Carrera aeroespacial

China lanza con éxito un cohete tripulado a su estación espacial y acelera el pulso con Estados Unidos

Tres 'taikonautas', uno de ellos civil, van rumbo a la 'joya aeroespacial', situada a 400 kilómetros

El cohete chino Shenzhou-16, con tres pasajeros a bordo, en el momento del lanzamiento.

El cohete chino Shenzhou-16, con tres pasajeros a bordo, en el momento del lanzamiento.

Adrián Foncillas

Segundos después de las 9.31 am (hora local) desapareció entre el cielo encapotado del desierto del Gobi la nave Shenzhou-16 con sus tres pasajeros. Su destino es la estación espacial Tiangong, 400 kilómetros más allá, a la que llegarán siete horas después. Sus tripulantes son el primer relevo desde que quedara completada en noviembre pasado con el acople de su tercer segmento. Desde la base de lanzamientos de Jiuquan, en la provincia septentrional de Mongolia Interior, han consignado el éxito del lanzamiento sin aquel jovial entusiasmo de años atrás. Doscientos cohetes en una década certifican que el programa chino ha entrado en una rutina de etapas superadas sin contratiempos.  

Lo más noticioso de la misión es que un civil rompe por primera vez el monopolio del Ejército de Liberación Popular en el gremio de 'taikonautas' o astronautas chinos. Es el treintañero Gui Haichao, profesor de Ingeniería Aeroespacial en la más prestigiosa universidad pequinesa, y que supervisará el grueso de los experimentos científicos. También debuta el ingeniero militar Zhu Yangzhu, mientras la experiencia y los galones son del general Jing Haipeng, con tres excursiones espaciales ya a sus espaldas. 

De la humillación al poderoso motor

Los tres coincidirán unos días en Tiangong (Palacio Celestial, en mandarín) con sus colegas antes de que estos regresen, seis meses después, a la Tierra. La estación espacial, joya de la corona del programa chino, nace en un despecho. Pekín se puso a ella después de que Estados Unidos la vetara en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas inglesas) por su recelo a compartir tecnología sensible. La humillación ejerció de poderoso motor.

En abril de 2021 empezaron las misiones, una docena en total, para terminar la estación espacial con su característica forma de T en un año y medio. Está planeado que orbite a una distancia de entre 340 y 450 kilómetros durante una década y alcance los 15 años si no hay problemas serios. La ISS colecciona achaques cuando se aproxima a sus dos décadas y Estados Unidos ha retrasado su jubilación prevista en 2024 hasta una fecha no aclarada. La culminación de la venganza china llegará cuando, tarde o temprano, no haya más estación espacial que la suya.

Programa tardío y frenético

Tiangong se beneficia del ímpetu científico nacional. Cuenta con el primer sistema de reloj espacial atómico en frío y está previsto que en 2024 se acople el telescopio Xuntian (algo parecido a “Inspeccionar el Cielo” en mandarín), con un campo de visión 350 veces mayor al del Hubble, una antigualla de 33 años.  

El programa espacial chino es tan tardío como frenético. Cuando Neil Armstrong pisó la Luna, Mao lamentó que no podía enviar ni una patata al espacio. La Administración Nacional Espacial de China nació en 2003 con un presupuesto ridículo de 300 millones de dólares. A China la mueven ahora el orgullo y el prestigio, los mismos motores que han estimulado todas las carreras espaciales desde aquel germinal pulso entre Washington y Moscú. Es temprano para equiparar la china a la estadounidense, superior en experiencia, inversión y conocimientos. China no ha llevado al espacio a más de una veintena de astronautas mientras Estados Unidos suma 340 y la Unión Soviética-Rusia cuenta con 130.  

Pulso geopolítico

Pero China, con medios más humildes, se ha apuntado mediáticos logros. Ha traído muestras de la Luna por primera vez en décadas, alumbrado su cara oculta con las imágenes enviadas por la sonda Chang’e 4 y postrado un robot en la superficie de Marte.  

A la Luna llevarán China y Estados Unidos su pulso geopolítico. Ambas planean abrir bases habitadas permanentes a largo plazo. El trámite previo consiste en llegar. Esta semana desvelaba China que pretende llevar a sus 'taikonautas' a la Luna en 2030. Estados Unidos lo hará en 2025, si se cumplen sus planes, que contemplan un compromiso renovado por las misiones tripuladas con la ayuda de actores privados como SpaceX o Blue Origin.