ENTREVISTA

Albert Cortina, abogado y urbanista: “Hemos quitado a Dios y en su lugar ponemos la inteligencia artificial, que adoraremos”

“El transhumanismo plantea cancelar la naturaleza humana, quiere superar al ser humano”

Rubén D. Rodríguez

El transhumanismo es un movimiento cultural e intelectual que promueve la transformación de la condición humana mediante el desarrollo de las tecnologías con el fin de mejorar las capacidades físicas y psicológicas del ser humano. De su alcance, impulsado por ciencias como la inteligencia artificial, han alertado distintos sectores desde una perspectiva humanista; en esta corriente se alinea el abogado, urbanista y catedrático de Bioingeniería en la Universidad Internacional de Cataluña Albert Cortina, que hoy a las 19.30 participa en un coloquio para advertir de los riesgos del transhumanismo en la sede de la ONCE en A Coruña, organizada por la Asociación Galega de Bioética (Agabi).

¿Cómo nos previene del transhumanismo, como abogado o como urbanista?

Empecé a interesarme a partir del estudio de las ciudades inteligentes, las smart cities, y me pregunté: ¿A los seres humanos también nos querrán cambiar aplicándonos tecnología? Entonces el transhumanismo era un movimiento que hizo que me preguntara si había límites éticos y alguna regulación jurídica a la hibridación hombre-máquina. Así que podemos unir derecho, urbanismo y ética. ¿Hasta dónde queremos llegar con esta explosión de inteligencia artificial y tecnologías exponenciales? El Derecho tendrá que regularlo porque afecta a nuestros derechos humanos.

Su conferencia presenta este movimiento como un “desafío para nuestra libertad e identidad”. ¿Debemos estar preocupados?

Mi punto de vista es crítico hacia esta bioideología porque afecta a toda la vida en el planeta con su visión de transformarlo todo a través de la tecnología. Advierto, critico y a la vez doy una visión esperanzadora a la alternativa de lo que yo llamo el humanismo avanzado para volver a situarnos en un lugar más realista que lo que plantea el transhumanismo, que nos lleva a una cancelación de la naturaleza humana.

¿Cómo interpreta esta ideología al ser humano?

Lo quiere superar. Lo ve frágil, que enferma, envejece, muere. Que es torpe con su inteligencia natural frente a la inteligencia artificial. Por eso lo quiere superar. En otros tiempos, se cambiaban las estructuras (el estado, la iglesia, las escuelas…) para liberar al hombre; el transhumanismo considera que esos cambios no valen, sino que hay que cambiar genéticamente al ser humano, hibridándolo con la inteligencia artificial, para que cambie su entorno y sus estructuras. Pretende ser un movimiento de liberación de nuestra condición biológica que en el fondo desprecia el cuerpo porque lo que le importa es preservar la mente incluso fuera del cuerpo humano.

¿Corre peligro, por tanto, nuestra esencia como seres humanos?

Atacando la naturaleza humana se ataca la identidad. La idea de hombre-máquina nos modifica.

¿En qué nos está convirtiendo la tecnología?

En unos adoradores de su salvación. El ser humano es también tecnológico, ha querido usar la técnica como herramienta, pero en este momento en el que ya no hay una visión religiosa de un dios que ordene el cosmos y nuestras vidas con unos límites morales y éticos a determinadas pretensiones y experimentos, el ser humano se hace a sí mismo el creador y pretende imponer sus propias normas. En esta vorágine, vemos ciertos grupos que quieren hacer valer sus intereses económicos y de control o dominio, que, como en Un mundo feliz, de Huxley, nos dan aparente libertad y felicidad pero a la vez nos convierten en esclavos de una tecnología que se convierte en el centro: hemos quitado a Dios y en su lugar ponemos la inteligencia artificial, que adoraremos.

¿Qué grupos? ¿Quién propaga el transhumanismo?

Los grupos que tienen interiorizada esta cultura del tecnoentusiasmo a lo mejor no se ponen la etiqueta del transhumanismo, que surge de movimientos más antropológicos. Mucha gente participa de esta corriente por influencia de Silicon Valley, de las grandes corporaciones tecnológicas, farmacéuticas, financieras, o de los grandes foros internacionales. Creen que ya que no han sido capaces de cambiar las estructuras sociales del mundo, van a cambiar al ser humano.

¿Nos controla la tecnología y nosotros no sabemos controlarla?

El peligro, aunque nos digan que detrás de la tecnología hay seres humanos que programan, es que no entendamos las decisiones que autónomamente haya aprendido la inteligencia artificial, que primero será débil y se hará más fuerte. Le delegaremos ese poder de tomar decisiones a través de sus códigos, de un lenguaje que no entendemos.

¿Ética y tecnología se entienden o se pelean?

Para los tecnólogos, todo aquello lo que se pueda hacer, hágase, sin mirar las consecuencias sociales, morales o políticas. Si los avances tecnológicos contrarrestan los valores éticos universales de libertad, dignidad y bien común que debemos saber defender y mantener, nos podemos encontrar con una bestia cibernética que nos coma a todos porque se ha hecho demasiado poderosa. Por eso la ética es fundamental.

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