Embarazo

Emoción (y gastos) por partida triple

Eva Muñoz y Pablo García cuentan la sorpresa de un embarazo de trillizos tras un diagnóstico de infertilidad | Salieron el viernes de neonatos del Cunqueiro con Roi, Sabela y Xoel

Eva, Liam y Pablo, con los trillizos Sabela, Roi y Xoel en el carro triple.

Eva, Liam y Pablo, con los trillizos Sabela, Roi y Xoel en el carro triple. / JOSÉ LORES

Ana Blasco

Cuando en la ecografía vieron que en el útero crecían tres bebés, a él le dio un ataque de risa y ella era incapaz de articular palabra. En los encuentros familiares siempre se preguntaba a quiénes le tocarían los siguientes mellizos. “Pero nadie piensa que le va a suceder y, menos, que van a ser tres”, cuenta Eva Muñoz Ruiz que, junto a su marido, Pablo García, salía el viernes del Hospital Álvaro Cunqueiro con los trillizos Sabela, Roi y Xoel, después de un mes y medio de ingreso en Neonatología. La sorpresa de esta llegada fue mayúscula, sobre todo, porque a ella le habían dicho que era muy difícil que volviera a ser madre con su carga genética.

Esta madrileña de 32 años sufrió un aborto por embarazo ectópico –fuera del útero– hace un año, antes de trasladarse a Vigo, la ciudad natal de su marido. Le dijeron que tenía una reserva ovárica muy baja y que, no solo tendría que recurrir a una ovodonación para volver a ser madre –tiene un niño de 9 años, Liam–, sino que en pocos años tendría la menopausia. Nada más lejos de la realidad: en pocos meses estaba embarazada con tres óvulos fecundados.

La noticia les trajo “alegría, sorpresa y miedo”. Esto último, por si volvía a perderlo. Así que se hizo pruebas pronto. A las 7 semanas ya sabían que su familia iba a crecer en tres miembros. “Son embarazos muy, muy complicados, con muchos riesgos”, explica y añade que la suerte es que cada uno estuvo en una bolsa amniótica diferente. –menos probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades–. Pero también ocupan más espacio. No fue una gestación fácil. “Tenía el apetito reducido, con mucho reflujo y mucho cansancio”, recuerda.

Los partos de trillizos, si todo va bien, suelen ser provocados entre la semana 32 y 34 –de 40– y, por protocolo, se ingresa en la 28 para controlar si hay fisura en las bolsas, que fue lo que les sucedió. La del bebé que estaba abajo, Roi, se rasgó en la 30. Por el peso y porque en la suya se acumulaba más líquido al no poder tragarlo por una malformación en el esófago. La aguantaron una semana más con medicación para que maduraran pulmonar y neuronalmente. Lo consiguieron y, el día de la cesárea, “el quirófano era un festival”. Había dos ginecólogas, dos anestesistas, un enfermero que le agarró la mano todo el tiempo, un pediatra y una matrona por cada bebé... Y todo en “un ambiente muy bueno”. “Pusieron música al final y todo”, recuerdan.

Desde la izq., la directora de Relaciones del El Corte Inglés, Fuencisla Cid, la jefa de Pediatría, Ana Concheiro, Eva Muñoz, Pablo García y el gerente del Sergas en Vigo, Javier Puente, con los bebés.

Desde la izq., la directora de Relaciones del El Corte Inglés, Fuencisla Cid, la jefa de Pediatría, Ana Concheiro, Eva Muñoz, Pablo García y el gerente del Sergas en Vigo, Javier Puente, con los bebés.

Al ponerle a Roi la sonda para comer, descubrieron que, como su padre, venía con atresia de esófago y esta vía estaba unida a la tráquea. Con el riesgo de que la comida le asfixie, le operaron al día siguiente, con kilo y medio, y se ha recuperado tan bien que ya come igual que sus hermanos. Sabela fue la más pequeñita –con 1,4 kilos– y Xoel, el más grande –1,8–. Hoy, este último ya supera los tres kilos y los otros dos van camino.

La familia de neonatos

Sabían que iban a ser prematuros y que iban a pasar una buena temporada en neonatos. Pero “nadie te prepara para ver a tus hijos con tantos cables y máquinas”. Aún así, trataron de normalizar la situación, incluso con visitas de Liam al hospital. “Tiene un instinto protector muy bonito”, cuentan de él. El viernes, al irse, sintieron una mezcla “entre alegría y pena” por el cariño que les tienen y el apoyo que les han prestado. “Entre la cirujana Pilar Eire y el personal de neonatos, le han salvado la vida a Roi”, subrayan y se deshacen en agradecimientos a todos los que los atendieron.

También con su familia y amigos. “No os preocupéis que, en lo que podamos por nuestra parte, no os va a faltar de nada”, les dijeron cuando se enteraron. Y es que también “es un cambio muy brusco” en su economía. “Haces unos planes, con un presupuesto y se te multiplica el gasto, pero también la felicidad”, señala Eva. Y es que, al trasladarse a Vigo, se compraron una casa con un solo baño con la idea de reformar el bajo con el tiempo y crear allí un segundo y un espacio para invitados de Madrid. Ahora tendrán que acelerar las obras y las visitas deberán buscar hotel. Además, uno de sus coches lo han cambiado por una furgoneta que llegó in extremis. Y la intendencia diaria se dispara en una casa en la que consumen 24 pañales al día. Para ello, cuentan con el apoyo de El Corte Inglés que, una vez más, ha colaborado con la entrega a la familia de un vale por productos de alimentación y cuidados durante tres meses.

La llegada a casa, ahora, les da algo de “vértigo”, pero esperan mantener el “régimen militar de neonatos, con comidas cada tres horas”, para poder organizarse. Ella, con una excedencia, y él con unos seis meses de baja y descansos de su puesto de Policía Nacional. Envían todo su apoyo a los que están en una situación similar y “a los que siguen luchando con sus peques en la UCI”.

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