Las langostas vuelven a Canarias por Navidad: la culpa es de la calima

El episodio de calima en el que están inmersas las Islas durante esta semana ha provocado la llegada de esta plaga migratoria

El temporal de viento y calima que azota Canarias desde comienzo de la presente semana, ha traído una de las imágenes que se suele dar en el Archipiélago ante estas circunstancias meteorológicas: el regreso de las langostas. 

Esta plaga migratoria llega a las Islas junto con el polvo en suspensión procedente del continente africano. En concreto se ha empezado a notificar su presencia en Tenerife, en la capital Santa Cruz, en algunas de las calles principales. 

Canarias, por su proximidad a las zonas de cría situadas en el desierto del continente africano, es uno de los destinos donde periódicamente se trasladan estos insectos que tienen una gran capacidad de migración. Las más conocidas en las Islas con la "langosta berberisca o peregrina" y suelen recalar en las zonas semiáridas donde ya se encuentra una especie autóctona, el "cimarrón" o "cigarra del país", también llamado "langostillo" o "abocastro". Sin embargo, la población de estos ejemplares locales está controlada debido a la medidas preventivas que se desarrollan mediante tratamientos fitosanitarios, por lo que no tienen efectos negativos sobre los cultivos. 

Aparte de las mencionadas, existen otras langostas migratorias similares a la del desierto y que son potencialmente dañinas para el Archipiélago como la propia "migratoria" o la marroquí (Dociostaurus maroccanus), esta última endémica de algunas zonas de la Península Ibérica. 

Una plaga histórica

La masiva llegada de langostas por la presencia de calima en Canarias es un fenómeno relativamente habitual. El último caso que tuvo un impacto real, sobre todo en el sector turístico, se remonta a 2004, aunque según recogen las crónicas históricas y de acuerdo con los datos ofrecidos por la Asociación de Geógrafos Españoles, el episodio de mayor importancia en el tejido productivo canario fue el que se dio en 1958, ya que tuvo efectos directos en el negocio de las exportaciones agrícolas y en el consumo local. 

Las mismas fuentes, indican que por el Archipiélago han pasado unas 85 plagas desde el siglo XVI. Por su gravedad, hay que mencionar las de los años 1659, 1811 -en plena crisis interna en España-, 1908, 1954 y la anteriormente mencionada, en 1958, de la que se guarda mayor documentación. En el caso de la de 1954 se vieron afectadas por la llegada de las langostas unas 10.100 hectáreas de suelo agrario, lo que supuso unas pérdidas de alrededor de 700.000 euros de la época.