Entrevista | Francisco García Rodríguez Ganador de las elecciones al rectorado de la Universidad de La Laguna

"Más que guerrillero, me considero un hombre de acción y emprendedor"

El nuevo rector considera que es "bueno que la universidad esté en el debate social porque eso significa que está viva"

Francisco García, rector de la ULL.

Francisco García, rector de la ULL. / E. D.

El próximo jueves tomará posesión del cargo como rector de la Universidad de La Laguna tras ganar las elecciones a Rosa Aguilar. Economista de formación y hombre de acción y emprendedor, Francisco García (Tijarafe - La Palma, 1971) llegó a Aguere hace tres décadas y media y, por tanto, es conocedor de la realidad que está a punto de liderar. Además tiene la experiencia de un vicerrectorado en la ULL.

¿Cómo comenzó su relación con la ULL?

Empezó en 1988... ¡Espere! ¿Fue en el año 88 o en el 89? [abre una pausa]. Fue en 1989... Como muchos palmeros y canarios de islas menores me vine a estudiar a la ULL y, poco a poco, entendí que mi espacio laboral debía crecer en Tenerife.

¿Volver a La Palma nunca entró en sus planes?

Justo al acabar Económicas tuve una oportunidad de trabajo, perdón, se dieron un par de ellas en La Palma y debo reconocer que me lo pensé... Lo que ocurrió entonces fue que me ofrecieron varios proyectos en ayuntamientos de Tenerife y también ya colaboraba con una ONG. Quería hacer el doctorado y esa fue mi apuesta. Más tarde me asignaron una plaza de profesor a tiempo parcial en la universidad y se disiparon las dudas... Ahí fue cuando comencé a darle forma a mi perfil académico.  

Dicen que es un hombre combativo.

Más que combativo o guerrillero, sinceramente, yo me considero un hombre de acción. La vida nos suele llevar por unos caminos inescrutables [fue compañero de clase en la universidad de Carlos Alonso, expresidente del Cabildo de Tenerife] y ya en mi estancia universitaria estuve muy implicado en la constitución de varias asociaciones. Además, cuando trabajas en el sector económico te conviertes en una persona emprendedora.

Garafiano...

No tijarafero...

Perdón, tijarafero.

Son municipios ubicados en la misma zona o vertiente pero soy de Tijarafe.

Vengo de una familia humilde: mi padre tenía una pequeña finca , pero sin plataneras...

Una tierra rural que sabe lo mucho que cuesta labrarse un futuro, ¿no?

Yo crecí en una familia humilde. Mi padre trabajaba el campo, pero sin plataneras... Pequeños cultivos en zonas de medianías y una explotación ganadera, no demasiado grande, con cabras y cochinos. Lo que se conocía como el complemento de la actividad agrícola... Al margen de la finca, él ejercía de peón albañil para poder engordar los ingresos familiares. Soy hijo único y nací tardíamente, mi madre tenía 42 años, y ése, más o menos, es el entorno en el que crecí.

Vamos que en su familia sabían lo que cuesta ir a la universidad.

Yo estudié con beca desde que empecé mi etapa en el instituto. Tenía que recorrer 22 kilómetros en guagua de mi pueblo [el Ayuntamiento de Tijarafe tramita el expediente para hacerlo hijo predilecto] a Los Llanos de Aridane. El periodo universitario también lo tuve cubierto con becas y eso significaba que debía aprobar todo en junio para poder renovar la ayuda. Aquello se convirtió en un criterio de productividad que me autoimpuse para aprovechar al máximo mi estancia en la ULL.

¿Siempre tuvo claro que lo suyo eran los números?

Al principio no. En el momento de dar el salto del instituto a la universidad aparecieron las dudas y reconozco que mantuve abiertas varias vías: desde Derecho a Biología, pasando por Telecomunicaciones... Me gustaba la literatura, pero al final me acabé inclinando por Económicas y Empresariales porque vi que era un paso intermedio entre mis preferencias.

¿Qué le dicen en casa sobre el reto que está a punto de asumir?

Mi pareja es docente universitaria y conoce perfectamente lo que significa aceptar este cargo. Además, la experiencia de haber sido vicerrector durante cuatro años quieras o no ayuda a hacerte una idea aproximada de lo que te vas a encontrar. Ella se ha implicado mucho en todo este proceso y sabe a lo que me voy a enfrentar... Menos tiempo para la familia, más para la universidad.

¿Quién le metió en esta aventura?

[ríe]. Todo esto es fruto de una mezcla compleja. Yo estaba en un grupo claustral y sabía cómo estaba respirando la institución. Al margen de conocer la casa por dentro, fueron numerosas las personas, unas ligadas con la actividad docentes y otras cuya profesiones nada tienen que ver con el ámbito educativo, que me animaron para dar el paso. El apoyo de mi familia fue fundamental, pero la decisión definitiva la di en cuanto me convencí de que en estos instantes podía ser útil a mi universidad. Si no lo creyera así me habría quedado quieto.

Salvo en el caso del doctor Eduardo Doménech, el cargo de rector/a no suele ir más allá de un mandato.

La responsabilidad de gobernar conlleva un desgaste y esa puede ser una explicación al hecho de que casi nadie repita... En la ULL siempre está latente una pulsión de cambio y ése es un fenómeno que se repite [salvo la excepción que se dio con el rector Doménech Martínez (2007-2015), nadie ha completado dos mandatos] en base a las condiciones concretas que se han en un periodo de gestión.

¿Sabe que en unos días le van a colocar una diana a la que disparar cuando se hable de los temas universitarios?

Eso forma parte del pack que estoy a punto de asumir [sonríe]. Sé que cuando eres rector el grado de responsabilidad es mayor, pero también tengo claro que hay elementos, tanto por la parte que me toca como en el equipo que dirijo, para administrar esas situaciones... Es bueno que la ULL forme parte del debate público porque eso significa que está viva.

Los que conocen su labor diaria apuntan que tiene mano izquierda con los alumnos.

No me llevo mal con ellos. En los programas de evaluación (Docentia) no salgo mal parado... Existe una relación buena entre las partes y creo que exageran cuando escucho que «este alumnado no trabaja». Yo me veo reflejado en ellos y estoy convencido de que la mejor forma de comunicar algo es que tú te lo creas: yo me creó lo que comunico.

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