Canarias pierde la mitad de su agua en plena crisis climática
Las obsoletas infraestructuras y la nula reutilización de este escaso recurso suponen un reto a futuro para el archipiélago

Un hombre se introduce en una galería de agua, situada en el norte de la isla de Gran Canaria. / E. D.

Canarias pierde la mitad de su escasa agua potable a través de unas infraestructuras obsoletas y anticuadas. Y lo hace en plena crisis climática, mientras las lluvias empiezan a escasear –cuando no llegan con carácter torrencial– y los problemas de suministro se convierten en un problema cada vez más habitual. En este contexto, los expertos instan a las administraciones competentes en la gestión de este recurso a ponerse manos a la obra para conseguir un sistema que pueda aprovechar al máximo este valioso recurso natural.
«En Canarias de media se pierde el 50% del agua, es mucha», afirma Soraya Manjon, vicedecana del Colegio de Ingenieros de Caminos Canales y Puertos de Santa Cruz de Tenerife, que matiza que las pérdidas «dependen del punto de las Islas». Y es que hay zonas en Canarias donde las administraciones locales se han aplicado en la tarea y han invertido en mejoras técnicas para reducir las pérdidas.
«Por ejemplo, en La Laguna o en El Rosario, las pérdidas son ahora mucho menores», resalta Manjon. Pero en otros enclaves, como Lanzarote y Fuerteventura –donde algunas poblaciones se han visto obligadas este verano a subsistir recogiendo agua a través de cubas o comprando botellas de agua para ducharse–, las pérdidas pueden llegar a ser de hasta el 60%.
Y, para más inri, en otros tanto municipios de las Islas, «se desconoce el grado de pérdidas». De ahí que Manjon inste a que se digitalice gran parte del proceso para conseguir conocer a fondo la envergadura del problema del agua en Canarias. Para ello, insiste, es fundamental aprovechar el Perte de digitalización del ciclo del agua que ha puesto en marcha el Gobierno de España y que cuenta con una inversión de 2.000 millones de inversión para todo el país; así como convencer a las administraciones locales de financiar proyectos para reducir las pérdidas.
Los ingenieros de caminos lo tienen claro: es necesario acometer obras de modificación de las estructuras que se han quedado anticuadas. «El cambio climático ya está aquí y la necesidades de agua van a ser cada vez más acuciantes», alerta Manjon, que insiste que a ello se unirá la «pobreza energética y los costes de producción industrial del agua», entre otras cosas, los vertidos asociados a la desalación. No obstante, Manjon recordó que las Islas necesitan desalación. «Muchas islas viven en base a la desalación y tienen que seguir siendo un apoyo en la gestión hídrica», remarcó la vicedecana.
Pero el sistema no es lo único en lo que se puede incidir. «También hay que prestar atención al riesgo agrícola para hacerlo más sostenible», relata Manjon. La vicedecana insiste que, a medio plazo, se debe potenciar la instalación de depuradoras comarcales para regenerar el agua y acumularla en balsas. «Ese agua regenerada puede cubrir las necesidades de la agricultura», resalta. Cabe recordar que la economía canaria crece gracias al plátano, el aguacate y el turismo. Unos sectores que, a su vez, son grandes demandantes de agua. La agricultura demanda más del 50% del agua de Canarias y el turismo el 10%. Mientras la agricultura palmera se lleva el 85% del agua y la tinerfeña un 50%, la majorera solo depende del 10% y la Gran Canaria del 45%
Pese a que los expertos llevan advirtiendo varios años sobre la pérdida de agua y la inminente sequía que puede afectar al abastecimiento de la población, poco o nada se ha hecho hasta el momento al respecto. Manjon considera que detrás de esta circunstancia está la burocracia, la falta de recursos económicos, los problemas técnicos y la compleja gobernanza por la que se rige la gestión del agua en Canarias.
Demasiada burocracia
«Existe demasiada burocracia para ejecutar acciones para poder renovar la red de abastecimiento», lamenta Manjon, que insiste en que la crisis económica tampoco ha ayudado a ponerse manos a la obra. «Había otras necesidades que debían ser cubiertas antes, por lo que la gestión del agua ha quedado en un segundo plano», remarca. Por otro lado, considera que al «no existir un mando único» que gestione el recurso, se producen diferencias en el abastecimiento. «Hay municipios responsables de las redes que se ven desbordados con los problemas del día a día y lo dejan pasar», explica. Por último, la vicedecana hace alusión a la obsolescencia de las redes como otro de los motivos por los que aún no se han tomado cartas en el asunto. «Esto es algo que está ocurriendo ahora y que está motivando la toma de acciones», concluye la vicedecana.
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