La Ulpgc halla microplástico textil en más de la mitad de peces analizados

El grupo Eomar participa en un experimento en Madeira para conocer el efecto en

la salud de la ingestión de los contaminantes, la mayoría procedentes de la lavadora

Foto de grupo de las distintas instituciones y universidades implicadas en el proyecto Implamac.

Foto de grupo de las distintas instituciones y universidades implicadas en el proyecto Implamac. / IU-ECOAQUA

Investigadoras del grupo Eomar-Ecofisiología de los organismos marinos del Instituto Universitario Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (Ulpgc), han analizado 747 peces de seis especies diferentes, en cuatro archipiélagos de la Macaronesia –Canarias, Madeira, Azores y Cabo Verde–, concluyendo que más de la mitad presentaban microplásticos textiles, en su mayoría procedentes de la lavadora, porcentaje que incluso se amplió al 98-99% en algunas especies como el atún. Un estudio que ahora da un paso más a través del experimento que se llevará a cabo en Madeira durante los meses de mayo, junio y julio en mesocosmos –grandes tanques cerrados y controlados que recrean las condiciones del mar–, para evaluar el efecto de la ingestión de estos residuos en la salud de los peces, según indicó May Gómez, coordinadora del grupo Eomar

La investigación se enmarca dentro del proyecto Interreg-MAC denominado Implamac, que lidera la Universidad de La Laguna (ULL) y en el que participa la Ulpgc como entidad asociada a través del IU-Ecoaqua, además de otras entidades científicas de la Macaronesia.

«De los 747 peces que analizamos, aproximadamente la mitad tiene algún tipo de microplástico en su interior, fundamentalmente fibras procedentes de la ropa que se sueltan en la lavadora». El hecho es que, al ser muy finas, «salen directamente al desagüe y de ahí van a las estaciones depuradoras pero siguen siendo tan finas que, al final, son vertidas al mar». Es por eso que de los restos encontrados dentro de los organismos de los peces, «prácticamente la mayoría son fibras textiles», apuntó May Gómez.

La investigadora de la Ulpgc indicó que la solución a este problema es sencilla, dado que sólo requiere que se legisle, de manera que las lavadoras, por normativa, estén obligadas a llevar un filtro con una malla muy fina a la salida del agua. «Ya existe alguna empresa de lavadoras que ha incorporado este filtro, pero como no está establecido por ley, la mayoría no se ven obligadas y por tanto no los tienen, y el usuario no lo sabe».

Seis especies

Incluso, de las seis especies estudiadas algunas presentaban contaminantes en el 98 o 99% «es decir, que prácticamente todos los peces que muestreamos tenían plástico», como es el caso del atún, «porque está en la cúspide de la pirámide trófica y no sólo lo ingiere de forma accidental, sino que consume lo que otros peces que él se ha comido ya tenían dentro». También se apreció este alto porcentaje en dos especies de peces demersales que, al vivir en el fondo del mar, consumen más desechos.

Como curiosidad, se constató que algunas especies de peces que viven cerca de la superficie ingerían más microplásticos de color azul, «porque en el plancton los copépodos suelen tener ese color azul para camuflarse, y los peces se comen esas partículas azules creyendo que son su comida, lo confunden»; mientras que en los peces que habitan el fondo marino, donde la luz ya casi no llega, se encontraron partículas negras o transparentes, «lo que nos viene a decir que la ingieren por equivocación, porque no las ven».

El próximo mes de abril comenzarán a colocar los mesocosmos para iniciar en mayo el estudio, de tres meses de duración -en el que participan las investigadoras de EOMAR, May Gómez, Alicia Herrera e Ico Martínez-, en el centro de Maricultura de Calheta, en colaboración con la Secretaría Regional de Mar y Pescas de Madeira, para conocer los efectos de la ingestión de microplásticos en la salud de los peces.

El proyecto se llevará a cabo con juveniles de dorada, y se distribuirán en tres grupos de peces: uno que comerá pienso normal y que servirá como grupo de control; otro alimentado con pienso que contenga una cantidad de plástico virgen -pellets-, para ver el efecto de los plastificantes; y otro que coma pienso con microplásticos recogidos en las playas, que llevan mucho tiempo en el mar, y actúan como una especie de esponja, donde se les pega en su parte exterior todos los contaminantes químicos que estén flotando.

Durante tres meses, se alimentará a los peces del estudio, muestreando cada cierto tiempo, para comprobar si esos contaminantes pasan al hígado y al tejido de los animales. «Al hígado ya sabemos seguro que pasa, y al tejido probablemente también, y eso sí que es peligroso porque nosotros, los humanos, no nos comemos las vísceras de los peces, pero sí que nos comemos el tejido, que es el músculo, entonces si pasa el contaminante eso significaría que estaría pasando por la cadena trófica hacia nuestra mesa», apuntó la catedrática de Zoología de la ULPGC.

El grupo Eomar del Instituto Ecoaqua ya realizó un experimento previo en peces cebra, un pez de agua dulce muy pequeño, y encontraron la presencia de microplásticos en tejido. «Ahora queremos repetir el estudio pero en un pez que se comercialice para el consumo humano, para comprobar que, efectivamente, pasa al tejido esos contaminantes, y en qué cantidad o proporción y, sobre todo, para demostrar los resultados preliminares que teníamos con el pez cebra», subrayó May Gómez, que acudió el pasado mes de febrero, junto con Alicia Herrera e Ico Martínez a la jornada de presentación de resultados preliminares del proyecto Implamac -Evaluación del impacto de microplásticos y contaminantes emergentes en las costas de la Macaronesia- en la Universidad de Madeira, en Portugal.

[object Object]

Implamac es un proyecto Interreg-MAC que lidera la ULL y lo conforman además, la Ulpgc, la Agencia Nacional para el Desarrollo de la Investigación, la Tecnología y la Innovación de Madeira; la Secretaría Regional de Mar y Pescas de Madeira; la Dirección Regional de Asuntos del Mar de Azores y la Universidad de Cabo Verde. Está previsto que finalice el próximo mes de septiembre, y ha contado con una financiación de 1.340.000 euros provenientes de fondos Feder. Nació para crear un observatorio sobre el impacto que tienen los microplásticos y otros contaminantes en las playas de Canarias, Cabo Verde, Azores y Madeira. «Ha sido un estudio imponente porque es la primera vez que conseguimos trabajar en conjunto los cuatro archipiélagos de la Macaronesia, muestrear con los mismos métodos, y se han analizado 46 playas, tenemos más de 4.000 muestras analizadas para conocer el grado de contaminación por microplásticos existente, además de su impacto en 747 peces de seis especies diferentes y su efecto en las cadenas tróficas y los ecosistemas. | M. J. H.

Suscríbete para seguir leyendo