Accidente de los jumbos en Los Rodeos | Los nombres del 27M

Accidente en Los Rodeos: Anclados a unas malas casualidades

El «nos vamos» (we gaan) pronunciado por el capitán Van Zanten desencadenó hace 46 años en La Laguna la catástrofe aérea más grave de la aviación comercial

Panorámica de Tenerife Norte a la mañana siguiente al accidente con los militares aún retirando material de la pista.

Panorámica de Tenerife Norte a la mañana siguiente al accidente con los militares aún retirando material de la pista. / E. D.

Novecientos segundos cambiaron la vida a miles de personas el 27 de marzo de 1977. Ése, más o menos, fue el tiempo que impidió que los Jumbos de Pan Am y KLM aterrizaran en Gando y no fueran desviados a Tenerife Norte, donde después de varias horas de nerviosismo y coincidencias extremas se certificó el accidente aéreo más monstruoso que ha sufrido la aviación comercial en toda su historia. 

Hay fechas que siguen ancladas a un lugar y el paso del tiempo no logra arrancar, aniversarios grabados a fuego en el calendario y que son imposibles de olvidar. Una de esas heridas se registró el 27 de marzo de 1977 en el aeropuerto de Los Rodeos. A las 17:06:50 dos Jumbos de las aerolíneas KLM y Pan Am colisionan en pista en el que aún es el accidente más grave de la historia de la aviación comercial: 583 fallecidos y 61 heridos. Ese es nuestro 11S [la caída de las Torres Gemelas de Nueva York - 2001] o, por cercanía geográfica, nuestro 11M [atentados islamistas en Madrid - 2004], la huella imborrable de un domingo en el que casi todo falló y pasó a la posteridad dejando un amplio reguero de nombres propios.

Miembros de una batería de artillería del Ramix 93 trabajan entre los restos del fuselaje de unos de los Boeing 747 que ardieron en Los Rodeos. | | E.D.

Miembros de una batería de artillería del Ramix 93 trabajan entre los restos del fuselaje de unos de los Boeing 747 que ardieron en Los Rodeos. | | E.D. / Jorge Dávila

El primero de ellos es femenino y ni siquiera estaba cerca del punto en el que se produjo el choque de los 747 en Tenerife Norte: Marcelina Sánchez Amador. Ese es el nombre de la mujer herida durante la explosión de una bomba casera de bajo impacto colocada por integrantes del Movimiento por la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario [Mpaiac] en una floristería del aeropuerto de Gando, suceso que mantuvo cerrada esas instalaciones durante casi dos horas. Quince minutos, puede que algo más de 900 segundos, es lo que le faltó a las tripulaciones del KLM holandés y el Pan Am americano para aterrizar en Gran Canaria en lugar de ser desviadas a La Laguna. No era la primera vez que el Mpaiac recurría a explosivos de baja intensidad [el 1 de noviembre de 1976 las Fuerzas Armadas Guanches (FAG) detonaron un paquete en Galerías Preciados de Las Palmas de Gran Canaria], pero sí la primera en la que se veía envuelto en una espiral que ni el propio Antonio Cubillo, abogado lagunero fundador del Mpaiac, imaginó cuando se apuntó el caos desatado en las instalaciones aeroportuarias grancanarias. A esa hora aún no se le pasaba por la cabeza la que se iba a liar en la isla de enfrente.

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fallecidos en Los Rodeos

Las 335 muertes sumadas en el Pan Am [747-121 / N736PA] y las 248 del KLM [747-206 B / PH-BUF] continúa siendo la cifra de fallecidos más alta registrada en la aviación comercial.

