Robina van Lanschot: la pasajera que salvó la vida tras negarse a embarcar

Accidente Los Rodeos.

Accidente Los Rodeos. / ED

Hace 46 años milagrosamente dio esquinazo a la muerte al negarse a embarcar en Tenerife Norte en el Boeing 747-206 B de la aerolínea KLM [Rijn] que se vio involucrado en la mayor tragedia que ha sufrido la aviación comercial en la historia. Robina van Lanschot, joven holandesa de 24 años, regresaba a «casa» después de pasar unos días en su país natal.

En realidad, despegó a las 10:00 A.M. –una hora menos en Canarias– del Ámsterdam-Schiphol con destino a Gando [desde Gran Canaria iba a tomar un enlace marítimo con Tenerife] pero la gran congestión aérea que creció a partir del atentado Mpaiac dejó a Robina a menos de media hora por carretera de su casa en Puerto de la Cruz.

Sus testimonios están recogidos en el libro Tragedia en Tenerife, escrito por Erie Reijnoudt y Niek Fuerte, en el que se menciona que cuando dieron la oportunidad de «estirar las piernas» a los pasajeros del KLM en la pequeña terminal de Los Rodeos, ésta aprovechó ese instante para ir al mostrador que operaba el chárter a comunicar que no iba a embarcar en el avión que tenía previsto ir a Gran Canaria en cuanto volviera la normalidad a Gando: el complejo aeroportuario grancanario estuvo unos 120 minutos cerrado.

Robina alegó que estaba a pocos kilómetros de su residencia y que no embarcaría de nuevo en el KLM. El personal de facturación se negó a entregarle su equipaje e insistió en que debía completar la ruta, pero ella se mantuvo firme. Incluso, quiso convencer a Yvonne Wessels, hermana del que más tarde se convirtió en su marido, pero ésta si subió al Jumbo y el desenlace fue brutal: sin supervivientes, 248 muertos.

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