Juicio del Alvia

Un perito judicial: “Cuesta entender que algo tan grande como Adif no detectara el riesgo”

El experto asegura que el administrador ferroviario tenía que evaluar y paliar el peligro de la curva y sostiene que su estructura fragmentada diluye su responsabilidad en seguridad

César Mariñas, ayer, a su llegada a la sede judicial para declarar como perito.

César Mariñas, ayer, a su llegada a la sede judicial para declarar como perito. / XOÁN ÁLVAREZ

X. A. Taboada

El ingeniero de telecomunicaciones César Mariñas Dávila cerró este martes el turno de comparecencias de los peritos judiciales. Él fue el tercero y el más independiente pues fue elegido por sorteo, sin intervención de la Xunta, que propuso a los otros dos. Su trabajo fue considerado clave durante la fase de instrucción y en su declaración, de seis horas y media de duración, situó el foco de las responsabilidades en Adif, aunque sin ser capaz de señalar a ningún departamento o cargo concreto a pesar de la insistencia del fiscal en que lo hiciera.

Según su criterio, Adif no realizó ninguna evaluación específica de la línea accidentada a pesar que tenía la obligación de hacerlo y se extrañó de que nadie en el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias fuera capaz de detectar el riesgo –ni antes ni después de la puesta en servicio de la línea– que suponía la curva de Angrois en la que descarriló el Alvia provocando la muerte de 80 personas y heridas a otras 145.

“Me sorprendió que nadie lo hubiera descubierto o detectado, porque se hacen muchas pruebas y que nadie se hubiera percatado me causó sorpresa. Me cuesta entender que en una organización tan grande [en referencia a Adif] no fuera tan evidente como después resultó ser”, contestó a la pregunta del fiscal de cómo era posible no identificar el peligro existente en la curva de Angrois, donde los trenes tenían que reducir de forma brusca la velocidad de 200 a 80 kilómetros por hora. El Alvia entró a 179 km/h por el despiste del maquinista y descarriló.

Durante su intervención sostuvo que Adif debía haber realizado una evaluación completa de la línea y de la integración de los sistemas, lo que permitiría descubrir los peligros concretos. Pero no la hizo, porque fue la UTE la que redactó un análisis de riesgos de los elementos instalados para luego exportarlos a Adif, entre los que figuraba la amenaza que suponía la velocidad y la encomienda al maquinista para controlarla.

Ante esto, la Abogacía del Estado –que defiende a Adif–, argumentaba que la empresa cumplió en todo caso la normativa vigente en su momento y que no estaba obligada a realizar esa evaluación integrada, afirmación con la que discrepó el perito que, por otra parte, tampoco supo precisar exactamente qué normativa europea obligaba a ejecutar ese análisis.

Mariñas también defendió que esa evaluación específica era preceptiva cuando se decidió modificar el proyecto inicial –recortando el alcance del ERTMS, que ya no llegaba a Santiago, sino a un poco antes de Angrois, lo que significaba un cambio sustancial– y cuando se decidió desconectar el ERTMS de los trenes Alvia por los problemas que originaba. Estas dos actuaciones, dijo, “degradaron la seguridad”, ya que con el ERTMS funcionando no se produciría el accidente, algo que admitió la Abogacía del Estado.

Sin nombres concretos

Dejó caer que el departamento Cortabitarte “algo tendrá que ver con la seguridad”

Dado que la evaluación integral permitiría identificar el riesgo de Angrois y, en consecuencia, tomar medidas para reducir el peligro ante la reducción brusca de velocidad, el fiscal le pidió identificar al “responsable” de Adif de tomar la decisión para proteger la curva. “Es la gran pregunta”, inició su respuesta, para un poco más adelante soltar: “En una organización tan grande, con tantos departamentos, a veces las responsabilidades no me quedan claras. Existía una compartición de muchas cosas que en asuntos de seguridad puede generar algún problema cuando quedan zonas su cubrir”.

Por esta razón, no pudo señalar concretamente a ningún departamento o cargo de Adif ni tampoco al exdirector de Seguridad en la Circulación, Andrés Cortabitarte, procesado en la causa –y ayer presente en la sesión del juicio– junto al maquinista, Francisco Garzón. Y no apuntó a nadie específicamente pese a las preguntas insistentes de las acusaciones particulares o de la defensa, aunque sí dejó caer que el departamento Cortabitarte “algo tendrá que ver con la seguridad”.

