Los expertos insisten en controlar el tiempo de uso de los videojuegos

La psicóloga Nayara Ortega subraya la necesidad de que las familias establezcan una serie de normas para evitar que los menores desarrollen un problema de adicción

Un menor juega a un videojuego en una videoconsola.

Un menor juega a un videojuego en una videoconsola. / Yanira Martín

Los videojuegos son una herramienta de entretenimiento que cada vez suman más usuarios. Ahora bien, ¿cómo afectan estos juegos electrónicos a la salud de los menores? En realidad, todo depende del uso que se haga de ellos. «Los videojuegos en sí no son insanos, pero es fundamental que los padres controlen tanto los contenidos que consumen sus hijos como el tiempo que los pequeños destinan a este ocio», explica Nayara Ortega, psicóloga sanitaria y neuropsicóloga en dos centros privados de la capital grancanaria. Y es que estos productos pueden provocar efectos negativos cuando se utilizan de forma abusiva y se dejan de realizar otras actividades para pasar más tiempo delante de la pantalla. «No se puede permitir que los niños dejen a un lado las relaciones sociales, la actividad física o aquellas asociadas a la formación», anota.

Lo cierto es que hay diversos estudios que han demostrado que el consumo habitual de videojuegos crea cambios funcionales y estructurales en el cerebro. Algunos de ellos están relacionados con la atención, la memoria, el rendimiento visomotor y el sistema de recompensa. De hecho, en palabras de Ortega, «es este último el que guarda un vínculo muy estrecho con el desarrollo de una adicción». Pero no todos los cambios son negativos. «La ciencia ya ha empezado a estudiar que los jugadores frecuentes pueden potenciar la memoria espacial y desarrollar mejores habilidades a la hora de planificar acciones», comenta la psicóloga, que además insiste en la importancia de que las familias no ignoren la edad recomendada en la etiqueta de cada juego. «Esto es esencial, ya que los gráficos, la propia trama y los estímulos que provoca no están preparados para los menores que tengan edades inferiores a la aconsejada». 

Por debajo de los cuatro años, en cambio, los expertos no recomiendan que los niños se expongan a las videoconsolas. En estos casos, es preferible recurrir a juegos que ayuden a desarrollar las habilidades cognitivas y que se encuentran disponibles para dispositivos móviles y tablets. «Recientemente ha salido al mercado una gama de juegos llamada serious games, que tiene un carácter mucho más formativo que lúdico. Estos juegos están diseñados para fomentar una habilidad concreta como el razonamiento matemático o el aprendizaje de idiomas, por ejemplo», informa la especialista. «También son aptos para los niños con diversidad funcional o dificultades en el aprendizaje, ya que al ofrecer una presentación de contenidos más atractiva puede ayudarles a progresar».

El aislamiento o romper los patrones de sueño son algunas de las señales de alerta

Hay que recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó la adicción a los videojuegos dentro del apartado de los problemas de salud mental desde febrero de 2022. Pero, ¿cuándo se considera que existe una adicción? Básicamente, cuando los videojuegos alteran la conducta y los hábitos saludables de los sujetos. «Algunas señales de alerta son el aislamiento, dejar de relacionarse con los familiares y amigos, ponerse de mal humor si no se puede jugar ese día o si se les limita el tiempo de uso, olvidar realizar tareas importantes y romper los patrones de sueño», detalla Nayara Ortega.

Por esta razón, es muy importante que las familias fomenten un uso adecuado y establezcan normas. «También es recomendable que informen a los menores sobre las consecuencias que puede tener el hecho de pasar demasiado tiempo jugando».

Por otro lado, la psicóloga también aboga por ofrecer a los niños otras actividades de ocio atractivas. «Un claro ejemplo lo ponen los juegos de mesa. Si no contamos con estas herramientas, de alguna manera también se estaría potenciando el uso de videojuegos», advierte. 

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«Los menores con edades comprendidas entre los 4 y los 8 años no deben permanecer más de media hora jugando a un videojuego, mientras que aquellos que tengan entre 9 y 11 años pueden estar hasta 45 minutos delante de la pantalla», apunta la psicóloga Nayara Ortega. Tal y como indica la profesional, a partir de los 12 años, el tiempo máximo puede alcanzar hasta 90 minutos. «Estos 90 minutos también pueden fraccionarse a lo largo del día», aclara. Ahora bien, ¿cómo deben actuar las familias cuando ya se ha desarrollado un problema de adicción? Ortega es contundente al respecto. «Lo mejor es consultar siempre a un profesional de la salud mental, ya que es la figura que puede ofrecer pautas y poner límites en el uso de videojuegos, además de ayudar a potenciar hábitos de ocio saludables tanto con estas herramientas como con el entorno del sujeto afectado», recalca. |Y. M. 

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