Un médico canario lidera la lucha contra el cambio climático en la sanidad española

El neumólogo, Carlos Cabrera, preside la Alianza Médica contra el Cambio Climático de la Unión Europea desde la que conciencia sobre sus impactos en la salud humana

Carlos Cabrera, neumólogo del Hospital Dr. Negrín, en el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos.

Carlos Cabrera, neumólogo del Hospital Dr. Negrín, en el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. / El Día

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La sanidad es una pieza clave en la lucha contra el cambio climático. Uno de los mayores impactos que va a tener el calentamiento del planeta es el aumento de los problemas de salud en la población. Y no solo se trata de golpes de calor. Las migraciones masivas, la llegada de mosquitos y otros vectores de enfermedades y los problemas para conciliar el sueño durante las noches tropicales también pueden desencadenar patologías, sobre todo en los pacientes más vulnerables: niños, ancianos y pacientes crónicos. 

«El cambio climático es uno de los mayores retos de la salud global del siglo XXI y los servicios sanitarios no podemos estar ajenos a esta realidad», afirma Carlos Cabrera. El neumólogo del Hospital Universitario Doctor Negrín lleva varios años involucrado en la lucha contra el cambio climático. Lo hace desde la presidencia Alianza Médica contra el Cambio Climático (AMCC), de la Unión Europea de Médicos Especialistas (UEMS). Un puesto desde el que trata de concienciar a sus colegas y a los responsables de la sanidad de la necesidad de que los sistemas sanitarios actúen como aliados y no enemigos del planeta. 

«La huella de carbono de la sanidad en España es del 4,5%», resume Cabrera, que lamenta que no haya datos más pormenorizados. «Solo tenemos medidas indirectas, y no es sencillo saber exactamente cuál es la huella de carbono de la sanidad en Canarias», explica. No obstante, asegura que el Archipiélago es «pionero» en poner en marcha medidas en el sistema sanitario para cuidar el medioambiente así como el que más avances ha realizado en esta materia. Ejemplo de ello el ambicioso proyecto Salud Zer0 Emisiones 2030 –en el que también ha participado Cabrera– que tiene como gran objetivo «tender al cero emisiones contaminantes en 2030» en el sistema sanitario isleño. 

Durante el verano pasado murieron en España 12.000 personas debido a las altas temperaturas

Este plan incluye un objetivo de reducción de emisiones netas recomendando el uso de tecnología y el establecimiento de indicadores para reducción de recursos hídricos, residuos y plásticos de un solo uso. Además, el SCS trabaja en la reducción de emisiones indirectas con la proyección de que la energía adquirida sea 100% renovable en 2030. También se trabaja en la reducción de emisiones indirectas provenientes de la producción y transporte de bienes y servicios adquiridos, incluyendo la cadena de suministro.

«Nuestra propuesta para toda España es la de incluir la medicina sostenible como un requisito ético», insiste el profesional, que considera que, de lo contrario, «estaríamos yendo en contra de la salud del propio paciente». Y es que son muchas las consecuencias del cambio climático en la salud de la población. «Este año han muerto 12.000 personas por eventos relacionados con el calor», recuerda el especialista haciendo alusión a un estudio realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Estos datos contrastan con los recabados de manera oficial por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), que solo atribuye 4.813 muertes a las altas temperaturas, 40 de ellas en Canarias

Estos datos «deberían habernos hecho saltar las alarmas, pero no ha ocurrido nada», lamenta. Porque las muertes atribuibles a las altas temperaturas no solo se refieren a aquellas a consecuencia de los golpes de calor. «Cada grado de temperatura de más aumenta un 1% el riesgo de que se descompense un paciente crónico o con asma. También de que sucedan más infartos e insuficiencia cardiaca e ictus. El calor es, además, la razón por la que los periodos de polinización se estén alargando y sean más intensos, lo que aumenta las crisis asmáticas, sobre todo en aquellas ciudades en las que también existe polución. 

El cambio climático también deriva en que se produzcan más infecciones respiratorias en ancianos y niños, «debido a las diferencias tan abruptas de temperatura en un solo día». Y, por último, favorece que muchos vectores, como los mosquitos, se desplacen a zonas en las que antes no encontraban el clima adecuado para progresar. 

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