Los minerales de las fumarolas del volcán ‘chivan’ la temperatura de sus entrañas

La composición de estas sustancias se relaciona con la temperatura del interior de la tierra, lo que puede servir como un parámetro más para conocer el sistema volcánico

Los minerales de las fumarolas del volcán ‘chivan’ la temperatura de sus entrañas

El Día

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El 13 de diciembre de 2021 el volcán Tajogaite se apagó. La montaña ardiente dejó de emitir los piroclastos y la lava que habían encogido el corazón de los palmeros durante tres meses. El volcán se apagó, pero no murió. Casi dos años después, Tajogaite sigue emitiendo gases y algunos de ellos a través de pequeñas fumarolas que emanan del suelo. Estas estructuras son un testigo vivo de cómo se creó la vida en la tierra, pero también un chivato de la temperatura a la que aún se encuentran sus entrañas.

Así lo han determinado un grupo de investigadores españoles –adscritos al Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), la Universidad de La Laguna (ULL) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)– en un reciente artículo publicado en Scientific Reports (revista del grupo Nature). Los investigadores quisieron observar los gases acumulados por el volcán que, en lugar de emanar de su cono principal, salieran a la superficie por algunos recovecos del suelo, las llamadas fumarolas. 

El gas, al salir por esas pequeñas fisuras, interactúa con las rocas de su alrededor y mancha el suelo de tonos anaranjados, verdes o amarillos. Dichos colores tienen relación con el gas que los ha creado y, a su vez, con la temperatura a la que se encuentra esa zona específica del volcán. 

Los investigadores realizaron dos visitas al volcán en su fase posteruptiva: en febrero y en junio de 2022. «Lo que hicimos fue se planificar las rutas a través de los mapas geológicos que teníamos», explica Jorge Méndez, físico de la ULL y uno de los firmantes de este artículo, posteriormente se recogían las muestras, se llevaban a laboratorio, se preparaban y se examinaban en busca de su composición primaria. 

El gas, al emerger por pequeñas fisuras, interactúa con la roca y crea ‘machas’ de colores variopintos

«El estudio de estas fumarolas es de gran importancia porque son estructuras efímeras», resalta Méndez. Y es que son pocos los lugares en el mundo en los que ahora se puede estudiar este fenómeno. Solo los que tienen vulcanismo activo todo el año –como Yellowstone– o aquellos en los que se acaba de producir una erupción –como Islandia o La Palma– son candidatos ideales para realizar este estudio. «Hay que tener en cuenta que estas mineralizaciones son solubles, por lo que desde que llueve se disuelven», explica Marc Campeny, conservador de Mineralogía del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona y firmante principal de este artículo. 

Los investigadores querían saber qué minerales se estaban formando alrededor de los orificios por los que emanaban ese vapor caliente. «Esos materiales nos da una idea de la composición y temperatura de los gases», remarca Campeny. «Con tan solo ver los colores podemos estimar la temperatura y los gases que estarán emanando por esas fumarolas», explica. Los investigadores pudieron determinar tres fases diferentes de temperatura relacionadas con el color que adquiría la roca tintada por el gas. La primera, la más caliente, corresponde a los colores cálidos y anaranjados y encuentra temperaturas de hasta 300ºC. En el gradiente amarillo se encuentran temperaturas entre 200 y 100ºC, y las manchas más blancas se relacionan con temperaturas frías de menos de 100ºC. Todo esto, a su vez, tiene una íntima relación con el gas que emana de la tierra.  

La ‘cara del payaso’ muestra las distintas fases de la pigmentación de la tierra a través de gases.

La ‘cara del payaso’ muestra las distintas fases de la pigmentación de la tierra a través de gases. / El Día

Así, por ejemplo, en una zona donde la roca se ha teñido de naranja, las temperaturas del interior de la tierra llegarán a los 300ºC, pues el gas que está saliendo a la superficie es el fluor. Si la roca es amarillo como un limón, el gas que emana es el azufre y, por tanto, la temperatura de la tierra habrá descendido hasta los 120 o 150ºC. Campeny defiende que este resultado muestra las posibilidades intrínsecas de la observación y control de estas fumarolas tanto en la fase posteruptiva como en la preeruptiva. «Podría utilizarse como un parámetro más para medir el riesgo y conocer el sistema volcánico», insiste el geólogo quien, no obstante, indica que este método «no sustituye» ninguno de los otras formas de medir el riesgo como la actividad sísmica, la emisión de gases o la deformación del terreno. 

La vida en las fumarolas

Pero no es la única utilidad científica que se le puede dar al estudio de las fumarolas. «Desde hace un tiempo se ha planteado que las fumarolas son uno de los ambientes que dieron lugar a la vida, en concreto, a los aminoácidos», explica Campeny. Y es que en estos ambientes «suele encontrarse amonio (NH4)», lo que se considera uno de los materiales precursores de la vida. «En La Palma hemos encontrado dos minerales con esta composición», explica. Una circunstancia que abre una nueva posibilidad para desarrollar ciencia en la isla y a raíz del volcán. 

En esta campaña a la Isla Bonita, los científicos también han aprovechado para realizar una búsqueda de traquitas y fonolitas en el entorno del volcán con el objetivo de describir la cantidad de tierras raras que hay en la isla. «El volcán está consiguiendo que se haga mucha ciencia», defiende Méndez. 

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