Recuperación

Volver a empezar tras el desastre del incendio de Zamora

Los hermanos Santiago e Israel León "renacen" con una nueva ganadería de cabras después de tener que sacrificar a todo el rebaño y perder 500 animales en la localidad de San Martín de Tábara

Santiago León Vasallo con la nueva ganadería de cabras

Santiago León Vasallo con la nueva ganadería de cabras / JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

Irene Gómez

Por más que lo han intentado, por más que Santiago, Israel y toda la familia han batallado por salvar a los animales, no pudo ser. El fuego del incendio sufrido este año, el humo y una temperatura estratosférica, se volvieron letales para el rebaño de medio millar de cabras que con todo el mimo y dedicación criaban desde hace años en la localidad zamorana de San Martín de Tábara.

El calor y el humo provocaron problemas pulmonares, quemaron las vías respiratorias y aquello era insalvable. “Nos lo decían los veterinarios, pero nos resistíamos. Y mientras, las cabras solo hacían que coger infecciones, no tenían fuerza, casi no podían caminar. ¡Cómo luchar por algo que al final nada!” cuenta el joven ganadero Santiago León Vasallo.

“El primer día del incendio se quemaron 130 y después ha sido un goteo constante, con el camión de recogida cada poco (para llevarse los animales que iban muriendo). Las cabras que han sobrevivido eran improductivas y al final las hemos tenido que enviar todas al matadero”.

Es el efecto devastador de los grandes incendios que este verano han asolado a la provincia de Zamora. A la irreparable pérdida de cuatro vidas humanas se suman proyectos de vida, destruidos o seriamente comprometidos.

Pero esa historia se escribe en blanco. En clave de futuro. A sus 39 y 43 años, los hermanos Santiago e Israel no estaban dispuestos a que el incendio que les llevó prácticamente todo lo material, acabara también con el proyecto que emprendieron en 2005. Fue cuando recogieron el testigo de su padre, el popular cabrero Santiago León Lucas, y tomaron las riendas de su propia explotación con la quesería El Beato de Tábara.

La reconocida marca hace dos meses que no está en el mercado. “Llevamos cuatro meses sin producir, nos hemos quedado sin la campaña de Navidad, sin poder servir a nuestras tiendas desde primeros de diciembre, hemos tenido que anular un montón de pedidos de cestas de navidad. Tardaremos otros dos meses en sacar de nuevo queso y tres en cobrar”.

Son las consecuencias de una producción cero desde que el incendio declarado a mediados de julio, a pocos kilómetros de su explotación de San Martín de Tábara, arrasara monte, pastos, maquinaria, alimentos, animales. Y llegara a las mismas puertas de la nave ganadera. Porque este pueblo quedó rodeado por las llamas.

El primer día del incendio se quemaron 130 animales, después el goteo ha sido constante

Los hermanos han empezado de nuevo. El rebaño de cabras del Guadarrama, una raza en peligro de extinción que les permitió elaborar uno de los quesos más distinguidos de la provincia, ha sido reemplazado por 300 cabras Florida, una raza autóctona del Valle del Guadalquivir que han adquirido en Sevilla.

“Nos tenemos que acostumbrar a esta nueva raza y a su manejo. Las primeras elaboraciones de queso serán diferentes porque no tendremos la misma grasa ni la misma proteína ni los mismos sabores de cuando comían en el campo, pero poquito a poco nos iremos recuperando” confía Santiago.

Aunque las lluvias son muy bienvenidas, ahora la salida del ganado al campo “es imposible”. “Esperemos que venga la primavera y empiece de nuevo todo, aunque hay cosas que tardarán años en volver. El carrasco, la jara, el brezo, el tomillo, todas las leñosas tardarán años en recuperarse, pero tendremos pastos y conseguiremos el mismo producto que antes. Confío mucho en mi hermano –Israel es el maestro quesero– porque va a hacer un buen queso, igual hasta mejor”.

Santiago, padre de dos niños (el pequeño nacido un mes antes del incendio) y su hermano (padre de otra criatura), no piensan en otra cosa que no sean las nuevas oportunidades a la vista. “No te queda otra que luchar, motivarte de nuevo y empezar”. Lo hacen con otra raza porque ha sido imposible encontrar un rebaño compacto de cabras del Guadarrama, adaptado a lo que ellos buscaban, y con las máximas calificaciones sanitarias. Al final fue en Andalucía. “Intentamos buscar en Castilla y León pero no había ninguna explotación que reuniera los requisitos que buscábamos”.

Y es así como han comenzado de nuevo. “La Junta nos ayudó en su momento con la alimentación, para suplir la falta de comida en el campo. Ahora han sacado una ayuda que, aunque es bien recibida, es insuficiente. Pero confiamos en los compromisos que han adquirido para que casos como el nuestro, que nos ha tocado empezar de nuevo, tengamos un respaldo” expresa Santiago León.

Que no se olviden de lo que ha pasado para que no vuelva a suceder

La cercanía de los responsables más inmediatos de la Administración “ha estado ahí”, reconoce el ganadero tabarés. “El desastre ha sido brutal, pero desde el minuto uno los responsables de la Junta en Zamora han estado en contacto con nosotros. Tanto Rosa, la jefa del Servicio, como los técnicos Unidad Veterinaria de Tábara, muy pendientes de nosotros”.

Aún así, llegó lo inevitable y tocaba cambiar el paso, recoger los restos del naufragio y volver a empezar. “Después del desastre si no le echas ganas y valor no tienes nada. Hay que afrontar todo lo que venga”. Esta semana los hermanos León comenzarán a procesar leche con los nuevos animales y en el mes de febrero pretenden estar de nuevo funcionando con la tiendas. “No vamos a tener la misma capacidad de antes, de momento. Pero esperamos que de cara a marzo o abril estemos sirviendo con regularidad a toda la clientela que teníamos”. Es inevitable pensar en estos meses “en blanco”, con la campaña de Navidad por medio. “El mercado es competitivo y va a ser difícil volver, pero confiamos”.

Después de cinco meses de angustia, de luchar contra viento y marea por la explotación, toca mirar hacia adelante. “El día que han llegado los animales se me ha quitado una carga impresionante. Volver a ordeñar. El primer día estaba tenso y me dolía todo el cuerpo pero era del estrés. Ahora llegas a casa y vienes aquí de otra manera. No estás renegado. Estos meses cuando venía desde Tábara –allí vive Santiago con si familia– solo pensaba, cuántas tengo que tirar hoy al camión. Ahora todo es distinto, tenemos ganas e ilusión y queremos recuperar nuestra vida en el campo, este trabajo tan bonito. Qué más podemos pedir”.

Y el fuego. Qué lección se puede sacar de lo ocurrido este verano. “Que no se olviden de lo que ha pasado para que no vuelva a suceder. Si esto no se gestiona bien, si continúa el abandono, el monte va a ser muy complicado. Si no se aprende la lección y no se toman medidas, esto en diez años está peor de lo que estaba antes del fuego. Y eso es lo que da miedo”.

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