PERSONAS MAYORES

La vejez de la comunidad LGTBI: más soledad, depresión y estafas amorosas

El centro social de la fundació Enllaç, que acaba de cumplir 15 años, es el único lugar en Catalunya que atiende las personas mayores del colectivo

Jacinto Román, viudo de 63 años, practica Tai Tchí en la sede de la fundació Enllaç junto a otros usuarios.

Jacinto Román, viudo de 63 años, practica Tai Tchí en la sede de la fundació Enllaç junto a otros usuarios. / JORDI OTIX

Elisenda Colell

La soledad no deseada, especialmente entre las personas de la tercera edad, es un problema en mayúsculas. Una fuente de dolor emocional que implica graves secuelas en la salud mental y física de los más mayores. Pero en el colectivo LGTBI esta factura aún es mayor. Lo sostiene la fundació Enllaç, que lleva 15 años trabajando con personas gais, lesbianas, bisexuales o trans, las cuales sufren un doble estigma cuando llegan a la última etapa de la vida. "Hablamos de una generación que no ha tenido hijos ni descendientes, que tuvo que romper con la familia porque les dejaron de lado y que ha perdido muchos amigos por la epidemia del VIH", detalla Àlex San Rafael, coordinador de la entidad.

Existen pocos datos sobre este problema. Pero un estudio reciente en la ciudad de Barcelona lo recoge. El 38,7% de las personas LGTBI mayores de 65 años viven solas, mientras que en el resto de la población con la misma edad ese porcentaje desciende al 25%. Es decir, que las personas LGTBI que viven solas en la tercera edad superan en un 52% a la media de la ciudad. Este factor implica otras dificultades con impacto en la salud mental. El colectivo duplica la tasa de trastornos de salud mental (de un 1,5% a un 2,9%). Además, el 17,5% de las personas homosexuales, bisexuales o trans mayores de 65 años tienen depresión o ansiedad, mientras que en el resto de personas de esa misma edad lo sufren el 12,3%.

Los mayores LGTBI que viven solos superan en un 52% a la media de la ciudad de Barcelona y registran el doble de trastornos de salud mental

"Hay muchas personas que vienen a la entidad con ataques de ansiedad y depresión profunda. No hay estadísticas de suicidios aunque debería: hay gente que nos llega aquí que esta muy triste", sigue San Rafael. Uno de ellos es Jacinto Román, vecino de Barcelona de 63 años. "He estado 32 años en pareja, pero cuando murió mi marido sentí que necesitaba salir y desconectar, en casa me consumía. Tenía que escapar de esa ansiedad fuera como fuera, me removía por dentro", cuenta. En cuanto se jubiló, su pareja enfermó de cáncer de hígado y murió el pasado septiembre. "Necesitaba un lugar donde encontrarme con gente y poder hablar con cierta libertad", cuenta Román.

El duelo del marido

Prefiere ir a Enllaç antes que asistir a los centros de día o 'casales' para personas jubiladas. "Allí la gente no te mira con buenos ojos, notas el rechazo. Al resto de personas no les gustaba mi presencia, me miraban mal", explica. Fue de cabeza al centro LGTBI de Barcelona, y le recomendaron asistir al centro de la entidad, especializada en atender personas mayores LGTBI. Asiste prácticamente a diario: "Hago taichí, sevillanas, voy al club de lectura... y asisto cada jueves a los talleres de grupo", cuenta, más animado.

San Rafael aún recuerda cuando Román se montaba en un tren de Rodalies y se pasaba los días de un lado para otro para no estar en casa. "Hacemos diferentes acciones, la intención es que se relacionen con otras personas y con el tiempo hagan amigos, tengan alguien con quien hablar", describe el coordinador. También hay voluntarios que se encargan de llamar a diario a las personas que necesitan más atención y, si se da el caso, les visitan en las residencias donde viven. Además, ofrecen los servicios de un psicólogo, una trabajadora social y un abogado tres veces por semana.

Estafas amorosas

¿Un abogado para qué? "Es muy habitual que estas personas sufran estafas. Pasa mucho con la gente mayor pero con ellos, además, se aprovechan en el tema de las relaciones sexuales", cuenta San Rafael. "Siguen siendo personas sexualmente activas, pero hay personas que están solas, conocen a alguien más joven, se enamoran y se acaban aprovechando de ellos... Nosotros les avisamos aunque muchos no quieren verlo. Se llevan muchos desengaños, se creen que es un flechazo pero no lo es", sigue el coordinador. Una vez al año les visitan los Mossos d'Esquadra para informarles del tema.

El coordinador también explica que las mujeres lesbianas sufren más problemas de salud reproductiva que el resto de las mujeres de su edad heterosexuales. "Dejaron de ir al ginecólogo porque pensaron que al no tener hijos no hacía falta, el sistema las invisibilizó", sostiene. Y también sufren afectaciones en la salud y el envejecimiento las personas trans. "Muchas empezaron tomando hormonas que conseguían en el mercado negro, que no estaban homologadas. Otras tuvieron que prostituirse y acabaron en el consumo de drogas porque las expulsaron de todo su entorno y no podían ni trabajar ni estudiar. El resultado es una esperanza de vida mucho más corta", prosigue.

Recuperar la red social

El de Enllaç es el único centro diurno para mayores LGTBI que existe en Catalunya. Asisten unas 40 personas cada semana. Y cuenta muchas historias de éxito. "Que vengan cada semana y que conozcan otra gente les ayuda a retomar la red social. Luego se juntan y hacen cosas: van al cine, de excursión... Y si alguien tiene problemas les pueden ayudar", asegura. Uno de los usuarios tuvo que ingresar en una residencia. "Y ahora el resto del grupo le va a visitar a menudo", cuenta.

San Rafael pide más medios, pero sobre todo que esta tipología de centros se puedan ampliar en el resto de Catalunya. El Govern ya presentó una campaña para evitar la discriminación en los geriátricos, pero el trabajo, piden desde Enllaç, debe ir más allá. Román está muy satisfecho con haber descubierto a la entidad, y lamenta que haya tantas personas como él que estén en casa, solos y angustiados. "Yo he mejorado mucho. Tengo mis subidas y bajadas, como todo el mundo, pero al menos estoy más tranquilo, voy mejorando", agradece.

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Vía: El Periódico