Las llamadas suicidas al Teléfono de la Esperanza suben un 162% en dos años

El incremento experimentado por la entidad tras la pandemia ha seguido durante el pasado año | El 51% de estas llamadas las realizaron mujeres y el 35% hombres

José Cabrera Pérez, psicólogo clínico y director técnico del Teléfono de la Esperanza de Canarias.

José Cabrera Pérez, psicólogo clínico y director técnico del Teléfono de la Esperanza de Canarias. / José Carlos Guerra

La crisis sanitaria provocada por la pandemia de la Covid-19 ha tenido un impacto directo en la salud mental y emocional de la población canaria. Prueba de ello es el incremento de las peticiones de ayuda en el Teléfono de la Esperanza de Canarias. Si bien la principal problemática que tratan tiene que ver con la soledad no deseada y el aislamiento en los dos últimos años, las llamadas por conducta suicida se han disparado.

«Tenemos un 162% más de llamadas de contenido suicida que antes de la pandemia. Con respecto al 2020 estamos en un 66% más. En el 2022 vamos incluso a más, aún no tenemos las estadísticas del año completo pero las llamadas con contenido suicida están siendo muy frecuentes. La ideación suicida tiene que ver con sufrimiento, eso está muy claro», avisa José Cabrera Pérez, psicólogo clínico y director técnico del Teléfono de la Esperanza de Canarias.

De hecho, de las 6.318 llamadas recibidas durante 2021, 483 estaban relacionadas directamente con conductas suicidas, pese a no tratarse de la causa principal de las llamadas que atienden. El 73,71% de estas son por ideaciones de suicidio (356), de las que el 58% las realizaron mujeres frente al 42% que fueron hombres.

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El 23,6% fueron por crisis suicidas, repitiendo el mismo patrón con un mayor número de llamadas de mujeres que de hombres, y el 1,65% fueron por actos suicidas en directo. «Seguimos notando muchísimo esa resaca de la pandemia. De hecho, lo hemos visto claramente desde 2020 en el incremento de llamadas con contenido suicida. Las de ideación de suicidio son muy importantes para nosotros, pues son llamadas en las que una persona nos comenta algún problema y en mitad de la conversación nos dicen que ya no saben que hacer, qué se les está pasando por la cabeza. Hay que saber acoger eso, preguntar con delicadeza pero sin dejarlo pasar. Tenemos también llamadas de crisis suicida. Sobre la marcha, nada más comenzar, nos dicen que están pensando en quitarse la vida y llamadas con acto suicida en curso, son mucho menos y en ese caso conectamos directamente con el 112. Hay casos en el que la persona ha ingerido fármacos o está en un sitio para precipitarse, por ejemplo», detalla Cabrera.

Del total de intervenciones de este tipo realizadas en 2021, el 6,45% correspondieron a jóvenes de hasta 25 años. En total se recibieron 86 llamadas, de las que el 17% fueron por conductas suicidas. El 51% fueron mujeres y el 35% hombres.

Este dato casa con los aportados hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que situaba al Archipiélago como la comunidad autónoma con mayor crecimiento de suicidios junto con Cantabria. «Hemos tenido una subida del 10% en Canarias. Es muy preocupante el aumento en niños y adolescentes. Es una tragedia. Donde hay mayor incidencia es en personas mayores, sobre todo, en hombres de más de 80 años», explica.

En este sentido, se congratula de los pasos dados a nivel nacional para empezar a romper el tabú existente en torno al suicidio y poner la salud mental en el centro de debate, aunque insiste en que aún queda camino por andar para enderezar la situación.

«El 024 es una buena iniciativa pero aún falta mucho más para poder llegar a donde queremos. En Canarias hemos empezado con psicología clínica en Atención Primaria, es un proyecto piloto. Faltan todavía mucho más recursos pero esa es la línea, que la salud mental no tenga estigma. Se ha avanzado en el sentido de que hay una estrategia a nivel estatal de salud mental, en Canarias hay un programa de prevención de la conducta suicida, que no está ni mucho menos en todas las comunidades autónomas, algo se ha avanzado. Lo que venimos reivindicando desde hace muchos años es la creación de un plan estatal de prevención del suicidio», apunta.

Este aumento de las llamadas puede estar relacionado con una mayor visualización de esta problemática de salud mental que hace que la gente esté más abierta a pedir ayuda y también por factores externos y sociales.

«También hay factores de contexto, cuando se suicidó Verónica Forqué las siguientes semanas se dispararon las llamadas con contenido suicida muy claramente. Eran casos de personas que realmente lo estaban pasando mal y al tener eso sobre la mesa comenzaron a hablar de ello», subraya.

Problemáticas más frecuentes

Este aumento no debe opacar el crecimiento del resto de peticiones que llegan al Teléfono de la Esperanza de Canarias que cuenta con un mayor volumen de llamadas relacionadas con la soledad no deseada, el aislamiento, los problemas psicológicos y psiquiátricos; problemas relacionales de crisis familiares y de pareja y problemática de índole social, laboral, de personas en riesgo de exclusión o gestión de recursos sociales. En estos casos también se nota la resaca emocional de la covid-19 que aún perdura y que tardará tiempo en difuminarse.

«Hubo un aumento muy importante del 2020 en comparación con el 2019 por el impacto de la pandemia. En el 2021 también se incrementó de forma importante y este año estamos viendo que se está manteniendo ese volumen. Era previsible porque el salto ya fue muy importante del 2019 al 2020. En cuanto al perfil de llamadas más o menos se han mantenido con las mismas características. Con una subida de personas con crisis emocional derivada del sufrimiento psicológico por la pandemia y llamadas con contenido suicida», detalla.

El mayor número de estas tienen que ver con casos de aislamiento y soledad, personas con problemas psicológicos o gente en situación de pérdida o duelo. También de personas que han perdido calidad de vida o su trabajo. En definitiva, gente con un impacto emocional por la pandemia aún por sanar. «Hemos tenido llamadas de personas con mucho miedo, ansiedad, con problemas para salir de casa o volver a relacionarse con personas», añade.

Más mujeres

De las 6.318 llamadas recibidas el año pasado, el 60.48% fueron realizadas por mujeres frente al 39,52% de hombres. Por edades, el mayor volumen corresponde a personas de entre 36 y 45 años y entre 46 y 55 años. Estas dos franjas aglutinan el 46% del total. El 41% de ellos estaban solteros.

«En el Teléfono de la Esperanza también llaman más mujeres que hombres, por problemas de soledad o aislamiento y lo más frecuente es que vivan solos. A partir de ahí la problemática puede ser muy diversa», adelanta. Durante estas fechas festivas el volumen de trabajo en el Teléfono de la Esperanza también crece.

«Se nota un impacto en las llamadas durante las fiestas. En esta época empezamos a dejar de tener llamadas por problemas más cotidianos y se incrementa todo lo que tenga que ver con la soledad y el duelo. La primera navidad sin alguien es complicado y eso se traduce en llamadas aquí. Los problemas familiares también. Y es significativo que en estas fechas siempre tenemos llamadas de agradecimiento, que es algo bonito», desarrolla.

Estas llamadas especiales que son difíciles de olvidar. «Hice la primera Nochebuena aquí hace 26 años. Recuerdo una llamada muy bonita de una señora que nos llamó, había cenado con su familia, se había ido a dormir y estaba leyendo en una revista un reportaje sobre el Teléfono de la Esperanza. Nos llamó de madrugada para darnos las gracias por la labor que hacemos a diario. Fue algo que recordaré siempre», revela.

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