Luchar contra la ‘basuraleza’ requiere de compromiso y soluciones conjuntas

Varios expertos explican que para aplicar la norma y las sanciones también hace falta tener más personal en las administraciones, así como incidir en la educación ambiental

Imagen de la mesa de expertos ‘Compromiso contra la naturaleza’, promovido por EL DÍA, Ecoembes y el proyecto ‘Libera’, de SEO-Birdlife. | | MARÍA PISACA

Imagen de la mesa de expertos ‘Compromiso contra la naturaleza’, promovido por EL DÍA, Ecoembes y el proyecto ‘Libera’, de SEO-Birdlife. | | MARÍA PISACA / Pedro Fumero

Santa Cruz de Tenerife

Los participantes en la Mesa de Expertos sobre Compromiso contra la Basuraleza coinciden en la necesidad de afrontar la situación con una implicación seria de las instituciones, la aplicación de diversas soluciones conjuntas, endurecimiento de las sanciones económicas y aplicar la normativa de forma efectiva a quienes abandonan basura en espacios naturales. Estos son varios los retos fundamentales para luchar contra esa realidad. Pero para lograrlo resulta fundamental que las diferentes administraciones competentes dispongan de más personal para afrontar las tareas de vigilancia y sanción a los responsables. Y es que, según admite un educador ambiental, Federico García, ya la labor de concienciación no resulta suficiente para contrarrestar el fenómeno.

El debate estuvo promovido por el periódico EL DÍA, del Grupo Prensa Ibérica, y el proyecto Libera, creado por la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife) y Ecoembes. El foro fue moderado por Verónica Pavés, periodista científica y medioambiental de EL DÍA y La Provincia.

Federico García, responsable del Área Social de SEO-Birdlife, explicó que la identificación del problema surgió cuando aficionados a la observación de aves acudían a parajes naturales y cada vez apreciaban más basura. Y, además, se percataron de que no se trataba de vertidos ilegales a gran escala por parte de empresas de la zona, sino de ciudadanos o turistas que acudían al campo y dejaban allí residuos de cualquier tipo.

En opinión de García, el primer logro fue ponerle nombre a esa realidad: basuraleza, con el apellido de «problema medioambiental». El análisis y la divulgación de los vertidos al mar de todo tipo de residuos era mucho más conocido, pero no así la situación que existe en el medio terrestre. En los mares y océanos, se estima que un millón de aves pueden morir por laceraciones o ingesta de basura que está en el agua.

Otro éxito fue implicar a ciudadanos en la recogida de residuos, para que observaran en primera persona cuál era la situación y tomaran conciencia de su magnitud. Con el proyecto Libera, SEO-Birdlife y Ecoembes han actuado en 140 puntos con acciones para sensibilizar a la población.

María Angélica de la Rosa, jefa del Negociado de Residuos en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, explicó que este año se ha aprobado una nueva ordenanza, con mayores sanciones por vertido de basura y diferentes tipos de residuos en espacios protegidos y rurales del municipio.

La normativa también contempla la recogida solidaria, en la que colaboran organismos públicos y entidades privadas. Pero, además, establece mecanismos de control y seguimiento de tales iniciativas, con el objetivo de valorar el resultado de las mismas. A través de la Fundación Santa Cruz Sostenible, se han impulsado en 2023 un total de 21 campañas de recogida de basura, de las que ocho se hicieron en barrancos, siete en playas, cinco en laderas y una en un sendero.

Esta representante del consistorio de la capital tinerfeña opina que, ante todo, la basuraleza se configura como un «problema estético o paisajístico», en la medida en que «vendemos un producto de monte y playa». Sin embargo, admitió que cada vez la población está más concienciada de los daños ecológicos que provoca este fenómeno, que, además, puede agravar los efectos en incendios, por ejemplo.

Patricia Robayna Izquierdo, técnica de la Unidad Orgánica de Gestión Territorial Este del Cabildo de Tenerife, aseguró que en espacios naturales o forestales encuentran muchas colillas y botellas, pero también otros elementos, como baterías de coches, neumáticos e, incluso, planchas de uralita.

Explicó que esto supone que, en este caso la corporación insular, «con el dinero de todos», debe asumir un gasto elevado para recoger tales efectos y llevarlos a un gestor autorizado.

Robayna destacó la labor que realiza el colectivo Montañeros de Nivaria, cuyos miembros en algunas ocasiones llevan bolsas de basura y recogen residuos que hallan en sus rutas. Y después las depositan en un lugar donde son recogidas por parte del servicio de limpieza. Sin embargo, esas bolsas dejadas por los senderistas se convierten en un foco de atracción para los desaprensivos, que aprovechan para dejar allí «lavadoras o neveras», pues piensan que «ya se las llevarán». Según la técnico del Cabildo tinerfeño, otro de los problemas se halla en los miradores, donde las papeleras se convierten en punto de atracción de basuraleza. Por ejemplo, hay personas que se comen diez pizzas y apilan las cajas junto a una papelera del lugar. Pero el viento las esparce por los alrededores si no se recogen a tiempo.

Robayna Izquierdo apuntó que, hace dos años, había que enviar personal de limpieza a los miradores dos veces por semana. En la actualidad, lo normal es que haya que ir a hacer esas tareas tres o cuatro veces. «La gente no puede pensar que el monte es una ciudad donde el camión de la basura va a venir todos los días», señaló la técnico insular.