La tormenta perfecta

Robert Bragg, primer oficial de Pan Am, confesó en su segunda visita a Tenerife tras el accidente que «llegó a recurrir a un mapa de vuelo para confirmar dónde estaba y, sobre todo, cuál era el procedimiento de aterrizaje en el aeropuerto [Tenerife Norte] al que había sido desviado. No hubo incidencias, pero enseguida se dio cuenta del problema de congestión de tráfico que se estaba originando en Los Rodeos. Él y su superior, el capitán Victor Franklin Grubbs, no abandonaron la cabina [747 - 121 / N736PA] y solicitaron unos cafés a Joan Jackson, una de las azafatas de vuelo. Durante la espera recibieron una inesperada visita [eso se contará más adelante] y aparentemente todo estaba en regla para volar hasta Gando: ni Grubbs, ni Bragg, ni George W. Warns, el ingeniero de vuelo, pidieron un menú pensando que la escala se iba a minimizar. Solo el tercero reclamó un refresco cuando la espera comenzó a engordar. Además el servicio de catering de Pan Am se gestionaba en Gran Canaria y, aunque recibieron un lote de refuerzo procedente de la cafetería de Los Rodeos [agua y refrescos], la tripulación optó por retrasar la comida hasta terminar este servicio: los pasajeros no bajaron del avión y comenzaron a mostrar un malestar por las horas que llevaban en sus asientos [el vuelo se había iniciado casi diez horas antes en Nueva York], algo que no dudaron en trasladar al personal de cabina. Bragg, incluso, llamó en varias ocasiones a operaciones para conocer cuánto se iba a alargar la espera. Durante su estancia en Los Rodeos tomaron una decisión que fue la contraria a la que se decidió en el área de mando de KLM: los americanos no pidieron combustible y optaron por retrasar la operación hasta aterrizar en Gran Canarias, mientras que los holandeses cargaron 55.000 litros de hidrocarburo en La Laguna.

El «héroe» con prisas

La aparente calma que reinaba en la cabina del Pan Am –hay un factor externo a analizar un poco más adelante que pudo resultar clave– contrastaba con los niveles de agitación que transmitían los mandos de KLM [hay una duda que no ha podido ser resuelta en estos 46 años asociada con el conocimiento real de lo que había ocurrido en Gando por parte de todas las tripulaciones que aguardaban en Tenerife Norte la reasignación de un slot para despegar con rumbo al aeródromo ubicado en los municipios de Ingenio y Telde], un nerviosismo que estaba concentrado en la figura del capitán Jacob Veldhuyzen van Zanten. Seis años menor que Victor Grubbs [el piloto de Pan Am], estaba considerado como uno de los iconos de KLM. De hecho, era el instructor jefe de la flota de 747 holandesas. Eso y la enorme experiencia [falleció con 11.700 horas de vuelo en su cuaderno de bitácora, de las cuales 1.545 las había sumado a los mandos de un Boeing con las mismas características del que ardió con la misma facilidad de un papel en Tenerife] no cuadran a la hora de analizar el «Nos vamos» [We gaan] que Jaap [sus compañeros se dirigían a él con este nombre] pronunció a las 17:06:13 de aquel fatídico 27 de marzo, es decir, treinta y siete segundos antes del impacto. Poco más de medio minuto. Ése es el tiempo en el que Van Zanten pasó de héroe a «villano». No había marcha atrás. Acababa de cometer el mayor error de su vida. Su compañero Klaus Meurs contradijo, o matizó, una lectura de las comunicaciones que no se escuchó con nitidez, pero ese minuto de espera que le pidió a las 17:05:41 no fue suficiente para eludir el choque. Sobre todo, en medio del enorme marasmo de conversaciones entrecruzadas que Fernando Azcúnaga Garay (Bilbao, 1935), controlador aéreo de servicio en Los Rodeos la tarde que se produjo la catástrofe, reconoció en una entrevista concedida a este periódico con motivo del 30 aniversario del siniestro: «Había muchas tripulaciones en la misma frecuencia, pero las causas que provocaron el accidente quedaron determinadas en la investigación». Todo empezó con el acto terrorista de los integrantes del Mpaic en Gando y se enredó del todo en Tenerife.

Un cuarto de hora antes del final las condiciones meteorológicas en Los Rodeos eran malas [había una visibilidad inferior a los 300 metros] y una avería logística [no funcionan unas luces situadas a mitad de pista], pero las operaciones se reanudaron. Gando ya estaba abierto y la plataforma lagunera saturada. Van Zanten es de los que más prisas metió a la torre de control y la tripulación de Pan Am tuvo problemas [se oyen en las conversaciones de las cajas negras] para encontrar una salida sobre la que iniciar una maniobra de despegue. Las frases se pisan sin orden [en algún momento se escuchan voces en segunda línea procedentes de la cabina de Pan Am que no son identificadas] a las 17:02:18 para ratificar la salida «tres», pero las fases de máxima confusión y desesperación no llegan hasta las 17:06:32, que es cuando las dos tripulaciones ya son conscientes de la que se les vienen encima y afloran los reproches e insultos entre las dos tripulaciones. ¡Demasiado tarde!

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