Adiós a un periodista ilustrado y un apasionado melómano

Muere Guillermo García-Alcalde

Con García-Alcalde se va uno de los directores y gestores que hicieron de La Provincia el gran periódico de referencia en Canarias y un animador de la vida cultural isleña

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Guillermo García-Alcalde ha muerto. Deja tras de sí un vacío, el del periodista culto, ilustrado y sofisticado que supo trasladar a su trabajo el talante progresista y liberal que siempre defendió. Hijo adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria y de Gran Canaria, era además miembro de las reales Academia de Bellas Artes de San Fernando y de San Miguel Arcángel. Nunca dejó que su pasión melómana lo despistara de su verdadera vocación, la de periodista comprometido desde sus inicios con la democratización del país.

Día de luto y muy triste para la redacción de LA PROVINCIA, para todo el personal de Editorial Prensa Canaria y para todo el mundo de la comunicación en el Archipiélago. Y día también de enorme pesar para el universo de la cultura, y muy específicamente de la música clásica y contemporánea, de esta tierra que lo acogió cuando él era un joven periodista y a la que entregó durante más de 50 años toda su profesionalidad, sabiduría y una apostura intelectual, honesta y visionaria, en un tiempo trascendental para Canarias y para su configuración político-institucional, económica, cultural y social en el marco de la nueva España surgida de la Transición. El adiós de Guillermo García-Alcalde deja tras de sí un vacío al tiempo liviano y denso, el del periodista culto, ilustrado y sofisticado que supo trasladar a su trabajo y a sus responsabilidades como director y gestor de medios ese talante progresista y liberal, en el sentido clásico del término, que siempre defendió, y el de la figura emblemática defensora del desarrollo cultural de los individuos y de los pueblos como única garantía de avance justo y democrático de la humanidad.

Su enorme sensibilidad para toda la actividad artística en general se expresó de manera muy particular en el mundo de la música llamada culta, de la que además de ser un apasionado seguidor y un fino y atinado crítico de afilada pluma en este periódico y en distintos medios nacionales e internacionales, cultivó de manera directa en el ámbito de la composición, además de haber alcanzado el estatus de profesor de piano tras haber realizado estudios musicales en su Asturias natal. Su prestigio en el ámbito de la crítica musical le hacen recordar ahora en el momento de su desaparición no solo como uno de los pioneros en esta actividad en la prensa isleña, sino también como un activista y agitador de la vida musical en las Islas.

Pero García-Alcalde nunca dejó que su pasión melómana lo despistara de su verdadera vocación y profesión, la de periodista comprometido desde sus inicios con la democratización del país y cuyo papel como director de LA PROVINCIA en los estertores del franquismo fue clave en el desarrollo de una nueva manera de contar la realidad de Canarias, compromiso que mantuvo luego en sus cargos directivos en la empresa editora del diario, Editorial Prensa Canaria, y del vespertino hermano ya desaparecido Diario de Las Palmas, o en los que posteriormente asumió en el grupo Editorial Prensa Ibérica, de la que fue consejero delegado hasta su jubilación en 2011.

Asturiano de Canarias

Nacido en Luarca (Asturias) en 1940, García-Alcalde realizó inicialmente estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo obligado por su padre, algo que sin embargo no impidió que posteriormente se matriculara en el Conservatorio de esa ciudad para dar salida a su vocación musical en ese momento. Y fue la música la que lo llevó de una manera totalmente casual a la profesión periodística, según explicó él mismo en alguna ocasión. En 1962, uno de sus profesores en el conservatorio ovetense, que también hacía crítica musical en La Voz de Asturias, cayó enfermo y le ofreció una sustitución temporal en esta tarea periodística. Tras aceptar «encantado», García-Alcalde descubrió que más que el propio comentario musical, lo que le cautivó de aquella experiencia fue el ambiente de la redacción del periódico donde lo hizo. Tres años después y tras concluir sus estudios musicales, en 1965 se matriculó en Periodismo, a caballo entre la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de La Laguna, mientras seguía haciendo crítica musical en la prensa diaria ovetense.

