Educación

Familias y pediatras catalanas reclaman que los adolescentes entren más tarde a clase por la mañana

También plantean la necesidad de impulsar los comedores escolares en la ESO por una cuestión de salud pública

Adolescentes a la salida del instituto Vila de Gràcia, en Barcelona, el viernes a las tres de la tarda.

Adolescentes a la salida del instituto Vila de Gràcia, en Barcelona, el viernes a las tres de la tarda. / MANU MITRU

Helena López

El consenso absoluto es prácticamente imposible, sobre todo cuando se tocan temas que afectan tan directamente a la vida de las personas, pero la idea de que los horarios escolares actuales de los adolescentes no favorecen su salud es generalizada; cuando menos entre familias y pediatras. Lo dice la ciencia. Hacer entrar a los chicos de 13, 14 o 15 años al instituto a las ocho de la mañana (o incluso antes), impartir seis horas de clase prácticamente seguidas y no llegar a comer a casa, en el mejor de los casos, hasta las tres de la tarde (a veces, en función de la distancia a la que se encuentre el centro, a las cuatro), es, desde un punto de vista estrictamente médico, absolutamente desaconsejable, y obliga a un replanteamiento como sociedad.

Lidon Gasull, directora de Associacions Federades de Famílies d'Alumnes de Catalunya (aFFac), entidad detrás del informe 'La jornada escolar a debate: más allá del binomio continua-partida', tiene muy identificadas las cinco medidas que se podrían aplicar a corto plazo, sin necesidad de causar grandes cismas, y tendrían un impacto directo en la calidad de vida de nuestros adolescentes.

La primera -también apuntada por los médicos- es retrasar la entrada al instituto de los alumnos de la ESO a las nueve de la mañana. La segunda es que la hora del recreo pase a ser considerada hora lectiva -como ya sucede en primaria- para quitarles algo de carga lectiva. La tercera -y uno de los elementos clave- consiste en introducir la fiambrera como opción a implementar en la secundaria: una sala con neveras y microondas. La cuarta es repensar los horarios de las extraescolares dirigidas a los adolescentes [es decir, adelantarlas, también], y, la última, también básica, "tener en cuenta en toda esta reorganización que el ocio y la socialización es muy importante para los adolescentes".

Alimentación como factor clave

"Hay que ir mucho más allá, pero estas son las medidas que podrían tomarse ya", añade la directora de la aFFac, quien tiene muy clara la necesidad de un cambio profundo que pase, entre otras cosas, por poner los comedores escolares también a disposición de las alumnos de secundaria. Más allá de lo absurdo del horario -es obvio que comer a las cuatro de la tarde no es saludable-, Lidón destaca que muchas veces esos adolescentes acaban comiendo en casa solos, algo que, a sus ojos, también sería importante problematizar.

"A nadie se le ocurre dejar a un niño de 6 años comiendo solo, en cambio a un adolescente de 12, sí, por esa falsa autonomía -apunta Gasull-. Sin embargo, el adolescente necesita un acompañamiento, una observación que nos permite detectar muchísimas cosas".

El pediatra Gonzalo Pin, especialista en el sueño, coincide con Gasull en la necesidad de que los institutos empiecen más tarde: a las nueve de la mañana. "El reloj biológico durante la adolescencia se va retrasando; aproximadamente dos horas en las niñas y tres horas en los niños", detalla el doctor.

Evitar las pantallas a última hora

Por ese mismo motivo, el pediatra recomienda a los docentes que no pongan exámenes a los chavales los lunes a primera hora, que lo hagan mejor los miércoles a mitad de la mañana, y pide a profesores y padres que entiendan que "los adolescentes van a dormirse más tarde". Para facilitar conciliar el sueño, Pin recomienda también, reto de dificultad extrema, "evitar el uso de pantallas a última hora de la tarde, una hora y media antes de irse a la cama". "Si vigilamos eso vamos a mejorar su salud mental y su capacidad de aprendizaje", señala.

"Según la National Sleep Foundation -referencia mundial en estudios de sueño-, el tiempo de sueño recomendado para niños entre 6 y 13 años es de 9 a 11 horas, y para adolescentes de 14 a 17 años, de 8 a 10 horas", prosigue el doctor, quien añade que, según un estudio realizado en el País Valencià -donde trabaja-, el el 52,8% de los adolescentes van a clase habiendo dormido menos de 8 horas.

Cuestión física

Pin insiste en que en la adolescencia se producen varias situaciones. Por un lado, un retraso fisiológico del reloj biológico del niño que le impulsa a iniciar el sueño más tarde y a despertarse más tarde. Y por el otro, una mayor sensibilidad a la luz a última hora del día y menor por la mañana, lo que dificulta su capacidad de mantener la atención a primera hora de la mañana (de ahí la recomendación de no poner exámenes los lunes a las ocho de la mañana).

"Todo ello ha llevado a recomendar retrasar media hora el inicio de las clases. En los lugares donde esta medida se ha llevado a cabo, más del 80% del tiempo extra lo han dedicado a aumentar su tiempo de sueño, lo que ha mejorado el rendimiento escolar y la actitud social, y han disminuido los problemas de conducta dentro del aula", continúa Pin, quien pone más evidencias sobre la mesa. "El déficit crónico de sueño del adolescente, que es una época de la vida con grandes cambios hormonales, se relaciona con incremento del riesgo de depresión y autolisis, menor capacidad de aprendizaje, peor regulación emocional, aislamiento social, menor actividades física o obesidad -añade el doctor-. De tal manera que este 'jetlag' escolar condiciona la tasa de fracaso escolar y el estado de salud mental, convirtiéndose en un problema de salud pública".

Menos sueño y más pantallas

En cuanto a la jornada continuada, el pediatra apunta que no solo se relaciona con un menor tiempo de sueño, sino que también con un mayor uso de pantallas y tecnología.

En cuanto a la necesidad de plantear comedores escolares en los institutos como propone la aFFac, Pin coincide en que estos tienen un papel fundamental tanto para la equidad nutricional de todos los adolescentes como para adecuar y equilibrar los horarios escolares y nutricionales. "Sin duda es un elemento básico para la educación en nutrición saludable", zanja.

En la misma línea opina Elena Sintes, socióloga con una amplia trayectoria como investigadora en políticas públicas de tiempo y educación. "No hace falta compararse con países nórdicos; Italia o Portugal tienen horarios más racionales: se come a mediodía, no por la tarde", afirma.

Debate pendiente

Pati Sarrias, presidenta de la Associació de Pares d'Alumnes de Secundaria Catalunya (FAPAES), señala que este es "un tema pendiente que nadie se atreve a poner sobre la mesa por la dificultad de tomar la decisión", en alusión a que cambiar los horarios impactaría en la conciliación familiar y laboral de los docentes. "Se tendrían que tomar decisiones valientes y no sé si estamos preparados", añade Sarrias, cuya entidad la semana próxima hará asambleas territoriales y pondrán sobre la mesa la cuestión. "Será interesante ver los desequilibrios territoriales. Fuera de Barcelona hay realidades muy distintas", concluye.

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