Entrevista | Jaume Plensa Artista Plástico

«Mi obra se ha enriquecido gracias a que se ha instalado en el Parque García Sanabria»

«No conozco otro lugar del mundo con algo tan extraordinario como los guachinches», afirma

Jaume Plensa en Santa Cruz de Tenerife.

Jaume Plensa en Santa Cruz de Tenerife. / Andrés Gutiérrez

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Jaume Plensa (Barcelona, 1955) vuelve estos días a Tenerife para la reinauguración de 'Islas', con la que participó en la 'II Exposición Internacional de Escultura en la Calle' en el año 1994.

¿Contará Santa Cruz de Tenerife con una nueva pieza de Jaume Plensa en breve?

Siempre es un sueño poder exponer en Tenerife, y hace tiempo que, con la gente del Colegio Oficial de Arquitectos de Tenerife, La Gomera y El Hierro, estamos tratando de que se haga verdad. Vamos a cruzar los dedos.

Usted participó en la II Exposición Internacional de Escultura en la Calle, en el año 1994. ¿Qué supuso en su carrera formar parte de esa actividad de la que se cumplirán en 2024 tres décadas?

Me sentí muy honrado porque en aquel momento yo era un artista joven al que se le ofreció la posibilidad extraordinaria de trabajar alrededor de artistas consagrados. Vicente Saavedra, que fue uno de los inspiradores de esta iniciativa en el seno del Colegio de Arquitectos, fue un hombre muy avanzado para su época. Él no diferenciaba entre artistas jóvenes o viejos, anteriores o posteriores, sino que consideraba el artista y el arte como un continuo. Tenía una habilidad especial para mezclarnos a todos alrededor de una idea común que era la del espacio público. Lo que se hizo aquí, en Santa Cruz de Tenerife, con las dos ediciones de las exposiciones internacionales de esculturas en la calle, creo que fue muy importante a nivel nacional e internacional.

¿Qué supuso para una ciudad como Santa Cruz de Tenerife albergar tales iniciativas?

Gracias a estas dos ediciones se empezó a balbucear un poco el término ‘espacio público’, una idea que a mí me apasionaba. Supongo que los miembros de la comisión organizadora lo notaron en mi obra y por eso me invitaron a participar. Se trataba de un concepto muy en ciernes y nadie sabía muy bien qué era. Sabíamos qué era el arte formal, el de las galerías y los museos, pero trabajar en el espacio público era algo desconocido porque además parecía que solo hacía referencia a las rotondas y las autopistas. El Colegio Oficial de Arquitectos demostró la enorme capacidad de saber entender el futuro y transmitirlo con mucho conocimiento a los demás a través de estas iniciativas.

¿Por qué decidió participar en esta muestra con Islas? ¿La creó expresamente para esta exposición conociendo el lugar en el que se instalaría?

Sí. Me pasé un día dando vueltas por Santa Cruz tratando de encontrar ese lugar mágico, no uno que fuera mejor o peor sino simplemente que me inspirara y pudiera dialogar con mi personalidad. De pronto, encontré los laureles de indias en la Rambla de Santa Cruz y pensé que ese era el lugar idóneo. Yo estaba trabajando ya en aquel momento con la idea de las constelaciones y además quería rendir un pequeño tributo a Joan Miró, porque él también trabajó las constelaciones. Todo eso lo quería hacer desde mi propio mundo, que es el de la letra y la palabra, y sobre todo con la idea de llevar a cabo un retrato personal pero en negativo, a través de todos los que podrían ser padres de mi vida. Eso es lo que hice en Islas.

¿Por qué la pieza consta exactamente de 73 cajas?

Escogí el número 73 porque que era un número que me fascinaba, por los proverbios de William Blake, y decidí darle un nombre a cada uno de esos números. Así que elegí nombres de gente con la que he convivido, que me ha formado y que me ha ayudado a crecer. Es una pieza muy íntima y muy personal y la instalé en la Rambla de Santa Cruz porque me pareció que era algo interesante. Es una propuesta viva, como ese lugar, que siempre se está moviendo. Un árbol nunca está fijo y mi obra sí, y esa combinación entre lo inerte y lo orgánico me llamó la atención. Creo que fue una pieza muy interesante y por eso a partir de ahí he hecho otras, como mi cuerpo fundido en bronce abrazando árboles, que al final trasmite el mismo mensaje: el árbol continúa creciendo pero el bronce no. Pero creo que es en Islas donde empieza toda esta historia, lo inamovible y lo movible, lo etéreo y lo matérico, lo invisible y lo visible. Esta pieza fue muy importante para mí.

A lo largo de estos más de 30 años desde su instalación usted ha continuado visitando la ciudad. ¿Ha sabido Santa Cruz cuidar esta y otras piezas y continuar honrándolas?

Para mí es difícil decirlo porque tampoco conozco a fondo la ciudad pero lo importante es que el Colegio Oficial de Arquitectos no solo hizo una labor artística sino también de promoción de la ciudad. Los artistas invitados veníamos aquí y nos encontrábamos con otros compañeros y sus familias, y no estábamos en un lugar para construir obras sino también para conocer el mundo canario. Al menos yo y mi esposa nos enamoramos de esta tierra y venimos muy a menudo. No venimos ya para hacer esculturas sino para estar con vosotros, porque creo que es una maravilla de lugar y, en ocasiones, malconocido. Canarias se conoce por sol y playa pero también existe un mundo de una gran riqueza. Los guachinches, por ejemplo, me fascinan. No conozco otro lugar en el mundo con algo tan extraordinario.

Islas acaba de reinaugurarse en un nuevo lugar, en el paseo José Blasco Robles del Parque García Sanabria. ¿Casa mejor con la obra que la Rambla?

No, creo que las cosas llegan cuando tienen que llegar. Yo nunca he forzado nada. Cuando lo inauguramos en la Rambla lo viví con una emoción enorme. Treinta años después, con esta reinauguración, ver que la gente sigue queriendo esta obra, que la hecho suya, que la cuida, es maravilloso. Existía en la Rambla un problema con los árboles que me sabe muy mal, pero han encontrado otro lugar muy parecido y que creo que además es mucho mejor porque tiene una escala más humana, se puede apreciar la obra en su conjunto con menos dificultad, porque en el otro emplazamiento había que desplazarse mucho más. Este parque es el reino del silencio en mitad de un lugar tan ruidoso como es el centro de la ciudad, y mi obra se ha enriquecido gracias a este traslado.

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