Padre por ley... y por sentimiento

Denise Tarasiuk vive en un año la guerra de Ucrania, la muerte de su esposa y la huida del país junto a su pequeño Radomyr | En Tenerife reciben ahora el cariño de la solidaridad

La chicharrera plaza del Príncipe acogió la sesión fotográfica del reportaje. Hubo complicidad y mucha alegría en el rato en el que papá ejerció como tal con sus niños. Grandes, por cierto.

La chicharrera plaza del Príncipe acogió la sesión fotográfica del reportaje. Hubo complicidad y mucha alegría en el rato en el que papá ejerció como tal con sus niños. Grandes, por cierto. / Andrés Gutiérrez

Las historias del ucraniano Denise y del canario Alberto coinciden en una paternidad diferente. El primero vivió el periplo de un año de guerra, dolor y huida con su pequeño Radomyr. A Alberto, un hombre grande y bonachón que siempre sonríe, «se le cae la baba» cuando ve a sus hijos adoptados, Sara, de 17 años, y Asael, de 13. Hermanos biológicos, llegaron a Tenerife con 3 años, ella, y 8 meses, él, desde Etiopía.

Un padre feliz que hoy celebra su día rodeado del cariño de sus hijos. No parece una situación diferente a la de miles de canarios. Alberto Negrín Reboso, sin embargo, reúne algunas características especiales. Este herreño afincado en Tenerife decidió, junto a su esposa, Persi Arzola Gutiérrrez, adoptar. Papá por ley y sentimiento desde hace catorce años de dos adolescentes nacidos en Etiopía pero criados e integrados en esta Isla. Sara, de 17, llegó con tres, y su hermano Asael, de 13, con tres meses. 

Alberto, personal laboral del Cabildo de Tenerife desde su profesión de capataz forestal, lleva la solidaridad por bandera. Colabora con la entidad de reparto de alimentos Kairós y preside la Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui. Cada año se desvive –y Persi también– por mantener el proyecto Vacaciones en Paz que trae a la Isla niños desde los campamentos de Tinduf.

La chicharrera plaza del Príncipe acogió la sesión fotográfica del reportaje. Hubo complicidad y mucha alegría en el rato en el que papá ejerció como tal con sus niños. Grandes, por cierto. | andrés gutiérez

La chicharrera plaza del Príncipe acogió la sesión fotográfica del reportaje. Hubo complicidad y mucha alegría en el rato en el que papá ejerció como tal con sus niños. Grandes, por cierto. | andrés gutiérez / José Domingo Méndez

De esta relación con el pueblo saharaui nació la primera decisión de acometer la acogida de un niño. Fue la de Hafdala. Hoy tiene 31 años y hablan de él con orgullo: «Se dedica a la hostelería y lleva dos años afincado en Ibiza. Tuvo problemas al principio, sobre todo de alojamiento pero se asentó». «Se casó hace tres semanas con Zaina, un encanto de niña, también saharaui», sentencian con satisfacción. Llegó a Tenerife en el año 2000 y fue el segundo de siete en total que han pasado por su casa. Hafdala estuvo tres veranos consecutivos y de nuevo en 2005 para quedarse.

Alberto, herreño, y Persi, gomera, unieron sus destinos en la emblemática residencia de estudiantes de La Laboral de La Laguna. Viven hoy en el municipio de Candelaria. Sus hijos practican baloncesto en Aguere el chico (en el Lenovo, a cuyos partidos del primer equipo suelen acudir)y en la capital Santa Cruz (Tenerife Central). Un auténtico anillo insular. Persi llega con sus hijos y dos amigas de su club a la plaza del Príncipe, lugar de encuentro con la familia. Mientras Alberto posa con Asael y Sara, la madre, Auxiliar de Enfermería de profesión, valora:«Qué puedo decir. Es un gran padre, para mí el mejor, que quiere a sus hijos y vela por ellos». Quiere destacar el apoyo de sus respectiva familias que «adoran a los chicos y nos han ayudado»

En 2009 aparecen como «una bendición» en sus vidas Asael y Sara. Osea Wendemayen y Taukayeju, respectivamente, sus nombres etíopes. Subrayan sus papás:«No nos costó tanto la adopción en sí como las pruebas previas hasta que nos consideraron idóneos. Un proceso que hay que pasar». Aseguran que «lo intentamos en varios países y nos daba igual».

Los chicos también opinan. Asael –un metro y 77 centímetros de altura, y subiendo– quiere ser como muchos chicos de su edad, streamer –transmisor de contenidos en directo– o estudiar algo relacionado con la informática. Sara no lo tiene todavía claro. Ambos son «estudiantes que están en la media» dice Alberto. Su gran pasión es el baloncesto.

Cuando se les pide una opinión sobre su padre se nota que la relación es fantástica. Basta comprobar cómo lo miran para conocer la respuesta. Muestran poco interés por su país de procedencia, Etiopía. Están completamente integrados y, como dice Alberto, «ya son más canarios que el gofio». 

La otra óptica la resume Persi desde su condición de creyente, como Alberto, con una frase: «Son una oración contestada». El padre lo corrobora: «Ellos nos han aportado más a nosotros que nosotros a ellos». Concluyen:«Fue una decisión meditada. Pensábamos que iba a ser más duro pero todo lo contrario, es algo maravilloso».

Persi cuenta dos anécdotas que demuestran la integración. La primera:«Asael, siendo pequeñito llega del colegio y me dice: Mamá, en el recreo me dijeron negro. Le contesté y qué querías que te dijeran. Me responde:Yo no soy negro, soy marrón». La segunda se refiere a Dani, «un amigo desde la etapa infantil de 3 años. Un día le dice a su madre: ¿tú te has dado cuenta de que Asael es negro?».

Padre por ley... y por sentimiento

Padre por ley... y por sentimiento / José Domingo Méndez

Alberto Negrín es un padre con todas las de la ley, pero, además con un sentimiento pleno de la paternidad. Feliz día. 

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