Censuró en todo caso que los riesgos exportados de la evaluación de riesgos de la UTE –insuficiente en su alcance, además– se transfirieran sin más al maquinista sin que Adif tomara medida alguna para mitigarlos y controlarlos.

César Mariñas, durante su declaración en el juicio.

César Mariñas, durante su declaración en el juicio. / XOÁN ÁLVAREZ

“Curvas y balas”

También chocó contra la estrategia de la Abogacía del Estado y su tesis de que las curvas no se protegen porque no son peligrosas y que, por tanto, no era necesario actuar sobre la de Angrois. “Me sorprende eso, es como decir que las balas no son peligrosas, sino que lo es la velocidad que llevan”, soltó Mariñas a preguntas del fiscal. Añadió que las curvas tienen los mismos peligros que las rectas y que además se le suma la fuerza centrífuga, “por lo que si se toma a velocidad excesiva termina volcando y descarrilando”.

Con el abogado del Estado tuvo el interrogatorio más extenso, dado que el letrado intentaba demostrar que Adif había cumplido con la normativa sobre evaluación de riesgos y que por entonces no era aplicable el sistema, hoy vigente, mucho más riguroso en cuanto a la identificación de peligros. Mariñas discrepó abiertamente con esta tesis, como también con la de que es una segunda barrera de protección el diseñar una curva en la que se puede circular a 160 km/h pero limitar la a 80 para dar así un margen de seguridad. “No, no lo es. Es algo normal cuando se diseña cualquier curva”.

El abogado insistía en que durante los 30 o 40 años anteriores no se produjo ningún accidente grave con los sistemas de protección que había antes del accidente de Angrois. “Esa es la realidad en muchos casos, pero si su argumento es válido, entonces solo se puede progresar a golpe de accidentes”, remató.

Una de la víctimas en la curva de Angrois, en un aniversario del siniestro.

Una de la víctimas en la curva de Angrois, en un aniversario del siniestro. / ÓSCAR CORRAL

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El perito judicial se mostró totalmente convencido de que la curva de Angrois tenía que estar señalizada “por la brusca reducción de velocidad”. Y al decir señalizada se refiere a colocar cartelones y también una baliza para frenar el tren en caso de superar determinada velocidad. “Era una candidata perfecta para tener señalización en la vía”, sostuvo. ¿Por qué dijo esto? Porque a lo largo de todo el proceso Adif defiende que las curvas nunca se señalan en el trazado ferroviario y que así está amparado por la normativa del sector. En el caso de Angrois, el ERTMS se recortó con respecto al proyecto inicial, que iba de Santiago a Ourense, dejando la entrada en las dos ciudades bajo el sistema ASFA, que deriva al maquinista la responsabilidad de controlar la velocidad, sin ninguna otra barrera de protección en caso de desatención.

Mariñas, por contra, indicó que la norma sobre señalizaciones es bastante discrecional y de la misma forma que ampara la no instalación de señales en las curas, tampoco lo prohíbe. “Dentro de esa discrecionalidad de la normativa, me parecería lógico que se señalizase”, destacó. El perito argumentó que se podían implantar diferentes medidas para realizar esa transición de velocidad sin que ninguna chocara con la reglamentación, ya que había “muchas alternativas”.

Estas medidas serían capitales para el caso de los Alvia, ya que no tenían el ERTMS operativo porque daba problemas y funcionaban con ASFA todo el trayecto, por lo que el maquinista ni siquiera tenía el aviso del cambio de sistema entre uno y otro, que le ayudaría a ubicarse para frenar antes de llegar a Angrois. El perito reveló que tras el aviso mediante correo electrónico de Mazaira –jefe de maquinistas de Renfe– sobre el peligro de Angrois y antes del accidente, el ERTMS de los demás modelos de trenes se reprogramó para adelantar el punto de frenado y llegar a la transición a ASFA por debajo de los 200 km/h. Esta afirmación causó cierto asombro en la sala, pues hasta ahora como admitió la jueza, nadie había comentado nada al respecto. En todo caso, esta modificación de la curva de frenado no habría servido para evitar el accidente porque los Alvia lo llevaban desconectado. Otra revelación que causó desconcierto en la sala fue al asegurar que el ERTMS solo falló dos veces y que el resto era por mala manipulación. “Lo que quiero decir es que cuando se desconectó el ERTMS no era claro y manifiesto que el sistema fallaba y era poco fiable”, dijo.

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