Fue en 1966 cuando García-Alcalde recaló en Las Palmas de Gran Canaria para incorporarse a la redacción de LA PROVINCIA en su reaparición como cabecera histórica de la prensa canaria tras varios años en el dique seco y dirigido entonces por José Luis Martínez Albertos, el conocido profesor y autor de textos académicos sobre la profesión. Recordaba él esos años como los de un «periodismo romántico» pero de nuevo cuño que trataba de relanzar el proyecto editorial acogiéndose al supuesto aperturismo de la ‘Ley Fraga’ de prensa. Esa primera experiencia en las Islas duró cerca de dos años antes de volver a su Asturias natal para trabajar, entre otras cabeceras, en La Nueva España y en la revista Asturias Semanal, en la que alcanzó el puesto de redactor jefe, además de codirigir un programa cultural en Radio Asturias junto al gran periodista asturiano Juan Cueto. Pero su anterior paso por Canarias ya había dejado huella y en 1972 fue reclamado por el entonces dueño de LA PROVINCIA, Matías Vega, también presidente del Cabildo de Gran Canaria, y a propuesta de su mano derecha y consejero, Tomás Hernández Pulido, fallecido el pasado 5 de marzo, del que el propio García-Alcalde fue luego estrecho colaborador y gran amigo.

Director con 31 años

Regresó así a las Islas con 31 años, siendo en ese momento el director de prensa más joven de España, pero con la «absoluta prohibición» por parte de su mujer, Mari Carmen, de no estar más de dos años en este destino y con la idea de volver a la Península transcurrido ese tiempo. Pero ni él ni ella tardaron en encontrar en esta tierra su propio hogar y hacerla su paisaje y construir en ella su proyecto vital. La llegada de García-Alcalde a la dirección de LA PROVINCIA fue un revulsivo para el periódico, proyectando una nueva mirada sobre la actualidad de Gran Canaria, de la capital de la isla y del conjunto del Archipiélago en el marco de la pulsión de cambio social y político que ya se advertía en aquellos estertores del franquismo.

Una idea de acercamiento de la información a los intereses de los ciudadanos y de reflejo de las realidades de las Islas, formando un grupo de jóvenes profesionales que trataron de hacer un periodismo democrático y progresista que sufrió no pocas advertencias por parte del régimen y que le costó, en los primeros nueve meses de esa nueva etapa del diario, otros tantos expedientes administrativos y un secuestro de edición por no asumir los cortes impuestos por la censura previa imperante aún en esos tiempos. «Se hacía un periodismo con un voluntarismo extraordinario y con la ilusión de que estabas contribuyendo a cambiar los esquemas mentales de los lectores», decía García-Alcalde sobre aquella novedosa experiencia.

Su implicación en el movimiento democrático de la capital grancanaria en esos años le llevaron por ejemplo a integrarse en 1974 en el grupo que fundó la clandestina Junta Democrática de Periodistas de la capital en la que estaban integrados colegas como José Carlos Mauricio, Pepe Alemán o Diego Talavera, entre otros. En su casa se celebraron las reuniones de constitución de esta plataforma en pos de la democracia y él mismo fue designado su máximo responsable.

García-Alcalde convirtió además LA PROVINCIA en una auténtica plataforma de desarrollo y divulgación de la cultura local, insular y regional, instaurando una sección dedicada a la misma y dándole una importancia medular en el relato de las realidad de la sociedad canaria de esos años. En sus cinco años de dirección del periódico, los artistas canarios y la actividad cultural de las Islas encontraron en sus páginas el espacio para su promoción que nunca habían tenido en la prensa diaria isleña, un espacio que se ha mantenido a lo largo de los años y que de facto se ha convertido en uno de los grandes referentes del periódico. Pero García-Alcalde ofreció al mundo cultural y artístico canario algo más que la promoción pública que necesitaba, pues convirtió además su propia casa en un lugar de encuentro de sus protagonistas, especialmente del mundo de la música, con audiciones y pequeños conciertos casi improvisados, y coloquios y debates que se convirtieron en legendarios.

Este contacto con el mundo cultural le llevó a trabar gran amistad con algunos de los grandes personajes de este ámbito en la capital grancanaria, como el compositor Juan José Falcón Sanabria, sobre cuya obra llegó a publicar un libro; el gran impulsor del Festival de Música de Canarias, Rafael Nebot; el poeta y gestor cultural Pepe Otero; o el ensayista y crítico de arte José Luis Gallardo, entre otros muchos. Muy conocida fue también su amistad con el escultor y grancanario universal Martín Chirino, al que el 23 de marzo de 2019 dedicó un emocionado adiós en la catedral de Las Palmas de Gran Canaria durante el funeral en memoria del artista fallecido unos días antes.

