La opinión del experto
La sabiduría de un pueblo puesto a prueba

La sabiduría de un pueblo puesto a prueba
Martín Caicoya
«¿Sabías que en Fridonia están exterminando a los gitanos y a los judíos?» «Anda, ¿y a los gitanos por qué?»
Ser judío es algo más que ser miembro de esa comunidad religiosa. Se define como una etnia, incluso una raza con caracteres físicos distintivos. Porque en algún momento se decidió que uno nace judío, el pueblo elegido desde Abraham. De ahí que nunca haya habido misioneros.
Un pueblo perseguido y muchas veces odiado. «Si pudiera, yo mismo arrojaría al judío al suelo y en mi ira, lo atravesaría con la espada», escribe Lutero. Alemania, que ellos llamaron Ashkenazi, había acogido a los judíos expulsados de otros países de Europa. En el XVI les tocó huir al Este, a Polonia, Ucrania, países bálticos, donde fueron acogidos por sus talentos como administradores, comerciantes, médicos... Siempre perseguidos. En 1290 habían sido expulsados de Inglaterra y en 1306 de Francia. Hasta el siglo XIV en España, Sefarad, convivían con muslimes y cristianos. Aquí había florecido la comunidad judía más numerosa y culta. Protegidos por los reyes como recaudadores y prestamistas, eran odiados por los nobles y el pueblo. La semilla para la expulsión, promovida por su poder económico y social o por su religión, estaba sembrada. Antes, ya con los visigodos, habían sufrido varios pogromos.
Netahyahu dijo que los palestinos son animales. Justifica así su exterminación. Del mar llegó a esas costas en 1200 A.C. un pueblo que conocía el metal y pronto se hizo con el poder. Se los llamó philisteos (de palestinos), fundaron Gaza y se convirtieron en los más encarnizados enemigos de esos semitas que adoraban a Yaveh y se creían el pueblo elegido. Más atrasados técnica y culturalmente, los israelitas optaron por la técnica del sabotaje y la emboscada. Hoy se renueva la enemistad, ahora son los judíos los que invadieron el territorio donde asentaban otros semitas, pero estos descendientes del bastardo Ismael, el hijo rechazado por Abraham cuando Sara concibió a Isaac.
Ya en la edad media se los obligó a llevar un distintivo, a vivir en comunidades cerradas que tomaron el nombre de gueto del barrio judío de Venecia. Eran ciudadanos con menos derechos, se les prohibía poseer propiedades y ejercer cargos o trabajos públicos. Una comunidad mucho más excluida y excluyente que otras que están unidas por lazos de religión o procedencia. Pronto se los tituló de raza y como tal varias veces se intentó su exterminación. Los orígenes de ese odio son múltiples y algunos circunstanciales. Siempre crecía alrededor de la idea de que habían matado al fundador de la religión oficial, Jesucristo.
Aún hoy en EE UU existen hoteles donde hacen fiestas especiales para que judíos jóvenes de diferentes localidades se conozcan y establezcan relaciones que desemboquen en matrimonio. La endogamia ha conducido a la alta prevalencia de algunas enfermedades de origen genético. Supongamos que un sujeto sufre una mutación en uno de los genes que codifica la enzima que nos interesa. Él no sufre la enfermedad, porque el otro gen está sano. Pero la pasa a su descendencia. La mutación se extiende hasta que dos askenazis que la portan se casan: el 25% de sus hijos padecerán la enfermedad. El resultado es que uno de cada 3 judíos de origen askenazi sufren una enfermedad genética. La lista de enfermedades es larga.
El 25% de premios Nobel de literatura es de origen judío, el 40% de los de las ciencias y la economía: ¿Son más inteligentes? En la comunidad askenasi, dado que su supervivencia dependía de su capacidad para realizar trabajos intelectuales, se pudiera haber seleccionado a los que portaban «los genes de la inteligencia». Y esa endogamia que selecciona una particular configuración genética facilitó la presencia de otras enfermedades. Ellos padecen con mucha más frecuencia que el resto algunas enfermedades que acumula lípidos en las células e invaden órganos volviéndolos inservibles. Una teoría postula que esos esfingolípidos, como los del Gaucher y Tay Sach, favorecen el desarrollo cerebral. También se especula con que la versión normal del gen BRCA1 inhibe el crecimiento neuronal. En muchas judías está mutado, de ahí su alto riesgo de cáncer de mama. Es muy discutible que exista un gen, o grupo de genes, que determinen la inteligencia. Creo que esas ventajas en algunos campos que se observan en la comunidad judía tienen un origen cultural. Una cultura milenaria, forjada en una lucha contra circunstancias adversas alrededor de un esqueleto religioso de gran potencia unificadora. Una cultura que se trasmite desde la cuna, que moldea la actitud y expectativas en el troquel de una comunidad que se siente diferente. El programa de arrasar Gaza me recuerda a la destrucción mítica de Jericó. «La ciudad y todo cuanto contiene será consagrada al exterminio en honor de Yaveh». Nada habían hecho sus habitantes para merecer eso. No como el ataque de esa facción extremista del Islam, quién a lo largo de la historia mejor los acogió. Estamos en vilo. Ahora ellos tienen el poder. Nos conmueve su dolor. También el de los gazatís. Y tememos la extensión del conflicto. La emoción que conduce a la venganza es lógico que se haya apoderado de ellos. Nos queda la esperanza de la razón, de esa inteligencia y sabiduría que pensamos poseen.
Suscríbete para seguir leyendo
- Así será el nuevo Paseo Litoral de Santa Cruz: restaurantes, terrazas de verano, carril bici, zonas de baño y parque infantil
- Los vecinos de La Salud exigen al ayuntamiento que traslade a los grupos del Carnaval fuera del barrio
- Herencias más fáciles y baratas: los herederos no necesitan notario si cumplen este requisito
- Fallece Manuel Hermoso, expresidente del Gobierno de Canarias
- Muere Manuel Hermoso Rojas, expresidente del Gobierno de Canarias y figura clave del nacionalismo canario
- Tres buques militares abren sus puertas a los ciudadanos en el Puerto de Santa Cruz
- Se buscan artistas que pinten al óleo para hacer una película de animación en Tenerife
- Presidente de 'obediencia canaria
Las nuevas terapias marcan el ritmo de la oftalmología canaria
