Los problemas mentales de un parricida en Tenerife, claves del juicio

La fiscal pide 300.000 euros de indemnización y que el acusado permanezca ingresado en una prisión durante 21 años

El acusado de matar a su padre en Los Abrigos el 1 de julio de 2020.

El acusado de matar a su padre en Los Abrigos el 1 de julio de 2020. / EFE

La esquizofrenia paranoide que sufre un ciudadano británico que ha reconocido ser el autor de la muerte de su padre tras asestarle 54 puñaladas será un elemento clave en el juicio con jurado que se celebra desde este viernes en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife. El acusado padece esta dolencia desde los 18 años y tiene reconocida una discapacidad del 67%.

Así pues, está por determinar hasta qué punto tuvo influencia en este caso de parricidio la enfermedad del procesado, por la que estaba en tratamiento y que en su momento le llevó incluso a creerse que era un apóstol.

El acusado había llegado a Los Abrigos, en Granadilla de Abona, desde la localidad malagueña de Estepona, donde residía con su madre, precisamente porque ésta percibió que durante las últimas fechas se había agravado su enfermedad y, por ejemplo, cuando le hacía alguna pregunta le respondía con soliloquios.

Dado que se estaba en plena pandemia no pudo acudir de forma presencial a la consulta de su psiquiatra pero ésta le recomendó a la madre que su hijo no viajara y que aumentara la medicación para controlar los brotes.

En Tenerife, su padre tenía una empresa dedicada a la jardinería en la que comenzó a trabajar el hijo, como había hecho anteriormente por períodos cortos de tiempo.

Entre ellos había buena relación y nada hacía prever lo ocurrido a las seis de la mañana del 1 de julio de 2020.

Discusión

La noche anterior parece que había surgido una discusión entre ambos porque el hijo no quería lavar los platos y guiado por el enfado acabó atacando a su padre, al que clavó en 54 ocasiones un cuchillo de 15 centímetros de largo.

La muerte fue inmediata porque las primeras puñaladas se dirigieron al corazón.

Le asestó otras en los brazos, que parecen deberse a los intentos de la víctima de parar el ataque, y luego más de 40 cuando estaba de espalda en el suelo sin posibilidad de defenderse.

La fiscal del caso pide 300.000 euros de indemnización y que el acusado permanezca ingresado en una prisión durante 21 años y otros diez en libertad vigilada sometido a tratamiento psicológico.

Mantiene los agravantes de haber actuado a traición, y, por lo tanto, con alevosía, y especial crueldad o ensañamiento.

La representante del Ministerio Público avanzó que el testimonio del perito especialista en psiquiatría que se oirá en los próximos días resultará básico a la hora de determinar en qué medida le afectó la enfermedad en su forma de actuar.

La fiscal considera que fue en un grado "mínimo" y que era consciente de lo que estaba haciendo. Concluye que se está ante un asesinato y no un homicidio, como mantiene la acusación particular y las defensa.

El abogado que representa a los dos otros hermanos, ya que el mayor se había suicidado en 2016 también a causa de esta misma dolencia, informó que han llegado al acuerdo ante notario de que el acusado les ceda su parte de la herencia que asciende a unos 86.000 euros para cubrir la responsabilidad civil.

El letrado coincide con la mayor parte del relato hecho por la Fiscalía pero limita a diez años el internamiento en un centro y luego otros cinco bajo la vigilancia de un tutor.

Coincide en que el percance tiene su origen en un empeoramiento de la dolencia pero matiza que la muerte se produjo casi sin dolor porque las primeras cuchilladas fueron mortales de necesidad y cree que se trató de un homicidio.

Intento de suicidio

La defensa recordó que su cliente había intentado suicidarse en multitud de ocasiones con sobredosis de pastillas y subrayó que la relación con el padre siempre había sido "buenísima".

Por lo tanto, dada su condición psíquica, descarta que se le pueda hacer responsable de lo ocurrido y que este padecimiento debe ser abordado como un eximente completo que hace imposible su imputación.

Sostiene que con la renuncia a su parte de la herencia a favor de su madre y hermanos se cubre la responsabilidad civil y que no debe permanecer ingresado en un centro mental más allá siete años para luego estar bajo la supervisión de una persona que acepte esta responsabilidad.

La defensa no alberga duda alguna de que el procesado no era consciente de lo hizo y lo define como "un chaval muy trabajador" que cada cierto tiempo viajaba a Tenerife para ver a su padre, trabajar en la empresa de éste y que luego entregaba el dinero a su madre.

Aunque la autoría de la muerte está clara, a lo largo de la próxima semana han sido citados una larga serie de testigos y de peritos.

Por ejemplo, los trabajadores de la empresa del padre que fueron los primeros en encontrar el cadáver y hablar con el acusado.

También declarará la madre, la compañera sentimental del padre, agentes policiales y diversos peritos, especialmente los relacionados con enfermedades psíquicas.