Abusos en la Iglesia

Los jesuitas catalanes enviaron al pederasta condenado Lluís Tó con los niños de Bolivia

El religioso abusó de decenas de alumnos del Sant Ignasi de Sarrià y, tras su condena, se prometió que en el país andino haría terapia y no tendría contacto con menores

Lluís Tó, en una imagen de finales de los años 80.

Lluís Tó, en una imagen de finales de los años 80. / Archivo

Guillem Sánchez

La expresión de "ir a misiones" se usaba en los jesuitas en Cataluña para referirse a los profesores que iban a Bolivia a trabajar en los centros que la organización religiosa, de ámbito mundial, tenía en ese país andino. La comunidad jesuita catalana está vinculada con Bolivia, como otras comunidades lo están con otros países. El colegio Juan XXIII de Cochabamba (Bolivia), por ejemplo, está hermanado con la escuela Sant Ignasi de Sarrià y las familias de este segundo centro históricamente han apadrinado a los alumnos del primero. 

La sociedad boliviana, según recoge la prensa local y ha podido constatar EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del grupo Prensa Ibérica, en conversaciones telefónicas con exalumnos bolivianos de colegios jesuitas, trata de comprender ahora cómo, en ese contexto de ayuda humanitaria, pudieron los jesuitas catalanes enviar a sacerdotes que presuntamente habían cometido abusos en el colegio de Casp, como Francesc Peris, según ha informado 'El País', o incluso condenados por la justicia española, como Lluís To, quien, tal como reveló EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, había abusado de decenas de niños y niñas en el colegio Sant Ignasi antes de ser destinado a Bolivia, en 1993

Según fuentes de la organización jesuita, actualmente se ignora cuánto se conocía en 1983, cuando Peris fue enviado durante un curso escolar a ejercer de docente a Bolivia, de los actos que había cometido antes en el colegio de Casp. Sin embargo, admiten las mismas fuentes, sí se sabía que Lluís Tó era un pederasta condenado cuando se resolvió enviarlo a Bolivia. Se dijo entonces que en ese país andino haría "terapia" y que no tendría contacto con menoresNo sucedió así.

Los colegios bolivianos

Este diario ha contactado con una exalumna del colegio Juan XXIII, en Cochabamba (Bolivia), que pide anonimato y que subraya que habla como testigo y no como víctima. "Los jesuitas iban por los pueblos y seleccionaban a los mejores alumnos", detalla, acerca de cómo funcionaban las escuelas. Hacían un examen y se quedaban con las tres mejores notas. A esos elegidos, como lo fue ella a finales de los 80, los enviaron al Juan XXII. Era una preselección: de los más de cien escogidos se quedaron solo con unos ochenta y acabaron la formación –que en España recibían todos los menores de forma obligatoria– solo una veintena de ellos. 

A principios de los 90, esta antigua alumna explica que un día los alumnos se reunieron en una sala de actos. Allí varias chicas explicaron que habían sufrido abusos sexuales por parte de un responsable del colegio, un jesuita de origen catalán. "Lloraban y una decía que le había tocado los senos, otra el culo, otra que la había besado", enumera. La asamblea, considerada un acto de protesta por el centro, generó que los principales jesuitas en Bolivia, casi todos también de origen catalán, se reunieran de urgencia. Según su versión de los hechos, los jesuitas salieron del atolladero expulsando varias semanas a los estudiantes que habían convocado la asamblea y asegurando que no habían existido los abusos sexuales: "Dijeron que habíamos confundido gestos de cariño de un padre a un hijo". Esa era la contundencia con la que actuaban contra la pederastia cuando recibieron a Lluís Tó.

Lluís Tó

Este diario entrevistó en 2019 a varias víctimas del sacerdote Lluís Tó, que abusó tanto de niños como de niñas y es, con diferencia, el religioso sobre el que recayeron el grueso de acusaciones en la comisión que los Jesuitas de Cataluña crearon tras las informaciones que publicó EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, y que destaparon denuncias, que acabaron siendo policiales, contra los docentes Tó, Pere Sala, Antoni Roigé y Josep Antoni Garí. 

Tres de sus víctimas describieron entonces a Tó como un profesor culto, de labia seductora, "un embaucador" que se ganaba enseguida la confianza "de las familias, fueran ateas o creyentes". Sin embargo, los padres de una niña de 8 años, en un gesto insólito para la época, rompieron el hechizo finalmente a comienzos de los 90 y acudieron a la policía para denunciar a Tó por abusos sexuales. La demanda prosperó y Tó fue juzgado y condenado a dos años de cárcel. En 1992, meses después, los Jesuitas enviaron a Tó a Bolivia. Antes de que se fuera de Barcelona, el colegio le hizo un homenaje que se celebró en la residencia que los jesuitas del Sant Ignasi tienen junto al recinto escolar de Sarrià.

Pedro Lima es un exprofesor jesuita nacido en Bolivia que estos días ha dado la cara en diversos medios de comunicación para revelar cómo se taparon los abusos sexuales en ese país por parte de los jesuitas. Lima, en una entrevista concedida a la televisión RFI, ha denunciado nombres de pederastas y de encubridores –que llegaron a expulsarlo– y ha puesto énfasis en dos sacerdotes catalanes: Francesc Peris y Lluis Tó.

Según Lima, Tó tuvo contacto con menores desde el comienzo, porque siguió ejerciendo de docente. Fue destinado al Noviciado de Jesuitas en la ciudad de Oruro. Allí fue presentado como el nuevo profesor de ética y moral sexual a los alumnos, párroco en la ciudad del Alto y profesor de catequesis de los niños. 

Francesc Peris

Un total de 234 exalumnos del colegio Jesuïtes de Casp de Barcelona han firmado esta semana una carta dirigida al centro en la que piden a sus responsables "más transparencia" sobre la información que tenían acerca de los abusos sexuales cometidos por el sacerdote Francesc Peris –que estuvo en el colegio jesuita entre la década de los 70 y el año 2005– y también acerca de cómo gestionaron cada una de las acusaciones que recibieron sobre su conducta. 

La protesta de los antiguos alumnos se ha producido como reacción de una información de 'El País' que detallaba abusos cometidos por Peris en los 70, durante su estancia en Bolivia en 1983, y otros más perpetrados de nuevo en Casp hasta que fue apartado en 2005.

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