Carlota Cruz Izquierdo, responsable de Gestión Local y Autonómica de Ecoembes en Canarias, afirmó que los problemas ambientales requieren de soluciones conjuntas y la implicación de todos. «Vemos que las empresas cada vez están más implicadas», señaló Cruz. También percibe que «las envasadoras, nuestros adheridos, participan todos dentro del Proyecto, intentando ir más allá».

La representante de Ecoembes apuntó que percibe cómo «muchísimos ayuntamientos de la Isla participan en el proyecto Libera, es decir, están haciendo limpiezas y llevando la iniciativa a los centros educativos; cada vez tenemos más colegios en los que se habla de este problema, porque la educación es la base de las futuras generaciones».

Mediante una colaboración con la Federación Canaria de Municipios (Fecam), Libera lleva a cabo una exposición itinerante sobre los residuos que quedan en la naturaleza. Y, en esa misma línea, «la Autoridad Portuaria nos ha cedido un espacio en una zona de tránsito para que todas las personas que van a coger un barco puedan ver» una muestra de lo que es la basuraleza, manifestó Cruz.

Para la portavoz de Ecoembes, deben ir de la mano el conocimiento, la prevención y la participación. Planteó que las administraciones deben disponer de buenas ordenanzas que sancionen las conductas fuera de la norma; la Consejería de Educación tiene que enseñar a los más pequeños en esta materia; los ayuntamientos seguir con campañas de concienciación, a la vez que las universidades, además de formar a los jóvenes, tendrían que aportar investigaciones sobre el fenómeno. Y no olvidó Cruz el papel de los medios de comunicación para transmitir a la población esta realidad, y que no sea sólo un asunto estético, porque es más profundo.

Jonathan Sicilia, miembro de la junta directiva de la Asociación Viento del Noreste Desert Watch Lanzarote, explicó la labor que este colectivo realiza en El Jable, un corredor de arena y paisaje desértico, que enlaza el norte y el sur de dicha isla. En los últimos años ha retirado 13.000 kilos de basura, ha contado con 9.000 horas de voluntariado y ha ofrecido cien charlas. Sicilia dividió los residuos hallados en tres tipos: los vinculados al uso del territorio (neumáticos o cartuchos de caza), los que consumen cazadores o senderistas (que tiran al suelo lo que comen o beben) y los planificados (por ejemplo, los escombros que son llevados al espacio natural en vehículos). También habló del proyecto En Lata, que consiste no sólo en recoger las latas o botellas que aparecen en El Jable, sino también en aprender a descubrir si en su interior hay pequeños animales o semillas, para rescatarlos. Pero, además, descubrieron que los cuervos han aprendido a picotear y abrir esos elementos de la basuraleza para extraer comida.

Sicilia también advirtió que, si se endurecen los requisitos para llevar residuos a un punto limpio (limitar el número de viajes o la cantidad de lo que se vierte), no hay duda de que el resto de la basura o materiales acabará en el medio ambiente.

Federico García señaló que el 15% de la basura que se recoge en el medio natural en Canarias está formada por colillas y ese porcentaje es similar al que se detecta en otros lugares. Abogó por un consumo más racional, en el que, además de aplicar criterios como la calidad o el coste económico, también se incluya la posibilidad de que el envase sea más ligero y no genere daños a medio o largo plazo. Para García, hay que elevar las sanciones, pues algunos ciudadanos se vuelven impermeables a las campañas de educación.

Almudena Hernández Cabrera, responsable de Medio Ambiente del área de Gestión y Desarrollo Sostenible de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, dijo que hay una ambiciosa línea estratégica y una de ellas es la gestión de los residuos y la economía circular. «También hemos aprobado la nueva política de gestión ambiental en nuestro Consejo de Administración, que la hemos elevado a los máximos órganos de gobierno de la Autoridad Portuaria», apuntó Hernández.

Además, se trabaja de forma permanente en la mejora de la concienciación y formación de «nuestro personal interno», en la medida en que puede servir de influencia para el resto de la comunidad portuaria, así como en los municipios que acogen los puertos.

Entre otras cosas, afirmó que «estamos preparando un nuevo pliego de servicios portuarios de contenedores, que va a incluir términos de economía circular».

Cintia Hernández Sánchez, de la Cátedra de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Universidad de La Laguna (ULL), explicó que la institución académica afronta diversos proyectos sobre residuos y uno en el que participa dicha experta es el impacto de los microplásticos en las costas de la región Macaronésica (Madeira, Azores, Islas Salvajes, Canarias y Cabo Verde), que comenzó en 2019 y finaliza en breve. Hernández recordó que hay playas que son «puntos negros», pues las corrientes llevan a las mismas una cantidad importante de residuos y plásticos.

Expuso que se ha llegado a plantear que determinados elementos, si no llegan a ser recogidos, deberían degradarse con más facilidad sin causar daños medioambientales. Sin embargo, reconoció que se ha llegado a probar que esos procesos de fabricación pueden ser más peligrosos para la naturaleza que los originales. Así lo acaba de admitir, por ejemplo, la firma Lego.

Para la representante de la ULL, «por supuesto que hay una mejoría» ante el problema de los residuos en los últimos años, tanto en la legislación como en educación ambiental.

Carlota Cruz aseguró que uno de los retos de futuro también es llevar el mensaje de reducir la basura en la naturaleza al conjunto de la sociedad, las administraciones y las empresas; que se expanda más la necesidad de cambiar el modelo y que se apliquen las ordenanzas. La representante de Ecoembes señaló que, a veces, algunas empresas vierten residuos al medio ambiente porque les resulta más barata esta práctica que pagar a un gestor autorizado. También reclamó respaldo y apoyo a la ciencia en este campo.

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