Juntos desde la guerra al amor

Denise Tarasiuk vive en un año la guerra de Ucrania, la muerte de su esposa y la huida del país junto a su pequeño Radomyr | En Tenerife reciben ahora el cariño de la solidaridad

Las preciosas imágenes en La Laguna no pueden reflejar la fuerza de la relación entre padre e hijo. Ya lo hubiera sido sin este año duro. Pero eso convierte el lazo en indestructible.

Las preciosas imágenes en La Laguna no pueden reflejar la fuerza de la relación entre padre e hijo. Ya lo hubiera sido sin este año duro. Pero eso convierte el lazo en indestructible. / Andrés Gutiérrez

José Domingo Méndez

Hoy, 19 de marzo, es el Día del Padre. Estas páginas especiales pretenden huir de los estereotipos relacionados con lo comercial, sobre todo los últimos años, e incidir en los aspectos más emocionales, en la esencia de la paternidad. Desde ejemplos de un concepto diferente a las sagas generacionales en la gastronomía, las nuevas familias o el reparto equilibrado de los roles en la atención con participación activa del hombre.

La historia de Denise Tarasiuk y su pequeño hijo Radomyr (7 años) es dura y todavía no tiene un final. Ahora atraviesa por un paréntesis de esperanza gracias al cariño de la solidaridad de Tenerife y los tinerfeños. Pero ambos han vivido un último año terrible con la guerra de Ucrania, el dolor, la muerte y huida de su país.

Juntos desde la guerra al amor

Juntos desde la guerra al amor / José Domingo Méndez

El encuentro con ellos se produce en La Laguna donde viven ahora en la casa de Marian García Sanjuán, «todo el tiempo que haga falta» apunta ella, presidenta de la Asociación Islas Canarias con Chernobyl. También asiste a la entrevista Montse Delgado, otro ángel de la guarda de los ucranianos refugiados. Traduce Ana, recién cumplidos los 18. Denise hasta ríe, pero hay un halo de enorme tristeza en la mirada profunda de sus ojos claros que Radomyr heredó. Su valedora confirma que «también llora mucho». Y no es para menos.

Juntos desde la guerra al amor

Juntos desde la guerra al amor / José Domingo Méndez

Todo era normal en la vida de este ingeniero informático de 38 años, natural de Járkov, en el este de Ucrania, pero residente en la capital, Kiev, desde hacía 15 años. Allí vivía con su mujer, Olessa, y su hijo. Pero llegó la invasión rusa y todo cambió, brutalmente y de un día para otro. La familia se vio huyendo de las bombas por toda la geografía de Ucrania. Acaban en la portuaria Odesa, a 440 kilómetros de distancia. Y el 3 de junio de 2022 la vida les da otro zarpazo terrible: Olessa muere de cáncer.

Denise y Radomyr quedan en shock. Les resulta complicado asimilar lo que les ha pasado pero afrontan otra etapa en sus vidas. Pasan todo el verano de un lugar a otro y en octubre la guerra se recrudece. Logran escapar en un vuelo de coste cero operado por Polonia a Rumanía. De ahí a Valencia y al día siguiente a Tenerife.

El primer viaje en avión

«Ni Radomyr ni yo habíamos volado nunca y de repente en unos días nos vimos aquí», apunta Denise. Todo era la primera vez. Primera vez en salir de Ucrania, primera vez en volar y primera vez en un lugar del que no sabía nada. Ni costumbres, ni idioma ni nada de nada. Apenas con una mochila y una muda dentro, la documentación del crío y la suya.

Emociona escucharle enumerar lo que encuentra aquí: «Calma, tranquilidad, seguridad, calor (se refiere al factor climático tan diferente a lo que acostumbraba en su país), achuchones (en español), muchos abrazos y mucho amor». Dicho y hecho: abrazos por todas partes. Habla «de corazón» aunque reconoce la introversión algo que parece consustancial al pueblo ucraniano en contraposición a la apertura de la gente aquí.

Radomyr está «absolutamente integrado y contento». El niño lo corrobora porque, incluso «ya he ido al primer cumpleaños» de un compañero del colegio del Camino Largo. También practica su deporte favorito, el fútbol, en La Manzanilla. Denise sentencia: «Olvidó la guerra totalmente». Al menos de momento. Añade: «Recibió consuelo emocional, educación, nuevos amigos, otro idioma y mucho, mucho cuidado y amor. Ahora, una nueva familia».

Es ahora un niño alegre y abierto, en este caso extrovertido. «Se le nota que ha sufrido, tiene dolor y rabia dentro» apunta Marian García Sanjuán. Ella tiene cinco hijos aunque sólo Mónica, de 28 años, permanece en la casa familiar La relación es «estupenda». Valora que Denise pretenda labrase aquí su futuro algo que el interesado ve «muy difícil». Marian apostilla: «Ellos nos han aportado más a nosotros que al revés».

Denise valora cómo le han ayudada a él y a su hijo en la Isla: «Tengo la sensación de que llegué a Dios». Respecto a su futuro: «Es muy difícil decir algo sobre el futuro aquí o en otro lugar, porque se producen cambios muy fuertes y ya no es posible construir planes a largo plazo. Ahora estaremos en Tenerife, acostumbrándonos a una cultura, un idioma, etc.».

Denise profundiza en la idea para concluir: «Es como si estuvieras por el bosque y solo vieras una parte del camino porque es denso y todo no resulta visible para ti. Pero sabes que te llevará a donde debes ir. Ahora es imposible ver el futuro lejano». Una historia dura sin final. Ni feliz ni ningún otro, de momento.

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