Educación y familia

La mala (y alterada) memoria de los adultos alimenta los prejuicios sobre los jóvenes

Un estudio sostiene que las opiniones negativas sobre las nuevas generaciones son una ilusión fruto de recuerdos sesgados

Gillian Anderson y Asa Butterfield, madre e hijo en la serie ’Sex Education’.

Gillian Anderson y Asa Butterfield, madre e hijo en la serie ’Sex Education’.

Jordi Rovira

Es habitual que los adultos de cada generación critiquen a los jóvenes y los califiquen de vagos y maleducados. Sin embargo, los expertos no sólo dicen que esas críticas no son ciertas, sino que incluso han encontrado la raíz del problema: nuestra memoria. O mejor dicho, nuestra mala memoria

En 2019, una investigación del departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de California publicada en 'Science Advance' analizó los mecanismos psicológicos que hay detrás de esas críticas milenarias. Los autores del estudio -John Protzko y Jonathan Schooler- descubrieron que las personas autoritarias son más proclives a pensar que los jóvenes son irrespetuosos con los mayores, mientras que los más lectores aseguran que no leen como deberían y los más inteligentes creen que son menos listos. Y, sobre todo, concluyeron que esas opiniones negativas son una ilusión fruto de recuerdos sesgados. 

Desde Estados Unidos, Protzko explica a este diario que "la razón por la que la gente sigue ‘viendo’ a la juventud en declive surge de un sesgo de memoria. En resumen, recordamos falsamente que los niños, cuando éramos niños, se parecían más a nosotros adultos de lo que realmente eran. Así que estamos comparando la juventud actual con una visión del pasado artificialmente exagerada. Como parece estar integrado en la forma en que recordamos, es probable que sea inevitable".

Una juventud, la de los actuales adultos, que no estuvo alterada por la tecnología digital. ¿Es posible que la capacidad de viralización de las redes sociales refuerce todavía más estos prejuicios atávicos? "Es muy probable", admite Protzko, coautor de un estudio, en proceso de revisión, donde se analiza por qué los adultos siempre culpan a las nuevas tecnologías –en la actualidad a las redes sociales– como algo que corrompe a los jóvenes. "Con frecuencia –añade– se escucha a los adultos expresar su agradecimiento porque no había grabaciones de vídeo y cámaras en todas partes en su juventud. Esto se debe a que, a menudo, la gente comete errores. Pero ahora que todos tienen cámaras y lo documentan todo, los errores pueden ser públicos. Si documentamos la vida cotidiana de los jóvenes de los 60, 70 u 80, podemos tener una visión diferente de cómo era la vida entonces”.

El móvil, la nueva droga

Y para demostrar que nuestra memoria, caprichosa y nos juega malas pasadas, a los datos nos remitimos. A finales del pasado año, un macroestudio -liderado por la investigadora Margaretha de Looze, de la Universidad de Utrecht, y publicado en 'Social Science & Medicine'- analizó las conductas de riesgo en adolescentes en diferentes países. Las conclusiones fueron categóricas: desde los años 90 se ha reducido, no sólo el consumo de tabaco, alcohol y cannabis entre los jóvenes, sino que, además, ha aumentado la edad en que se inician en las relaciones sexuales. Y por si no fuera suficiente, se ha reducido, y mucho, la delincuencia juvenil. Esto se explica porque los adolescentes actuales pasan menos tiempo con sus amigos, lo que deriva en una reducción en las conductas de riesgo, que acostumbran a ser grupales.

"Efectivamente, los jóvenes actuales hoy son más sanos. ¿Toman menos drogas? De las clásicas, sí. Pero sus drogas no son mayoritariamente sustancias, son tecnológicas", advierte Juan María González-Anleo, sociólogo e investigador del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica. "Según un estudio reciente, un tercio de los jóvenes pasa más de seis horas al día con el móvil. Eso es adicción. Esos son sus drogas hoy", concluye.

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