Crecen las intoxicaciones alimentarias en Canarias después de la pandemia

Salud Pública relaciona este aumento con una mayor predisposición a comer fuera de casa y con la mejora de la capacidad de vigilancia del área de epidemiología canaria

Un grupo de personas almuerza en un restaurante de la isla.

Un grupo de personas almuerza en un restaurante de la isla. / María Pisaca

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Los brotes de intoxicaciones alimentarias se han duplicado durante el último año en Canarias. En total 382 personas han sufrieron una toxiinfección alimentaria durante 2022, en un total de 47 brotes constatados por el área de Epidemiología del Gobierno de Canarias. 

Los expertos relacionan este aumento de los brotes de infecciones alimentarias con una mayor tendencia a salir a comer fuera de casa. «Este tipo de reacciones suele estar relacionado con la restauración», afirma Álvaro Torres, jefe de la Unidad Funcional de Vigilancia Epidemiológica de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud (SCS). Como explica, después de las restricciones sociales de la pandemia, que impedían acudir libremente a restaurantes y a otros emplazamientos de este tipo, ha habido un aumento de las personas que prefieren «ir a comer fuera». 

Sin embargo, para el responsable, no es lo único que puede estar detrás de estas cifras. «No se encuentra lo que no se busca, y hasta ahora nuestra dotación en infraestructura y recursos humanos había sido bastante deficiente», explica Torres. Tras un análisis exhaustivo de la situación, los médicos creen que tras estas cifras está el conocido como «efecto vigilancia». 

El área ha mantenido a los médicos y enfermeras que se dedicaban al rastreo de casos covid

Y es que, durante la pandemia, el área de Vigilancia Epidemiológica recibió un impulso del SCS para poder hacer frente a los rastreos, el análisis de datos, la identificación de brotes y las campañas de prevención de los contagios por covid-19. «Se contrató a mucho personal y hemos logrado mantener a buena parte del personal médico y de enfermería que nos cedieron por aquel entonces los hospitales y centros de salud de las Islas», recuerda Torres. 

Gracias a ello, ahora se puede hacer una vigilancia «más exhaustiva», logrando llegar a donde antes, por falta de investigación, «pasaba desapercibido». Además de la contratación de personal, esta mejora también se sustenta en el establecimiento de nuevos circuitos de colaboración con los centros de salud. «Les hemos pedido a los médicos que estén pendientes de los pacientes que acuden al servicio con algún síntoma relacionado con una intoxicación alimentaria, como la diarrea y les pidan hacerse una prueba», resume. A partir de ahí «nosotros tiramos del hilo» para conocer el alcance de un brote y tomar medidas si así lo consideran necesario. 

«Cuando obtenemos los resultados de laboratorio podemos alertar a la inspección para que realice una visita al establecimiento o evento concreto vinculado con el brote», revela Torres, que indica que muchas veces estas toxiinfecciones tienen relación con una mala conservación del alimento. 

En estos momentos, Salud Pública se encuentra desarrollando una nueva aplicación para conectar los resultados de los laboratorios de microbiología con las historias epidemiológicas. «Esta tecnología podría estar funcionando en 18 meses, lo que automatizará los procesos, evitará que los facultativos asistenciales tengan que rellenar las historias epidemiológicas y nos permitirá actuar antes». 

Torres argumenta que, debido a esta mejora de la vigilancia, «veremos que se incrementará el número de afectados también en 2023», recalca. Sin embargo, revela que los aumentos de incidencia epidemiológica que más le preocupan son los que tienen relación con las ITS. «Han aumentado mucho en toda España», explica. En Canarias, excepto el VIH, «las ITS de toda la vida (como la clamidia o la gonorrea», se han disparado. De ahí que este año el área de vigilancia se haya marcado como objetivo realizar un estudio más exhaustivo sobre las tendencias históricas para indagar sobre las causas que lo producen porque, al fin y al cabo, «vigilar no es solo conocer, también es actuar». 

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