamblaje y tests de validación de la rueda de filtros del instrumento NISP, así como de las simulaciones cosmológicas de la misión. Mientras, el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) se han encargado de la electrónica que controla el instrumento NISP y su software de arranque. La participación tecnológica del IAC ha sido galardonada con el EUCLID Consortium EULER Award por su destacada contribución a la instrumentación de la misión.

Pero la participación de España no se queda ahí. Nuestro país también tendrá un papel fundamental en la explotación científica de este recurso, pues serán más de 20 instituciones españolas y alrededor de 100 científicos los que utilizarán este recurso europeo para obtener nuevas pistas sobre el origen y la formación del universo.

"Es sorprendente darse cuenta de que algo que has construido está muy lejos en el espacio y es capaz de revelar el Universo con tanto detalle", afirma Francisco Castander, investigador del ICE-CSIC y del IEEC, y miembro del consorcio Euclid. Si en algo destaca Euclid con respecto al resto de telescopios espaciales (como el Hubble o el James Webb) es en su capacidad para observar una zona amplia de universo en un solo disparo. "En una hora viendo una región del cielo puede obtener una imagen que un telescopio como James Webb obtendría en mes", revela el investigador del IAC. De hecho, se prevé que Euclid pueda tomar más datos en un año que todas las misiones que se han lanzado al espacio a lo largo de la historia.

"Con la misión Euclid da comienzo una exploración del Universo sin precedentes en sensibilidad, profundidad y extensión. Este observatorio desvelará en los próximos años aspectos inéditos de la naturaleza de la materia y la energía oscura, pero también aportará una nueva visión de las galaxias y de algunos de los más elusivos constituyentes de nuestra Vía Láctea", afirma Rafael Rebolo, director del IAC, miembro del consorcio Euclid y coinvestigador de la misión.

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