Entrevista | Francisco Javier Castro Enfermero de salud mental

«Por fin tenemos un programa de salud mental, pero hacen falta más medios»

«Hay profesionales canarios muy bien formados conquistando el panorama mundial», afirma

Francisco Javier Castro, este miércoles en las instalaciones de El Día-La Opinión de Tenerife.

Francisco Javier Castro, este miércoles en las instalaciones de El Día-La Opinión de Tenerife. / Carsten W. Lauritsen

Michael Valdivia

Francisco Javier Castro forma parte de los profesionales de investigación que, a través de sus conocimientos, persiguen el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas que sufren enfermedades mentales. Este enfermero fue el primer canario en formar parte de la Real Academia de Medicina de Canarias en el año 2018 y de la Academia de Brasil de Historia de la Enfermería en 2021.

El enfermero tinerfeño de Salud Mental del Hospital Universitario de Nuestra Señora de Candelaria, Francisco Javier Castro, ha sido nombrado académico de honor de la Academia de Ciencias de la Enfermería de Bizkaia. Este es un reconocimiento a la labor que ha desempeñado a lo largo de los años de servicio.

¿Qué significa para usted que la Academia de Ciencias de la Enfermería de Bizkaia reconozcan su labor como enfermero investigador?

Que te reconozcan en tu entorno más local es algo importante porque yo fui el primer el primer enfermero en acceder a la Real Academia de Medicina de Canarias pero, cuando el reconocimiento viene de gente de otras tierras, en este caso del País Vasco, es un gran honor. No sólo que centren sus ojos en mí y como académico, sino como académico de honor porque tiene aún más prestigio. Yo no pienso que mereciera ese premio pero, si ellos lo han decidido, lo asumo. También es una responsabilidad ser miembro de la Academia porque tienes que representarla allá donde vayas. Además, te conviertes en un referente. Por ejemplo, aquí en Canarias, ya que en esta institución no había ningún canario.

Es importante darle visibilidad a los profesionales canarios con reconocimientos como este, ¿no?

Por supuesto. Pienso que hay profesionales canarios muy bien formados que están conquistando el panorama internacional y nacional y me parece maravilloso. Quiero mucho a mi tierra, me siento orgulloso de ser canario y me gusta serlo. Que haya personas destacadas que son ya reconocidas en el ámbito doméstico y que también lo sean a nivel internacional me parece magnífico. Esto se traduce en vitaminas para el alma para poder seguir luchando y avanzando.

También fue el primer enfermero en acceder a la Real Academia de Medicina de Canarias y es miembro de la Academia de Brasil de Historia de la Enfermería. ¿Cómo fue?

Cuando entré en la Academia de Medicina, muchos ojos estaban puestos en que un enfermero entrara a la corporación. Me sentía observado y, sin embargo, se dio el visto bueno para que accediera. Ingresar en la Academia de Brasil lo sentí igual que entrar a la Academia de Bizkaia. Que compañeros con los que estás trabajando, has abierto unos puentes transoceánicos con São Paulo y Río de Janeiro y, encima, con los que no compartes el mismo idioma te reconozcan es algo muy importante. Mi objetivo es el mismo que siempre, trabajar, seguir adelante y seguir investigando.

Veo a las nuevas generaciones con ganas de aprender y tratar los problemas de la población

¿Cómo ha sido el camino a lo largo de los años para llegar hasta aquí?

Hay una frase que a mí me gusta mucho: la constancia es la única virtud que se premia. Creo que lo que he sido estos años es constante. Cuando terminé mi carrera de Enfermería, fui el primero de mi promoción en quedarme fijo y, a partir de ahí, se me abrió un campo para pensar qué hacer. Hice Historia del Arte y después Antropología. Además de tener dos especialidades, yo me he querido autoproclamar como un enfermero activista pero en el sentido de estar activo y estar constantemente trabajando para luchar y que la Enfermería siga adelante para dejar un grano de arena a las generaciones futuras. No ha sido fácil, nadie me ha regalado nada. Soy un chico que nació en un barrio como es García Escámez y lo llevo con mucho orgullo.

¿Cuándo empezó su pasión por la enfermería?

Yo iba para historiador porque no quería ser enfermero. Es verdad que era una profesión en la que rápidamente podía tener una independencia económica y creo que eso me motivó. Cuando te metes dentro de este mundo, te enamoras de lo que haces y, cuando esto pasa, el trabajo se convierte en algo cotidiano. Siempre he dicho que tengo dos amores en mi vida, mi mujer y mi profesión. Ahora que estoy en el ámbito de la docencia, esto conlleva una gran carga y muchas horas que no se ven, pero me gusta lo que hago.

¿Cómo avanzan las condiciones dentro de la profesión?

Las enfermeras, en la actualidad, están consolidándose en el ámbito de la investigación. Hoy en día, las enfermeras tienen la posibilidad de poder hacer un doctorado en Enfermería y eso es algo magnífico que se ha logrado con el trabajo de muchos para que se puedan doctorar. El hecho de la investigación desde el ámbito de la Enfermería poco a poco va creciendo pero falta mucho por conseguir. Por ejemplo, la función que tiene la enfermera como investigadora. Estamos organizando para este fin de semana un proyecto para el que nos han dotado con 4.500 euros hecho por enfermeras y formado también por personas trans, la cual es una de las líneas que tenemos en la Escuela. La investigación es difícil y tenemos que hacerlo fuera de nuestro horario de trabajo, por lo que se convierte en algo complicado. Falta tiempo.

¿Qué se debe solucionar con más urgencia en Canarias en cuanto a sanidad?

Creo que ahora mismo es imprescindible, sobre todo aquí en España, mejorar la cifra de enfermeras. Las estadísticas hablan de 625 enfermeras por cada 100.000 habitantes y la media europea es de 827. Tenemos un déficit importante. Creo que hay que dotar con los recursos necesarios, no solo materiales, sino humanos, al sistema canario y hacerlo robusto. Dos de las grandes cosas que tenemos en España es el hecho de tener una sanidad y educación para todos, y eso no se puede perder. Ha habido un deterioro en los últimos años pero no podemos bajar el listón. Tenemos un gran problema con que no se está reponiendo aquellas personas que se están marchando. Sanidad requiere de esa mejora, de una inversión y adaptación a los nuevos tiempos.

Usted también es profesor de Salud Mental en la Escuela de Enfermería del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. ¿Cree que hace falta más investigación y financiación en esta área?

Falta mucho por conseguir. Soy miembro de la junta directiva de la Asociación Canaria de Neuropsiquiatría y digo siempre lo mismo. Por fin tenemos un plan de salud mental con poca dotación y habría que mejorarlo, pero es verdad que queda mucho por construir. La ausencia de investigación en esta rama es clara y falta que nuestra red del Servicio Canario de Salud se vea más fortalecida en salud mental. Sin embargo, desde que empecé a ejercer en 1994 hasta ahora, la situación ha dado un salto muy positivo y ha cambiado a mejor. A las personas con problemas de este tipo se las está atendiendo, dentro de nuestras posibilidades, con una calidad bastante interesante.

¿Qué observa en la nueva generación de enfermeros y demás profesionales sanitarios?

Yo veo una profesión con muchas ganas de aprender, ilusionada y que tiene ganas de que le dejen su espacio para solucionar los problemas de la población. Veo una profesión con una gran voluntad de investigar, tratar a las personas y de formar a sus profesionales con mucho ánimo. Estoy muy ilusionado y me gusta lo que hago. Me gusta trabajar y ayudar a las personas que tienen un problema mental.

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