Poliédrico, sofisticado y de compleja sutileza intelectual, García-Alcalde trasladaba a su labor periodística y visión política la misma mentalidad abierta y sin prejuicios que dominaba su sensibilidad artística y musical, y si su debilidad por Bach o Brahms, figuras emblemáticas del barroco y del romanticismo, respectivamente, no le restaban capacidad de fascinación y entendimiento lúcido por la música contemporáneas y las tendencias de vanguardia, sus ideas progresistas nunca le restaron voluntad de acercamiento y comprensión de otros espacios políticos. Respetado por todo el abanico político canario desde la Transición, mantuvo, tanto en su etapa como director como en sus más de treinta años como director general de Editorial Prensa Canaria, una exquisita neutralidad en aras de la profesionalidad del periódico, aunque no siempre pudo abstraerse de guerras mediáticas y políticas en las recurrentes batallas por el control de los medios y por la narrativa política de una Canarias que, una vez consolidada la democracia, caminaba hacia una modernidad compleja de autogobierno y de desarrollo económico a lomos de la emergente industria turística, y en un nuevo marco político-institucional gracias al Estatuto de Autonomía, al un nuevo Régimen Económico y Fiscal, y al estatus especial logrado en la Europa comunitaria.

Contemporáneo de la generación de políticos que lideraron esa transición como Jerónimo Saavedra, Manuel Hermoso, José Carlos Mauricio, Adán Martín, José Miguel Bravo de Laguna, María Dolores Pelayo, Nardi Barrios o Lorenzo Olarte, entre otros muchos, con todos ellos tuvo una relación cordial y profesional de respeto no exenta, por momentos, de tensiones puntuales derivadas de determinadas pugnas entre el poder político y los medios de comunicación, o incluso por los intentos de algunos de ellos por reavivar un pleito insular que él siempre despreció y combatió. Solo con Olarte ha mantenido sin embargo una relación estrecha de amistad que el histórico político centrista ha llegado a calificar de «auténtica hermandad».

De periodista a gestor

La etapa de García-Alcalde como director del LA PROVINCIA se cerró en 1977 tras las primeras elecciones democráticas en España previas a la Constitución, en las que el dueño del periódico le hizo responsable del gran fracaso de Alianza Popular en Canarias, pero cuando preparaba su regreso a la Península su gran amigo y consejero delegado de EPC, Hernández Pulido, le ofreció quedarse en la empresa como consultor e integrándose después en el consejo de administración.

Poco tiempo después, en 1978, surgió la operación de compra de Prensa Canaria por parte de Javier Moll, un abogado-economista de 28 años natural de Zaragoza que comenzaba así su proyecto empresarial como editor, en cuyo equipo se integró convirtiéndose en Director General y alma mater de la nueva etapa tanto de LA PROVINCIA como del Diario de Las Palmas hasta la fusión de ambas cabeceras a finales de 1999. Desde entonces ha ido ocupando distintos puestos en Editorial Prensa Ibérica (EPI)durante la fructífera trayectoria de un grupo que ha ido sumando medios hasta convertirse en la más potente editorial española de carácter regional, con 24 cabeceras de prensa escrita y varias emisoras de radio y televisión.

Como principal responsable de la gestión de EPC colocó a LA PROVINCIA en lo más alto de la prensa canaria, siempre respetando el criterio profesional y periodístico en el quehacer diario de la redacción de cada unos los siete directores y una directora con quienes convivió.

Declarado hijo adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria y de Gran Canaria por sendos acuerdos unánimes por parte del ayuntamiento capitalino y del Cabildo insular, respectivamente, García-Alcalde se sintió siempre un canario más. Es además miembro correspondiente de las Reales Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y de la canaria de San Miguel Arcángel de Santa Cruz de Tenerife, en ambas entidades adscrito a la sección de música. Su pasión melómana no podía pasar pasar por alto todo lo que estuviera relacionado con el Festival de Música de Canarias, que ayudó a promocionar y prestigió con un seguimiento crítico del mismo que en ocasiones fue de desaforado desencuentro.

Famoso es su artículo titulado Llanto y miserere por el Festival de Música en el que arremetió contra la «decadencia» que a su juicio llevaba la programación artística de aquella 33ª edición del festival en 2016 de la mano de unos gestores que consideraba «ignorantes» y entregados al «politiqueo». Más allá de su faceta crítica, en lo musical García-Alcalde cultivó la composición a un nivel no profesional pero de gran hondura estilística. Ocho de sus obras se han estrenado en auditorios de las dos capitales canarias y de ciudades como Madrid, Oviedo y Santander.

Guillermo García-Alcalde ha vivido sus últimos años, ya jubilado, sin perder ni un ápice el interés y el contacto con la actualidad y las realidades de la sociedad española y canaria, manteniendo su colaboración periódica de comentarista político y musical, siempre aportando una mirada aguda y sutil que los lectores de LA PROVINCIA sin duda añorarán.