«Las enfermeras ni debemos ni queremos ejercer de médicos»

La presidenta de la Asociación de Enfermería Comunitaria, Maribel Mármol, protesta contra el Colegio de Médicos

Enfermeras inyectando vacunas durante la crisis de la covid.

Enfermeras inyectando vacunas durante la crisis de la covid. / E. D.

Verónica Pavés

Verónica Pavés

«Las enfermeras ni debemos ni queremos ejercer de médicos». Así de contundente se ha mostrado la presidenta de la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), Maribel Mármol, ante las declaraciones vertidas por el presidente del Consejo Canario de Colegios de Médicos, Rodrigo Martín, quien denunció este martes que el nuevo protocolo de actuación en la Atención Primaria les hurta ciertas competencias para cedérselas a las enfermeras.

Mármol se ha referido a estas palabras bajo una «enérgica protesta» en la que insiste en que este tipo de declaraciones solo contribuyen a «deformar una información tan sensible como lo son la salud y los cuidados enfermeros profesionales». El Colegio de Médicos consideró que la medida otorga funciones a los enfermeros que «van más allá de su titulación» y mostró su descontento por la actitud que ha tenido la Consejería de Sanidad con sus propuestas, que aseguró que han sido desoídas hasta en tres ocasiones. El presidente del Colegio de Médicos consideró «peligroso» que las enfermeras se encargaran de «forma autónoma» de atender a los pacientes sin cita previa de algunas enfermedades leves que «se pueden complicar».

Como insiste la presidenta de esta sociedad científica, esta Estrategia «no trata de usurpar competencias, sino de hacer valer las nuestras de manera autónoma». Además, insiste en que, si se fueran a asumir nuevas competencias, habría otras que se tendrían que dejar de hacer. «¿Entonces quiénes asumirían las competencias? Esto es muy peligroso, cuestiona el valor de la prestación de cuidados», sentencia.

Cuando se refiere a competencias autónomas, Mármol se refiere a todas aquellas que pueden desempeñar «con absoluta independencia» y que quedan implícitas en la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias y otras normativas legales. Todas ellas «permiten que una enfermera atienda a las personas que acuden a los centros sin necesidad de soporte médico», relata.

Con respecto a la Estrategia de la Consulta de Gestión Enfermera de la Demanda (GED), que se incluye en este nuevo protocolo, Mármol insiste en que su objetivo es reorganizar los flujos de demanda de los pacientes que acuden a los centros de salud sin cita, a través de un programa liderado por las enfermeras dentro de su ámbito competencial. «No se trata de resolver patologías médicas en pacientes sin cita, sino de cuidados enfermeros en el más amplio sentido de dicho término», insiste Mármol, que recuerda que el fin último de esta tarea es «empoderar a las personas para que sean capaces de cuidarse y de autorresolver el mayor número de problemas de salud, alejando la visión de la salud como pérdida de la misma y de la medicalización consecuente».

Por esta razón calificó de «absoluta desfachatez» el hecho de que Martín se haya referido a esta tarea como «un castigo» para las enfermeras. A su juicio, sus palabras «denotan una total ignorancia sobre las funciones que realizan otros profesionales de la salud, porque los hay, además de los médicos». También critica que Martín considere que los únicos responsables de la información del paciente son los médicos, pues excluye, por tanto, «al resto de profesionales, como si en este importantísimo ámbito de atención no participase nadie más que ustedes».

Mármol considera «lamentable e irritante» que se continúe trasladando una visión del Sistema Nacional de Salud exclusivamente sanitarista, medicalizada y centrada en la enfermedad. Pues, a su juicio, se trata de una visión en la que se «olvida e invisibiliza a las enfermeras» que, como insiste, «prestan cuidados profesionales imprescindibles para mantener la salud de las personas, las familias y la comunidad».

Como recuerda las enfermeras son las referentes en los cuidados, que son la gran necesidad de las personas que acuden a los centros de salud, sin olvidar el papel de cuidado pendiente de desarrollar en la comunidad con sus representantes y con la ciudadanía. «Una población que sabe cómo actuar, cuándo ir y cuándo esperar a la respuesta a sus autocuidados, y también a dónde ir, ayuda, especialmente en tiempos de crisis, a ser más resolutivos y evitar intervenciones de poco valor añadido, pero de mucho coste tanto económico como organizativo», destaca.

A este respecto, la profesional destacó que la crisis de la Atención Primaria no es un problema que afecte a un solo colectivo sanitario. Por eso considera que tanto la crisis como su solución «merecen una respuesta unitaria, firme, coherente, razonada y colectiva desde el respeto», pero también desde la identificación clara de los ámbitos competenciales enfermeros y su articulación con los del resto de colectivos profesionales que integran la atención primaria.

En este sentido, y tras remarcar su desacuerdo con las declaraciones de Martín, destacó que la aportación enfermera considera la salud como un derecho de las personas y una realidad determinada por el entorno físico y social en el que viven para lograr la equidad disminuyendo las desigualdades en salud, evitando prácticas basadas en técnicas sanitarias a demanda e incluso en la aplicación de protocolos no adaptados a las necesidades de cada caso y que esté basada en una atención sustentada en evidencias científica.

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